MODELO PARA ARMAR
INFORME DE HÉCTOR ASTUDILLO
Por: Isaías Alanís
No se necesita ser taumaturgo o mago para
desentrañar las ecuaciones en las que se sustentan los hechos de los últimos
años en Guerrero; el incremento de la violencia, el señorío del crimen
organizado, pobreza extrema, analfabetismo, falta de caminos, de
infraestructura urbana y fuentes de empleo. En ese caldo nutriente, las
protestas son el pan nuestro de cada día. Pero lo sucedido el doce de
diciembre, es fruto de un coctel histórico cuyas variables apuntan en diversas
direcciones: falta de expectativas sociales, una policía sin preparación, la
mayoría no sabe leer y escribir; el abuso y chantaje de los normalistas y sus
líderes venales que utilizan a los jóvenes para satisfacer sus negocios
familiares o de grupo, encubiertos en supuestas o reales ideologías. La anemia
en materia educativa estatal y la costumbre cambiaria de los gobiernos que
otorgan dádivas en efectivo a los que están detrás de los estudiantes,
organizaciones civiles y sindicatos patitos.
Modelo para armar cuyas piezas se eslabonan
dentro del intrincado sistema del estado mexicano y su capacidad para oscilar
dependiendo de la danza histórica; y cruzar la línea de un estado benefactor a
un estado represor. En este esquema se podrían analizar con veracidad lo
acontecido el pasado doce de diciembre.
Los lamentables acontecimientos escalonados
acaecidos en Guerrero: la aparición grotesca del contador Zeferino, el
secuestro de los ecologistas, Eva Alarcón Ortiz y Marcial Bautista Valle, desaparecidos
el 7 de diciembre, la insistencia de los normalistas de que sus demandas
hubieran sido concertadas, debió haber alertado a los cuerpos de inteligencia,
seguridad y procuración de justicia de Guerrero.
La muerte de dos estudiantes de Ayotzinapa,
en condiciones sospechosas y turbias, durante un bloqueo a la autopista del sol
y carretera federal, se convierte en un sainete de confusión entre los mandos
policiacos. En vez de ser persuadidos con dejar el libre tránsito de las dos
arterias, se suscita el fuego cruzado contra marchistas a cargo de la policía
federal y ministerial, como lo constatan reporteros que estuvieron en el lugar
de los hechos y para los cuales va nuestro reconocimiento. Ante este hecho
reprobable, que llena de luto a las familias, el gobernador del estado, de
inmediato cesó de sus cargos al procurador, al secretario de seguridad y a los
mandos medios de la policía ministerial. Y hoy están arraigados al igual que
los policías que abrieron fuego. Esta reacción rápida del gobierno del estado,
tiene muchas lecturas y la preponderante es investigar y castigar a los
responsables. Acción inusual en un gobierno de Guerrero. Señal de gran impacto
de que se hará justicia.
Y mientras se “descalientan” los ánimos, Ángel
Aguirre debe realizar una cirugía mayor en su gabinete para no debilitarse en
el tramo que apenas comienza de su mandato.
Los guerrerenses no se merecen esto, como tampoco los estudiantes, la
muerte. Armar el rompe cabezas de este desaguisado torpe, bien armado o
producto de la ineficacia de las policías, le costará hacer reacomodos previos
a los comicios del año entrante que ya están en el umbral de la reyerta
individual, partidista y de grupo. Esta guerra de alta y baja intensidad, ha
provocado que las piezas se muevan desde diversos ángulos. En donde se mueven
entes políticos cargados de perversidad para los que no existen principios
éticos. Si el ex gobernador Torreblanca, manejó información sobre las bitácoras
de los helicópteros y aviones, quiere decir que tiene gente trabajando dentro
de la actual administración, por tanto sin inculpar a nadie ni sospechar de
nadie, Aguirre Rivero, debe limpiar la casa. Han caído funcionarios
perredistas. También, por sanidad y transparencia, debe de pedirle la renuncia
a su gente cercana y relacionada con los hechos del pasado 12 de diciembre.
Hacer una reestructuración de su gabinete porque todo lo hasta ahora logrado,
se cayó por la oscuridad con que actuaron los mandos policiacos, ante decenas
de reporteros locales, corresponsales de los medios nacionales. ¿Acaso López
Rosas y Almonte Borja ignoraron que vivimos en un mundo donde las comunicaciones
son instantáneas? ¿Y que ya no se puede reprimir a una marcha con disparos?
¿Qué Aguirre visitó la normal en fecha reciente y diálogo con los estudiantes
cuyos excesos son reprobados por la población?
Los ministeriales que aparecen en videos y
fotos, ya están detenidos. Ángel Aguirre
recompone las cosas. La Secretaria de Educación, Silvia Romero Suárez que dejó
las peticiones de los normalistas al garete burocrático, también tiene que dar
cuentas al ejecutivo. La Asociación de Normalistas del País que aglutina a las
rurales, y las células de Ayotzinapa, tienen que replantear sus estrategias
coercitivas, y cambiar su modelo educativo ya rebasado.
Ángel Aguirre, está en el camino recto. Lo
mejor para Guerrero es que las cosas se compongan mediante los acuerdos y el
diálogo de las razones y no de las balas. Castigar a los culpables. Cosa que ya
es un hecho. Y cerrarle las puertas a la violencia.
El día de ayer, el edil capitalino Héctor
Astudillo Flores, rindió su informe de gobierno. Nos llama mucho la atención,
su trabajo en la remodelación del centro histórico de Chilpancingo, que le dio
otro rostro a la ciudad. La imagen urbana fue rediseñada de acuerdo a patrones
de la arquitectura tradicional, le ha dado otra vibra al centro. El andador
Zapata, es una arteria con una nueva imagen urbana, donde por cierto, la
Universidad Autónoma de Guerrero, inaugurará en breve el Museo “José Juárez”,
La reubicación de los comerciantes del centro, es un logro que hay que
aplaudir. Chilpancingo, ha dejado de ser la capital más triste del país. Además
de obras de ampliación y saneamiento de las redes de agua potable. Obras que no
se ven, pero que son vitales para la vida de una ciudad. Como lo señalamos
puntualmente en esta columna, la limpieza del Huacapa, es uno de los grandes
aciertos de su mandato, así como los trabajos de pavimentación en colonias
antes inaccesibles y de servicios básicos. En hora buena.