Guerrero:
entre la cerrazón y la represión
Simón
Vargas Aguilar*
Ayotzinapa es una población
del estado de Guerrero, situada en el municipio de Tixtla de Guerrero, que de
acuerdo con el último censo del Inegi cuenta con 84 habitantes. Esa localidad
es sede de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, una de las 16 normales
rurales que aún operan en el país. Por ello, su vigencia ha sido defendida a
punta de movilizaciones, y es que para los estudiantes hay mucho más en riesgo
que sólo su escuela: su hogar, su familia, su formación, su oportunidad de
desarrollo humano y profesional. Su pliego petitorio es simple: incremento al
subsidio para alimentación; reparación de las instalaciones de la escuela;
aumento de la matrícula anual; ingreso al plantel con un promedio mínimo
aprobatorio de siete, y la adjudicación de plazas magisteriales para los
egresados.
Durante este año llevaron a
cabo las siguientes movilizaciones: mayo 2, bloquearon los accesos al palacio
de gobierno y la Secretaría de Educación en Guerrero; agosto 29, tomaron cuatro
radiodifusoras en Chilpancingo y difundieron al aire su pliego petitorio;
agosto 31, tomaron la caseta Palo Blanco de la Autopista del Sol; noviembre 13,
bloquearon nuevamente, durante casi una hora, la caseta de Palo Blanco;
noviembre 14, participaron en protestas para conmemorar el aniversario del
desalojo de alumnos del Congreso estatal en 2007; diciembre 7, tomaron cinco
estaciones de radio en Chilpancingo en protesta por la no resolución de sus
demandas; diciembre 8, tomaron por una hora la caseta de Palo Blanco.
No obstante, ante la falta
de respuesta gubernamental, el pasado 12 de diciembre alrededor de las 11
horas, los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa bloquearon la salida
de la Autopista del Sol, en demanda de una audiencia con el gobernador Ángel
Aguirre Rivero. Sin embargo, sólo 50 minutos después las fuerzas de seguridad
federal y estatal disolvieron el bloqueo por medio de la fuerza y la agresión.
Se registró un enfrentamiento entre elementos policiacos y normalistas, quienes
se defendieron con piedras y bombas molotov. Dos estudiantes fallecieron:
Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera, de 20 y 21 años,
respectivamente. Mientras que Gonzalo Rivas, empleado de una gasolinera cercana
al lugar de los hechos, resultó con quemaduras de segundo y tercer grado, luego
de que, tras la reyerta, se incendiara una de las bombas de gasolina.
Tras el lamentable
incidente, el general Ramón Miguel Arreola Ibarria, subsecretario de Seguridad
Pública, con el rostro escurriendo sangre tras el impacto de una piedra que
"le lanzaron los estudiantes", declaró a los reporteros: "El
gobernador me ordenó limpiar y la carretera está limpia". No obstante, al
día siguiente, tras la presión de la opinión pública, fue destituido del cargo
junto con el procurador, Alberto López Rosas, y el secretario de Seguridad
Pública, Ramón Almonte Borja.
Thomas Hobbes, en su obra
Leviatán, establece que “el Estado es el protector de la vida de sus súbditos,
el ultimo fundamento ‘racional’ de su seguridad colectiva” y que además
"el Estado debe instaurar la paz y la seguridad física de la sociedad
civil". En ese contexto, este hecho viene a enrarecer aún más el clima de
agresión que han sufrido un sector del magisterio y algunos segmentos de la
sociedad guerrerense en tiempos recientes. Es reprobable que se hayan ignorado
instrumentos como el diálogo y la negociación, y que se haya optado por la
violencia como medio de disuasión. Llama la atención que la estrategia del
gobierno para apagar la crisis que generó el hecho consistió en la entrega de
50 plazas magisteriales para los egresados de Ayotzinapa por parte del
gobernador Ángel Aguirre el pasado 15 de diciembre.
Vale la pena recordar que el
pasado 14 de diciembre la revista Time eligió como la "Persona del
Año" a la figura del manifestante. Las movilizaciones de los años 70 por
los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam; en los 60 se alzaron en
Irán y Portugal; en los 80, levantaron la voz en contra de las armas nucleares,
y las tiranías comunistas en China y Europa del este; y en tiempos recientes,
las protestas en los estados árabes: ejércitos retirados y dictadores
depuestos.
Nuestro país vive una efervescencia
tal que parece sólo hacer falta una figura, un mártir que detone el
levantamiento popular, tal y como lo fue Bouazizi Mohamed en Túnez. Estamos en
tiempo para hacer algo al respecto, de lo contrario, podría replicarse la
"revolución de los jazmines" en nuestro país.
* Analista en temas de
seguridad y justicia