Las elites del poder nos han
vendido a lo largo del tiempo la idea de que todas las estructuras e instituciones que se han creado por la
maquinaria social, son puestas a nuestra disposición para hacer nuestra vida
cotidiana mas cómoda y llevadera. Tal es el caso de la banca, un ente económico
compuesto por cientos de miles de empresas
y mentes cuyo único objetivo es el de alimentar la base económica de
nuestra sociedad. No obstante, puesta al servicio de mentes maquiavélicas la
economía parece golpearnos como la cola de un leviatán de las profundidades, y
mostrarnos que ante un gobierno corrupto y un sistema penetrado los ciudadanos
estamos vulnerables ante el embate de las organizaciones criminales.
Y es que la prensa ha
destapado recientemente que HSBC, una de las instituciones bancarias de mas renombre en México, se encuentra bajo investigación
por la presunta participación de varios
de sus ejecutivos en actividades de lavado de dinero del cartel de Sinaloa y sobretodo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Actualmente se sospecha que dichos
personajes podrían haber participado en
actos ilícitos con el fondo de la Fundación Carroll, que tiene fines
caritativos y en la que, al parecer se habrían lavado cerca de mil millones de
dólares, del crimen organizado.
Ante noticias como esta no podemos menos que meditar, si alguna vez se
pensó en todas las posibles aristas que una mal llamadas guerra contra el
crimen organizado traería, hoy vemos que “las ridículas minorías” de las que
tanto se jactaba el presidente Calderon, son poderosas organizaciones con la
capacidad de permear cualquier sector de la sociedad y enmascarar sus
actividades tras un velo de legalidad. Y peor que la cultura de la corrupción que
hemos alimentado durante tanto tiempo ha
dejado en situación de vulnerabilidad hasta las instituciones mas solidas que
durante años han presumido una reputación intachable y dejando para los
integrantes de clase baja el calificativo de corruptos.
Por supuesto seria imposible juzgar este problema y falta preparación
como endémico de suelo mexicano, pues en
Estados Unidos, en múltiples casos fiscalizados durante los últimos años,
bancos norteamericanos han confesado no haber cumplido con leyes y regulaciones
federales para controlar el lavado de dinero al participar en las trasferencias
de millones de dólares en fondos ilícitos provenientes del narcotráfico
mexicano.
Uno de los casos que mas ámpula
han causado en tiempos resientes es el de Wachovia Corp. antes el sexto banco
del país, comprado por Wells Fargo en 2008, y que ahora, fusionado con él es el
banco con más sucursales en Estados Unidos, ante un tribunal los representantes
legales de esta firma bancaria acepto que Wachovia no vigiló ni informó sobre
actividades sospechosas de lavado de dinero por narcotraficantes, incluyendo
fondos para la compra de por lo menos cuatro aviones en Estados Unidos, que
transportaron un total de 22 toneladas de cocaína.
Pero si el hecho de que los sistemas financieros no están lo
suficientemente blindados no fuera un riesgo ya lo suficientemente grande
documentos del proceso afirman que los ejecutivos del banco sabían desde 2004
del riesgo, pero a pesar de las advertencias permaneció en el negocio, tal vez
porque, ante tal desorden, ante tal falta de incapacidad, el rapaz interés
económico supero al de la ética. Mientras los gobiernos siguen tratando de
impresionar con sus despliegues tácticos, y su armamento nuevo, valdría la pena
voltear un poco la mirada hacia un sector sin el cual el crimen organizado
verdaderamente incapacitado, los enormes flujos de dinero que son el alma y la
sangre de tan violento negocio.