“El asesinato, ordenado por el presidente
Adolfo López Mateos, fue un acto de suprema crueldad; junto con él mataron a su
esposa Epifanía Zúñiga, “Pifa”,
embarazada, y a sus hijos Enrique, Filemón y Ricardo. Fueron secuestrados en su casa y
ejecutados por Xochicalco.
Hoy Peña Nieto dice "inspirarse" en
el mexiquense López Mateos, cuyo gobierno
priista, además, reprimió a los ferrocarrileros, maestros, normalistas, telegrafistas, petroleros. En honor a
Jaramillo… ¡Nunca más! Urge un cambio verdadero.
(La Jornada, El Correo Ilustrado, 24/mayo/2012).
En la entrega pasada, por
falta de espacio sólo hice un esbozo sobre la masacre de Xochicalco, perpetrada
por el capitán del Ejercito mexicano, José Martínez por órdenes superiores,
léase presidenciales. Pese a que el entonces presidente Adolfo López Mateos
había amnistiado al líder zapatista, evento de trascendencia que le valió la primera
plana de los diarios de entonces. En esa placa memorable, se muestra a un
presidente de traje oscuro, sonriente y a un franco Rubén Jaramillo, de suéter
negro con su amplia sonrisa de campesino bueno. Ambos se dan el abrazo de la
confianza. Pero no, ese abrazo mediático representó el apretón del diablo.
Jaramillo y su familia perecerían en forma brutal. El escritor mexicano, recientemente
fallecido, Carlos Fuentes, escribió una crónica despiadada sobre ese séxtuple
magnicidio, en su libro, Tiempo mexicano.
Las minucias del cómo y el
cuándo, todavía están vivas entre los campesinos, hombres y mujeres de
Tlaquiltenango. Corridos y baladas, recuerdos y lágrimas se juntan en este
caudal de sangre que enluto a una nación. De la institución que se supone debe
guardar por la seguridad de los mexicanos, salió la orden que segó las vidas de
mexicanos ejemplares. Raquel, la hija menor, se salvó porque segundos antes de
que arribara la soldadesca a la casa del líder agrarista; soldado de Zapata,
creador del PAOM e inspirador junto Lázaro Cárdenas de la Cooperativa del
Ingenio Azucarero “Emiliano Zapata”, había salido a comprar galletas.
Tras un huelga en el Ingenio
azucarero de Zacatepec, Morelos, en 1942, donde obreros y campesinos se unieron
para pelear por sus derechos, Rubén Jaramillo fue perseguido por los temibles
pistoleros del Gerente del Ingenio, iniciando así una lucha de resistencia
campesina. Primera de los tres levantamientos acaudillados por Jaramillo, como
prueba de la vigencia del zapatismo y una respuesta ante la palidez agrarista
del régimen supuestamente emanado de la revolución.
En el famoso Plan de Cerro
Prieto, a donde se escondió con un puñado
de seguidores. Ante la cerrazón del régimen, los campesinos se
radicalizan. La represión también. De esas épocas es la historia negra del
famoso gatillero Mario Olea, exterminador de campesinos opositores al llamado
“régimen de la revolución”.
Este levantamiento dura
hasta 1945, en que Manuel Ávila Camacho, protector del asesino del hermano de
Rubén, Porfirio Jaramillo, líder campesino en el vecino estado de Puebla, que fue
ultimado, descuartizado y tirado entre magueyales en el estado de Hidalgo;
Rubén Jaramillo, obtiene una amnistía oficial.
Rubén, crea el Partido
Agrario Obrero Morelense, (PAOM) que lo postula en 1946, como su candidato para
la gubernatura de Morelos. El ideario de Jaramillo se centra en este periodo en
las tesis cardenistas, logra reunir a cientos de miles, pero la represión
corrupción y el fraude le cierra los caminos pacíficos y electorales.
En aquella extraña revuelta
interna del partido oficial, encabezada por Miguel Enríquez Guzmán, opositor al
candidato oficial, Adolfo Ruiz Cortines, Rubén aprovecha esta ruptura coyuntural
y se lanza por segunda ocasión como candidato a gobernador por el PAOM, pero puede
una vez más el fraude y la represión a este movimiento obrero-campesino.
Rubén Jaramillo se lanza
otra vez a la clandestinidad, que duraría siete años. Redacta otra versión del
Plan de Cerro Prieto, donde entre otras cosas, se señala, la traición de los
gobiernos emanados de la revolución, específicamente el tricolor, y comienza
una lucha con los de abajo, desde abajo, ardua, fatigosa y que tendría
lamentables consecuencias para el líder obrero-agrarista. En un lapso de siete
años, recorre el estado de Morelos, Guerrero, Puebla y Oaxaca, aleccionado a
los campesinos que lo protegen.
Adolfo López Mateos, el
maestro de EPN, en 1958, trama con sus allegados y negocia con el movimiento
jaramillista y se le concede una segunda amnistía a Rubén. Jaramillo, aprovecha
este retorno a la “normalidad
republicana” y al frente de siete mil campesinos, solicita al
Departamento Agrario, los llanos de Michapa y El Guarín, en Tetecala, proyecto
que planteaba fundar cooperativas agroindustriales. Una vez más, son reprimidos
por el ejército. Y como en Atenco y otros casos, el gobierno insiste que los
campesinos lo hagan por la vía legal, acción que realizan, mientras el gobierno actúa desde la
ilegalidad, y responde con la violencia de estado.
Cuatro años más tarde, el 23
de mayo de 1962, la guerra sucia que posteriormente se extrapoló a Guerrero,
cobra seis víctimas en forma por demás extralegal y cruel, la mayoría de
muertes, desapariciones fueron hechas por mandos castrenses en Guerrero.
En el Tiempo mexicano de hoy
y el agonizante periodo sangriento de Calderón, hay generales ligados al
narcotráfico: “La Unidad Especializada de Investigación en Delitos contra la
Salud (Ueidcs), de la (PGR), notificó este miércoles a un juzgado federal del
segundo circuito que existe abierta una averiguación previa en contra de 34 "altos
mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)", a los que se
investiga en casos relacionados con la delincuencia organizada, (La Jornada/24/Mayo).La DEA devuelve
favores, al PAN y andan a la caza electoral de Tomás Yarrington.
Y en este escenario
corrosivo, EPN, demuestra su falta de conocimiento de la historia de México, al
escoger a Adolfo López Mateos, como mentor espiritual; seguro por su
proclividad por mujeres de la farándula. Que la profecía de Carlos Fuentes no
se cumpla y tengamos por seis años a un presidente ágrafo.
Y que el legado de Rubén
Jaramillo, un campesino y pastor metodista le abra los ojos a los electores, el
próximo 1º de julio.