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martes, 17 de abril de 2012

BAJO FUEGO Nuevo Partido Por José Antonio Rivera Rosales



Con la designación de candidatos a modo en los 28 distritos electorales locales, así como la disposición discrecional de las primeras posiciones plurinominales en el Congreso, además de similares decisiones en los municipios más importantes de Guerrero, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) arribó a un punto de quiebre que lo sitúa peligrosamente al borde de la extinción.
   Con la entrega de candidaturas perredistas a socios, amigos, empleados y  parientes, el grupo que ostenta formalmente la dirigencia nacional y estatal  del PRD terminó por hundir un noble proyecto político surgido en 1989 precisamente como antítesis de la vetusta, corrupta y autoritaria élite política que gobernó al país durante 75 años, de la cual por desgracia asimiló -en apenas unos años- truculencias, vicios y engaños que ahora ejerce sin el menor rubor en contra de su propia militancia y, por extensión, contra la ciudadanía.
   Con este proceder, con los que la cúpula perredista muestra su verdadero talante, resulta entendible que el PRD se haya convertido en lo que ahora es: una carcasa llena de podredumbre y corrupción que se vende al mejor postor -en este caso, al gobernador Ángel Aguirre Rivero- para satisfacer las ansias de poder y codicia de una nueva élite política estatal que detenta el poder, en colusión con los liderazgos de las tribus mayoritarias al interior de ese partido que, hasta hace poco, parecía representar a la izquierda en México.
   Pero esta corrupción inaudita no surgió de la nada: cuenta con acta de nacimiento suscrita por la dirigencia nacional perredista que ostentan dos corrientes o tribus que mantienen en su poder la estructura de dirección del PRD:  Nueva Izquierda, regenteada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, los llamados Chuchos, así como Dolores Padierna, quien junto con su esposo René Bejarano personifican la imagen de la corrupción que, hace algunos años, estigmatizó al PRD en el entorno político nacional e internacional.
   Esta farsa de las candidaturas, como fue llamada por analistas locales, se escenificó en un contexto en el que con premeditación, alevosía y ventaja se simuló un modelo de legalidad que pretendió engañar a su propia militancia para distribuir las candidaturas entre un grupo selecto en el que se articulan  los intereses de la cúpula estatal, símil abyecto de lo acontecido en el contexto nacional.
   En reemplazo ilegal e ilegítimo del Consejo Estatal Electivo (CEE), el gobernador Aguirre Rivero de acuerdo con David Jiménez, Carlos Reyes, Sebastián de la Rosa, Evodio Velázquez y Víctor Aguirre se constituyeron, la tarde del domingo primero de este abril, en una suerte de colegio electoral que dictaminó quiénes debieran ocupar las candidaturas para diputados y alcaldes.
   El propio mandatario confirmó su intervención grosera e ilegal en la vida de un partido político con el supuesto de que, según los actores involucrados, asistieron a ´´consultarlo´´. A propósito de ello nos preguntamos: ¿qué es lo que tenían que consultar los líderes de las tribus dominantes con el gobernador? ¿Era el gobernador, en ese momento, parte del Consejo Electivo del PRD?
   De esta manera, un cónclave ilegal de notables -una reunión de amigos, debemos decir- decidió el reparto de decenas de candidaturas a socios, subordinados y allegados, sustituyendo a los 200 delegados estatales del CEE que debieron sesionar para debatir, en un ambiente de libertad, sobre las decisiones de quienes honrarían las citadas candidaturas.
   Carlos Reyes Torres, el dirigente estatal del PRD, se limitó acatar la decisión a sabiendas de que esta práctica criminal, inédita en la historia del PRD, llevará a ese instituto político a la pérdida de los comicios concurrentes de julio próximo, con las consecuencias funestas que se adivinan: el triunfo de la derecha más recalcitrante que ha asolado al país desde los tiempos del gobierno nacionalista del general Lázaro Cárdenas, sea ésta representada por el PRI o por el PAN. Para el caso es lo mismo.
   Sin exageración alguna podemos afirmar que esta decisión de la nueva elite política que sojuzga a Guerrero, promovida por Los Chuchos en todo el país, podría cancelar nuestra viabilidad política como nación.
   En este concierto, los liderazgos de las tribus mayoritarias impusieron cada una su cuota en las distintas posiciones, desplazando de esta manera a militantes históricos que, como Eloy Cisneros Guillén, jamás tuvieron la oportunidad de ser tomados en cuenta.
