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martes, 13 de diciembre de 2011

MIRADA INTERIOR. LOS DEMONIOS DESATADOS Isaías Alanís


MIRADA INTERIOR
Del movimiento telúrico
A los demonios desatados
El gobierno de Aguirre: un gobierno de diálogo y razones

Por: Isaías Alanís

Todavía fresca la desaparición forzada de Eva Alarcón y Marcial Bautista, qué pese a movilizaciones locales nacionales e internacionales, no han sido ubicados y rescatados con vida. Hay testigos presenciales aseguran que su rapto fue frente a fuerzas castrenses. Lo cierto es que el comando que se los llevó, estaba entrenado y con capacidad de fuego.
Y de pronto, se movió la tierra. El sismo del sábado 10 de este diciembre tórrido, trajo zozobra, muerte y dolor a los guerrerenses y capitalinos. Se colapsaron edificios históricos: el Museo Regional Guerrero, la catedral de la Asunción, el Palacio de Cultura Ignacio Manuel Altamirano”, cuya estructura ya no aguanta su remodelación; edificios de comercios, bardas y casas habitación. Se movió la tierra, Gurrero es el estado del país donde el fenómeno sísmico es frecuente, aun así, no se le da prioridad a ejecutar los planes de desarrollo urbano, ni se diseñan estrategias para prevenir los estragos que causaría un cataclismo ya predicho por expertos sismólogos. ¿Qué hubiera pasado en Guerrero,  y especialmente en Chilpancingo y Zumpango, de haber sido más largo el movimiento telúrico del pasado sábado? Seguramente que miles de gente hubieran sido afectados en su patrimonio y se habría tenido que lamentar la pérdida de vidas humanas. Y todavía con la resaca del sismo, que dejó su huella en Guerrero, y sin saber nada de los ecologistas desaparecidos, bajo el sistema autoritario de Calderón que trata por todos los medios de conservar la presidencia para su partido, en plena celebración guadalupana, una marcha de estudiantes de la Normal “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, maestros, y organizaciones sociales de indígenas y estudiantes de la UAG, que intentaron cerrar la Autopista del Sol y la carretera Libre a Acapulco en el cruce de caminos que se forman a la entrada sur de Chilpancingo, fueron salvajemente reprimidos por la Policía Federal y la Ministerial del Estado de Guerrero, en un operativo donde la disuasión fueron granadas de gas y humo, golpes y disparos que segaron la vida, hasta la redacción de esta nota de dos estudiantes Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús, originarios de Atoyac de Álvarez y Tixtla de Guerrero, respectivamente. Se presume que hay dos más heridos de bala hospitalizados en Chilpancingo en clínicas particulares y se había filtrado que otro estudiante de nombre Edgar David Espíritu Olmedo, había fallecido, se encuentra en un nosocomio de Chilpancingo, así como un trabajador de la gasolinera “Eva” que apagó las llamas cuando jóvenes le prendieron fuego a una bomba, que evitó una catástrofe en caso de que la gasolina de los tanques hubiera estallado. Se filtra que hay 24 detenidos que son de facultades de la Universidad Autónoma de Guerrero y de otras escuelas, así como gente que iba pasando. Como al escritor Erik Escobedo que fue bajado de la combi y golpeado por las policías. Se liberaron a 23 y sólo nueve son de Ayotzinapa. El que supuestamente tenía en su poder un cargador de Kalasnikov, Gerardo Torres Pérez, será remitido a la policía federal. ¿Podría ser más absurda esta tesis o simplemente le sembraron el arma?
Producto de este acto brutal, se debe de investigar a la Policía Federal y a la forma inescrupulosa de su actividad, sin coordinación con la estatal. Atropellando las garantías de los manifestantes y causando la muerte. Las marchas no se reprimen con balas sino con razones. El Gobierno de Ángel Aguirre es un gobierno de diálogos no de balas.
Primero: se tienen que castigar con la aplicación de la justicia a los culpables del doble crimen, a quien dio la orden y a los ejecutores, sean policías ministeriales o federales, que vestidos de civil dispararon a matar a la muchedumbre.
Segundo: la acción rápida  de Aguirre: el cese del Procurador, Alberto López Rosas  y de Ramón Almonte Borja, Secretario de Seguridad Pública. Falta echarles todo el peso de la justicia a los policías federales o ministeriales que  dispararon a mansalva. Y el cese del jefe de la Policía Ministerial.
Después de seis años de olvido, el pueblo de Guerrero, encontró en Aguirre Rivero a un interlocutor de calidad. ¿Quién metió las manos y las balas en esta acción que bien puede ser concertada y teledirigida? ¿O estamos ante una policía Federal y Ministerial torpe que actúa por su propia cuenta en operativos de esta naturaleza?
¿A quién le conviene que el estado de Guerrero se incendie como Sinaloa y Oaxaca, curiosamente donde hay gobiernos de coalición?
Como lo hemos manejado en otras entregas, ¿hay un complot para boicotear las elecciones federales del próximo año, y actuar con mano dura contra luchadores sociales, marchistas, ecologistas y cuanto se mueva en el entorno social, discrecionalmente emanado de los Pinos, de las fuerzas federales y los poderes fácticos ante una inminente derrota electoral?
El gobierno de Aguirre ha dialogado con los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, Tlachinollan, las viudas de Aguas Blancas y con miembros de las etnias del estado, con organizaciones sociales y académicas. ¿Es el principio de acciones que intentan boicotear al gobierno y causar el caos entre los guerrerenses previo a los comicios internos con una fuerza tendiente a activar crímenes y violencia extrema en la entidad, con el fin de sacar raja y desbancar a sus contrincantes políticos a como dé lugar?
¿Quiénes son los demonios que pretenden que Guerrero regrese al pasado ominoso donde la vida humana valía un cacahuate?
Hoy más que nunca los guerrerenses deben estar unidos con el gobernador emanado de una coalición de partidos y que en pocos meses ha demostrado trabajo y progreso.
No más balas, que las razones estén por encima de todo. Vivimos en un país de leyes y en un estado de tradición de lucha y acuerdos.
Los guerrerenses no tienen por qué volver a pisar la sangre de inocentes.
Que los culpables sean castigados.
Que unos pocos no pretendan enlutar a un pueblo y a un gobierno de muchos.