Ayotzinapa
Rodolfo Sámano García
El sangriento
lunes doce de diciembre es un caso atípico que aún se encuentra en la
tinta de los diversos políticos, funcionarios y analistas. El gobernador Ángel
Aguirre Rivero siempre ha tenido una distinción especial por los estudiantes de
la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” ubicada en el predio de la
exhacienda de Ayotzinapa de la ciudad de Tixtla de Guerrero.
Becas, uniformes, computadoras para uso personal,
celulares, comedor, tortillería, tractor, víveres, agua caliente en la alberca,
dinero en efectivo, calzado, uniformes, colchones, cobertores, inversiones
millonarias, autobuses, viáticos, dinero en efectivo para bailes y bacanales,
borracheras con cargo al erario estatal, el centro de prostitución en que se
convierte esta institución cada fin de semana y todo aquello que se les antoje
a los niños consentidos, que al final de cuentas cursan semestres de quince
días hábiles, calificaciones que exigen, pero al final de cuentas, egresan con
un perfil deplorable, con un promedio que en la realidad estaría muy por abajo
del cinco, en una escala del uno al diez.
¿Por qué son los alumnos quienes controlan el gasto
millonario para la adquisición de los víveres y comestibles y son ellos quienes
hacen los contratos con los proveedores sin tener que rendir cuenta de lo que
se les entrega y lo que se gasta? ¿Quién se queda con el dinero de los
porcentajes que reciben de los proveedores por las cantidades de compra?
Desde el inicio de esta administración del gobierno de
Ángel Aguirre Rivero a los alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa fue de
preferencia. En el Estado de Guerrero son nueve las Escuelas Normales
Oficiales: Cinco de sostenimiento federal:
CREN de Iguala; Escuela Normal Urbana Federal “Prof. Rafael Ramírez”; Escuela
Normal Preescolar “Adolfo Viguri” Escuela Normal Regional de la Montaña de
Tlapa de Comonfort y la de Ayotzi; Cuatro de sostenimiento Estatal: Centenaria
Escuela Normal del Estado “Ignacio Manuel Altamirano”; Escuela Normal Regional
de Tierra Caliente en Arcelia; Escuela
Superior de Educación Física en Acapulco y la Escuela Normal “Vicente Guerrero”
en Teloloapan. Nos preguntamos quienes trabajamos en las Escuelas Normales:
¿Por qué Ángel Aguirre siempre ha consentido a los de Ayotzi? ¿Por qué no ha
tenido las mismas atenciones para con las otras ocho Escuela Normales? ¿Por qué
Ayotzi vive en la abundancia y las otras ocho con grandes carencias y limitaciones? En las otras Escuelas Normales
hay más gente de extracción campesina e indígena que en la propia Ayotzinapa.
¿Por qué tanta preferencia para una y el abandono de las otras ocho? Con lo
invertido en Ayotzi, con esa misma cantidad en una escuela invertida en las
otras ocho se elevaría considerablemente la calidad de la enseñanza, con Ayotzi
en dinero tirado a la basura. Ayotzi es “un barril sin fondo”
Cuando empezaron las manifestaciones exigiendo más y
más recursos, más prebendas para los niños consentidos del sistema y vemos cómo
fluyen recursos y más recursos para tenerlos contentos ¿Qué más querían estos
alumnos que no justifican esos gastos estratosféricos invertidos en su
preparación?
Hoy entendemos que no es un problema de atención, no
es un problema de recursos, no es un problema de la Secretaría de Educación
Guerrero para con esta Escuela Normal, no es un problema de desatención del
Gobernador hacia Ayotzinapa, si desde el primer día trató de complacer todas su
exageradas y exorbitantes peticiones.
Se deduce que los líderes de Ayotzinapa obedecen a
intereses muy ajenos a los educativos, detrás debe haber intereses de grupos
políticos, de caciques, de capital, de política de alto nivel. No se puede
entender como “unos pobres estudiantes de origen campesino o indígena tengan la
capacidad económica para mover cientos de personas, de decenas de autobuses, de
control de política de impacto nacional, de que los consorcios televisivos
inviertan tanto tiempo “de sus noticieros” en el caso de Guerrero
Es una consigna que debe existir para cobrar venganza
por no haber acatado la disposición de cúpula de quién sería el candidato a la
gubernatura del Estado y haberse lanzado bajo las siglas de una coalición de
izquierda.
Con el actual movimiento “dizque estudiantil” está más
que manifiesto que los líderes de Ayotzinapa están acatando órdenes superiores,
manejados los líderes como títeres, y el resto del alumnado como “carne de
cañón”. ¿Por qué tanto interés de los medios, de los grandes consorcios por
“dos muertitos” ¿Y los más de cincuenta mil qué? ¿Acaso pesan más dos que
cincuenta mil?
¿De dónde parte la consigna de hacer caer a Ángel
Aguirre? ¿De los Pinos? ¿De Atlacomulco? ¿Del Comité Nacional del Partido
Revolucionario Institucional? ¿Acaso vendrá de Tlapa de Comonfort? ¿Por qué
están llenas las instalaciones de
Ayotzinapa con gente de la APPO de Oaxaca, de San Mateo Atenco, de la CETEG, de
la Sección 22 del SNTE de Oaxaca, de la guerrilla del Subcomandante Marcos de
Chiapas, de las diferentes Escuelas Normales Rurales y de la Federación de
Estudiantes Campesinos Socialistas de México
Dentro de las instalaciones de Ayotzinapa se puede
encontrar por lo menos gente de unas veinte organizaciones sociales. ¿Qué hacen
ahí? ¿Cuál es el verdadero propósito? ¿Por qué nada más dos muertos si las
condiciones estaban para que hubiera más de cien?
Otra pregunta: ¿Qué piensa la sociedad de
Chilpancingo, de Guerrero y de todo el país cuando se ven afectados con tantos
desmanes impunes de los normalistas de Ayotzinapa? ¿Acaso en sus aulas los
profesores les hablan de impunidad, de violación constante a la ley, de agredir
de manera constante a la ciudadanía, de no estudiar, de recibir calificaciones
semestrales regaladas, obtenidas bajo presión, bajo amenaza, dieces al fuerza?
Eso de “pobres muchachos” “pobres estudiantes que viven en un
internado” Hay que entender que quienes estudian, quienes tienen la oportunidad
de vivir en Ayotzinapa tienen condiciones equiparables a un paraíso,
acostumbrados a mandar, a que de un gesto o una seña de inmediato los debe
atender directamente el Gobernador, para ellos no hay jerarquías de
funcionarios, de solicitar una audiencia, de esperar tiempos, ¡No! ellos a la
voz de ya quieren que se les atienda, que les complazcan, que les satisfagan
sus mínimos y ridículos caprichos.
Los guerrerenses no debemos permitir que se violenten las
instituciones, que se ponga en jaque a un gobierno electo democráticamente por
los ciudadanos mediante el voto. ¿Qué pasaría si les hacen caso a los de
Ayotzinapa y hubiese un cambio de gobierno? Se instituiría una estructura de
mando y se cambiaría el Palacio de Gobierno a Ayotzinapa?
rsamano_8@hotmail.com