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domingo, 18 de marzo de 2012

FERMÍN ALVARADO Juan López


Hubo un tiempo en que ser candidato del PRI era igual a ser gobernante de tal o cual Entidad. La democracia modificó dicha cláusula. Hoy, pese a la popularidad, capacidad y experiencia política de Fermín Alvarado, no deja de ser simplemente un candidato por el PRI a la presidencia municipal de Acapulco. En un escenario de gran competitividad electoral, otros partidos tienen también precandidatos que pueden con sus atributos públicos, ser elegidos por los electores el día de los comicios.
   La ventaja en este caso es de los ciudadanos. Nunca quizá hemos tenido en Acapulco la oportunidad, como en estas votaciones de elegir a uno, entre los varios candidatos, que sume con tanta veracidad social, los anhelos de los acapulqueños por proseguir con el ritmo de trabajo, en obras y servicios, que nos son benéficos para el municipio.
  Fermín Alvarado es el tema editorial de este artículo, por ser el único de los candidatos oficialmente anunciado por su partido, como triunfador en la encuesta que lo determinó; 
mientras el resto de los participantes esperan convenios y acomodos internos de sus intereses e instituciones, sin dejar de anotar que el PRD y ex Convergencia tienen lo suyo en cuanto a personalidades de buena fama pública que se disputan la nominación en lo interno o en vías de coalición: David Jiménez Rumbo, Evodio Velásquez Aguirre y Luis Walton Aburto, los más visibles y los más importantes en el ánimo público.
   En las actuales condiciones sociales, políticas y económicas para ganarse el voto de la población, el triunfador al final de la jornada será Acapulco. Los abanderados deben proponer desde ya, soluciones de interés general. Hablar en serio a la sociedad. No jugar con mentiras. No abusar con la paciencia ciudadana. Mantener los pies en la tierra y no soñar con ofertas políticas que estén fuera de la realidad y capacidad de la autoridad municipal. El mejor resultado es el que se sustenta en la razón y en la verdad
   La utopía electoral es un ingrediente saludable en la política siempre y cuando se utilice sin abuso. Muchos de los problemas urbanos y sociales que en Acapulco padecen desatención, tienen solución si despertamos en nosotros y en la autoridad, la voluntad política que se ocupe de ellos. No podemos negar que el atraso y el subdesarrollo que subsiste en nuestras comunidades, se debe en mucho a la indolencia de la que hemos sido obsecuentes practicantes, pasivos silentes y de tolerancia mediocre.
   Cualquiera que sea el elegido por las mayorías electorales, Fermín Alvarado u otro, nada podrá hacer por Acapulco si además de la copiosa votación que requiere para legitimar sus acciones y su programa de trabajo, no conlleva como un valor agregado, la colaboración intrínseca de los acapulqueños que esperamos y anhelamos un hábitat superior para el Acapulco de nuestras nuevas generaciones.
   Las elecciones del 1º. de Julio son un trámite jurídico que se cumple para que el poder político tenga total legalidad. El pueblo a través del voto ciudadano otorga al gobernante que recibe la mayoría sufragante, la fe pública que necesita para que como nuestro apoderado ejerza la autoridad en nuestro nombre y representación. Con esta norma hay que endosarle también la confianza, la libertad, el afecto y la seguridad, de que sabrá hacer de Acapulco, nuestro hogar colectivo: ciudad de nuestros intereses sagrados, sede de nuestras familias y epicentro de la voluntad de amar de todos sus hijos.
  Si al concluir en Julio los trámites electorales y el periplo proselitista Fermín Alvarado alcanza la suma de mayoría requerida para la gobernabilidad de Acapulco, el indicador será de un buen indicio para los próximos tres años de gobierno en nuestro municipio.

   PD: “Qué fácil es gobernar. Sólo hay que hacer lo que el pueblo mande”: Pericles