   Así, decenas de aspirantes con mejores prendas fueron hechos de lado para beneficiar a quienes sirven a esta nueva élite neoliberal, la misma que está por convertir a Guerrero en un territorio feudal para capitales foráneos, que sólo vienen a depredar regiones con ancestral presencia indígena como La Montaña o la Costa Chica.
   Del mismo modo, la paridad de género exigida por la ley fue desdeñada por los jefes de las tribus mayoritarias, haciendo de lado a mujeres con un perfil extraordinario, de la talla de Martha Obeso, Florentina Rosario o Martha Sánchez, esta última líder emblemática del feminismo indígena.
   No se diga con el caso de los pueblos indígenas, a los que se apartó de manera ofensiva como si se tratase de ciudadanos de segunda, con consecuencias que ahora saltan a la vista: dirigentes naturales de más de 30 municipios con un inequívoco componente indígena o afromestizo, se aprestan a elegir a sus autoridades por la vía de los usos y costumbres.
   Es decir, estamos ante un rechazo rotundo a la intromisión de los partidos políticos en la vida de las comunidades originarias.
    En concreto, ello se traduce en la decisión de dirigentes de decenas de comunidades de 26 municipios con predominancia indígena, más otros 4 con población  afromestiza, de desconocer el proceso electoral de julio próximo, dando paso a un proceso de elección de autoridades propias, según anunciaron liderazgos reconocidos como Bruno Plácido y Erasto Cano, fundadores de la Policía Comunitaria, movimiento autonómico insignia de la autogestión indígena.
   Pero si alguien pensara que se trata simplemente de una mueca de inconformidad pasajera de algunos grupos que se identifican con el PRD, habrá que tomar en cuenta que esta nueva expresión social cuenta con el respaldo de los comisarios municipales, comisariados y principales (los ancianos de cada comunidad) de aproximadamente 600 poblados indígenas en la región de La Montaña.  
   Estamos, pues, ante una gran ruptura de los pueblos originarios con el partido emblemático de la supuesta izquierda en el país, diferendo que viene a confirmar lo que algunas comunidades indias debatían hace por lo menos una década: que los partidos políticos no los representan y, por el contrario, sólo han dañado el tejido social de la comunidad.
   Pero, decíamos, todo este pandemónium tiene una marca de origen: de acuerdo con información que ha comenzado a trascender, este proceso de apropiación de candidaturas estaba previamente acordado por las dirigencias nacionales, especialmente en Nueva Izquierda (NI).
   Una infidencia reciente de una prominente líder que forma parte de la cúpula de NI permitió saber que en una fecha indeterminada, las dirigencias de Nueva Izquierda con Los Chuchos a la cabeza, en acuerdo con Los Bejaranos, acordaron repartirse las candidaturas como un acto de sobrevivencia.
   Esa prominente líder se llama Beatriz Mojica, cobra como secretaria de Desarrollo Social en el Gobierno de Guerrero y es, además, parte representativa de la tribu de Nueva Izquierda.
   Esa dirigente-funcionaria comentó en una reunión privada que al seno de esa corriente, “desde hace mucho” se habían puesto de acuerdo en repartirse las candidaturas entre líderes, familiares, allegados y subordinados como un acto de “sobrevivencia”, dado que en estas elecciones el PRD va con un “candidato perdedor”, en referencia obvia a Andrés Manuel López Obrador.
   Según esa visión por adelantado, las tribus que gobiernan el PRD dan por seguro la derrota de López Obrador en julio próximo y, por tanto, están apretujando un cargo de elección popular que les permita la subsistencia económica para después de las elecciones, en las que se prevé una derrota estrepitosa de ese partido.
   Así pues, desde siempre se trató de que los dueños de ese partido se garantizaran un cargo, sea en el reparto de las fórmulas plurinominales -es  decir, diputados y senadores seguros-,  como en la vía de elección directa, particularmente en los distritos de votación garantizada para el PRD. Con ese criterio fueron repartidas las candidaturas.
   A ello se debe, por ejemplo, que Angélica de la Peña -esposa de Jesús Ortega- haya sido colocada en un cargo plurinominal al Senado, lo que le garantiza un jugoso ingreso por los próximos seis años, o que Teresa Mojica, hermana de la secretaria de Desarrollo Social del gobierno de Guerrero, ocupe la única postulación a diputada federal plurinominal por cuota de género en Guerrero. Todo estaba previsto.
   Tal como lo previeron sus líderes, esto significa que el PRD tiene su certificado de defunción asegurado para julio.
   En agosto, como ya lo están discutiendo liderazgos cercanos a López Obrador, comenzarán los preparativos para integrar un nuevo partido político, cuya estructura estará lista para enero próximo, según trascendidos. Del PRD sólo quedará la carcasa. Lástima.