miércoles, 11 de enero de 2012

AHORA, URGE RETOMAR EL DIÁLOGO Marcelino Miranda Añorve


“En política, el diálogo no se agota,  puede suspenderse, pero  se reanuda al final de cuentas”
La experiencia política
Después de haber dado a conocer la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el informe preliminar sobre los hechos lamentables del 12 de diciembre en la Autopista del Sol y en espera de conocer la investigación final y a su vez, se turnen a la Procuraduría General de la República las evidencias recopiladas para el deslinde de responsabilidades, sería saludable para los guerrerenses retomar el diálogo, entre Gobierno y los estudiantes de Ayotzinapa y organizaciones afines.       
La palabra hablada o escrita, en el ejercicio de gobernar, debe servir para acercar, para unir y para entendernos. En política, la palabra transparente, clara, razonada que incita al diálogo y favorece el acuerdo, ayuda a construir propuestas y a resolver conflictos. Por el contrario, el encubrimiento de la realidad, la confusión deliberada, el doble discurso, la retórica hueca y las descalificaciones, desgastan la palabra y la vacían de su contenido, bloqueando la comunicación y haciendo imposible el entendimiento.
En el ejercicio de gobernar, el diálogo es el instrumento ideal para encausar las energías que se utilizan en la confrontación, hacia energías que construyan acuerdos renovados y compartidos por las diversas expresiones políticas y sectores sociales.
La democracia es, sin duda, el régimen político que tiene  mayor vocación por el diálogo, como valor ético de la política y como método para lograr consensos. Es también una forma de articulación dinámica entre la mayoría y las minorías, ya que en el proceso de toma de decisiones todos los guerrerenses tenemos el derecho de expresar nuestros puntos de vista y ser considerados. El diálogo es un recurso de gran valía para evitar que las tensiones que genera la diversidad tengan como resultado la exclusión, la fragmentación y la violencia.        
En la vida social, la fuerza de la palabra, es  herramienta imprescindible para acercar, para unir, para cohesionar y encontrar soluciones satisfactorias a las diferentes controversias que se desarrollan  en  las sociedades de carácter pluralista.
El diálogo hace posible que en la relación con el “otro” y el “diferente” pueda desarrollarse un intercambio. Ese intercambio de opiniones y posturas  posibilita la comprensión recíproca. Es decir  “entre mis ideas y las del otro es necesario establecer una conexión que concilie de manera flexible ambas posiciones”
Estas reflexiones tienen plena  vigencia y pueden ser aplicadas al contexto real que estamos viviendo en Guerrero. Este es el camino que permitiría construir los entendimientos, entre las instancias del gobierno del Estado y los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y grupos afines.
Una de las prioridades en el ejercicio de gobernar es trabajar por  la gobernabilidad y construir la paz social y por lo tanto atender los conflictos antes de que crezcan y se compliquen o finalmente exploten.
En la vida política y en la vida social no hay problemas sin solución. En los casos como el de los estudiantes de Ayotzinapa, en el que se exige llegar a la verdad jurídica, no queda otra que dar cumplimiento a lo que establece la Constitución Federal, de hacer justicia pronta y expedita. Después de ésta exigencia y el acatamiento a las observaciones del Informe Preliminar de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las recomendaciones finales, necesariamente, se tiene que llegar a otra etapa: Retomar el diálogo y buscar la reconciliación.
Es un proceso que consiste en  volver  atraer y acordar los ánimos desunidos, en el que las partes involucradas en un conflicto inician una relación que las lleva a una comprensión mutua de lo sucedido, superan diferencias y hacen a un lado la beligerancia verbal e inician un mutuo reconocimiento y sientan las bases para un pacto tácito y voluntario de amistad. El diálogo y la reconciliación recuperan las capacidades derivadas del perdón y la comprensión de los hechos y restaura las relaciones afectivas. Hablamos, en resumen, de aprender a vivir juntos otra vez, con ello se contribuye a edificar la paz. 
El diálogo y la reconciliación, son dos aspectos fundamentales para la convivencia de los guerrerenses. ¡Hay que intentarla! Es cuestión de voluntad política.