DELINCUENCIA
EN EL ZOCALO ATOYAQUENSE
Por Jorge Luis Falcón
Arévalo

Estudiantes que buscan como
matar el tiempo cobijado ante una nula autoridad, se refugian en el kiosco, que
les permite en la oscuridad del lugar y de la noche escarceos amorosos, ante la
vista de infantes y comerciantes que circundan el lugar de marras.
Sin ningún respeto a las
demás personas que buscar el lugar de esparcimiento y en complicidad con esa policía
que está para prevenir, los mozalbetes hacen de las suyas explotando y reventando
todo tipo de cohetones; que ponen en peligro la vida de niños y adultos que por
estar distraídos en sus pláticas, están a expensas de sufrir un accidentes
grave.
Los quejosos manifiestan que
han hecho llegar sus denuncias ante los propio policías y a algunos jefes de la
corporación pero estos están más entusiasmados en detener borrachines y gente
trabajadora que en entender que la inseguridad es generada por una autoridad
inepta, torpe, pusilánime y corrupta. Este flagelo es originada por una
escasa y cómplice prevención del delito
que se da en flagrancia, cuando los muchachos sin rienda en sus hogares o de
padres tan imprudentes e insensatos como ellos, exponen y someten la vida de
pequeños, ante la quema de cuetes de las llamadas ”palomas” y cohetones.
Una vez más, Atoyac es nota
de que aquí es cuna para prohijar la delincuencia, pues la autoridad modorra,
permite todo tipo de desmán.