MIRADA INTERIOR
Del movimiento
telúrico
A los demonios
desatados
El gobierno de
Aguirre: un gobierno de diálogo y razones
Por: Isaías Alanís
Todavía fresca la desaparición forzada de Eva Alarcón y
Marcial Bautista, qué pese a movilizaciones locales nacionales e
internacionales, no han sido ubicados y rescatados con vida. Hay testigos
presenciales aseguran que su rapto fue frente a fuerzas castrenses. Lo cierto
es que el comando que se los llevó, estaba entrenado y con capacidad de fuego.
Y de pronto, se movió la tierra. El sismo del sábado 10 de
este diciembre tórrido, trajo zozobra, muerte y dolor a los guerrerenses y
capitalinos. Se colapsaron edificios históricos: el Museo Regional Guerrero, la
catedral de la Asunción, el Palacio de Cultura Ignacio Manuel Altamirano”, cuya
estructura ya no aguanta su remodelación; edificios de comercios, bardas y
casas habitación. Se movió la tierra, Gurrero es el estado del país donde el
fenómeno sísmico es frecuente, aun así, no se le da prioridad a ejecutar los
planes de desarrollo urbano, ni se diseñan estrategias para prevenir los
estragos que causaría un cataclismo ya predicho por expertos sismólogos. ¿Qué
hubiera pasado en Guerrero, y
especialmente en Chilpancingo y Zumpango, de haber sido más largo el movimiento
telúrico del pasado sábado? Seguramente que miles de gente hubieran sido
afectados en su patrimonio y se habría tenido que lamentar la pérdida de vidas
humanas. Y todavía con la resaca del sismo, que dejó su huella en Guerrero, y
sin saber nada de los ecologistas desaparecidos, bajo el sistema autoritario de
Calderón que trata por todos los medios de conservar la presidencia para su
partido, en plena celebración guadalupana, una marcha de estudiantes de la
Normal “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, maestros, y organizaciones sociales
de indígenas y estudiantes de la UAG, que intentaron cerrar la Autopista del
Sol y la carretera Libre a Acapulco en el cruce de caminos que se forman a la
entrada sur de Chilpancingo, fueron salvajemente reprimidos por la Policía
Federal y la Ministerial del Estado de Guerrero, en un operativo donde la
disuasión fueron granadas de gas y humo, golpes y disparos que segaron la vida,
hasta la redacción de esta nota de dos estudiantes Jorge Alexis Herrera Pino y
Gabriel Echeverría de Jesús, originarios de Atoyac de Álvarez y Tixtla de
Guerrero, respectivamente. Se presume que hay dos más heridos de bala
hospitalizados en Chilpancingo en clínicas particulares y se había filtrado que
otro estudiante de nombre Edgar David Espíritu Olmedo, había fallecido, se
encuentra en un nosocomio de Chilpancingo, así como un trabajador de la
gasolinera “Eva” que apagó las llamas cuando jóvenes le prendieron fuego a una
bomba, que evitó una catástrofe en caso de que la gasolina de los tanques
hubiera estallado. Se filtra que hay 24 detenidos que son de facultades de la
Universidad Autónoma de Guerrero y de otras escuelas, así como gente que iba
pasando. Como al escritor Erik Escobedo que fue bajado de la combi y golpeado
por las policías. Se liberaron a 23 y sólo nueve son de Ayotzinapa. El que
supuestamente tenía en su poder un cargador de Kalasnikov, Gerardo Torres
Pérez, será remitido a la policía federal. ¿Podría ser más absurda esta tesis o
simplemente le sembraron el arma?
Producto de este acto brutal, se debe de investigar a la
Policía Federal y a la forma inescrupulosa de su actividad, sin coordinación
con la estatal. Atropellando las garantías de los manifestantes y causando la
muerte. Las marchas no se reprimen con balas sino con razones. El Gobierno de
Ángel Aguirre es un gobierno de diálogos no de balas.
Primero: se tienen que castigar con la aplicación de la
justicia a los culpables del doble crimen, a quien dio la orden y a los
ejecutores, sean policías ministeriales o federales, que vestidos de civil
dispararon a matar a la muchedumbre.
Segundo: la acción rápida
de Aguirre: el cese del Procurador, Alberto López Rosas y de Ramón Almonte Borja, Secretario de
Seguridad Pública. Falta echarles todo el peso de la justicia a los policías
federales o ministeriales que dispararon
a mansalva. Y el cese del jefe de la Policía Ministerial.
Después de seis años de olvido, el pueblo de Guerrero,
encontró en Aguirre Rivero a un interlocutor de calidad. ¿Quién metió las manos
y las balas en esta acción que bien puede ser concertada y teledirigida? ¿O
estamos ante una policía Federal y Ministerial torpe que actúa por su propia
cuenta en operativos de esta naturaleza?
¿A quién le conviene que el estado de Guerrero se incendie
como Sinaloa y Oaxaca, curiosamente donde hay gobiernos de coalición?
Como lo hemos manejado en otras entregas, ¿hay un complot
para boicotear las elecciones federales del próximo año, y actuar con mano dura
contra luchadores sociales, marchistas, ecologistas y cuanto se mueva en el
entorno social, discrecionalmente emanado de los Pinos, de las fuerzas
federales y los poderes fácticos ante una inminente derrota electoral?
El gobierno de Aguirre ha dialogado con los estudiantes de
la Normal Rural de Ayotzinapa, Tlachinollan, las viudas de Aguas Blancas y con
miembros de las etnias del estado, con organizaciones sociales y académicas.
¿Es el principio de acciones que intentan boicotear al gobierno y causar el
caos entre los guerrerenses previo a los comicios internos con una fuerza
tendiente a activar crímenes y violencia extrema en la entidad, con el fin de
sacar raja y desbancar a sus contrincantes políticos a como dé lugar?
¿Quiénes son los demonios que pretenden que Guerrero regrese
al pasado ominoso donde la vida humana valía un cacahuate?
Hoy más que nunca los guerrerenses deben estar unidos con el
gobernador emanado de una coalición de partidos y que en pocos meses ha demostrado
trabajo y progreso.
No más balas, que las razones estén por encima de todo.
Vivimos en un país de leyes y en un estado de tradición de lucha y acuerdos.
Los guerrerenses no tienen por qué volver a pisar la sangre
de inocentes.
Que los culpables sean castigados.
Que unos pocos no pretendan enlutar a un pueblo y a un
gobierno de muchos.