Emocionado, orgulloso
de servirlos, las últimas semanas Felipe Calderón se ha regodeado en sendos
homenajes que le han rendido las élites financiera y empresarial de México.
Primero fue durante
la Convención Nacional Bancaria que se llevó a cabo en el puerto de Acapulco la
tercera semana del mes en curso, donde los representantes de la élite
financiera lo ovacionaron de pie, mientras le entregaban una placa “por su
destacada gestión de gobierno 2006-2012”.
Después, el domingo
25, fue cobijado por la cúpula empresarial agrupada en el Consejo Coordinador
Empresarial (CCE), uno de los organismos cumbre del sector privado mexicano.
Y cómo no van a
reconocerlo, si ha sido el sector privado oligárquico el que mejores
rendimientos ha obtenido durante el mandato de este presidente afanado en
combatir una de las vertientes del crimen organizado, al mismo tiempo que
solapa los beneficios que la delincuencia genera en los diferentes sectores de
inversión, donde crimen y negocio se desdibujan y llegan a constituir una sola
cosa.
En tal sentido, los
beneficios financieros del crimen
organizado -no sólo del narcotráfico- han devenido en el fortalecimiento de
algunos sectores de la economía como la banca, los intermediarios financieros,
el sector inmobiliario y el turismo.
Por eso es bastante
explicable que, en un contexto de pobreza generalizada, los banqueros hicieran
un reconocimiento desmedido al presidente
Calderón por su combate a la
delincuencia organizada, durante la ceremonia ex profeso en aquella Convención
Nacional Bancaria de Acapulco denominada precisamente Estabilidad Política y Financiera en México: variables de éxito ante la
incertidumbre global.
En tal ocasión, ante los barones del dinero, el jueves 17 Calderón
se explayó diciendo que dejaba una “economía competitiva” y, ante la cúpula
empresarial una semana después, aseguró que el crecimiento económico de la
última década -es decir, durante los gobiernos panistas- “ha sido el máximo en
los últimos 50 años”.
Los banqueros,
representados por el presidente en turno de la Asociación de Banqueros de
México (ABM), Jaime Ruiz Sacristán, fueron bastante explícitos durante su
encuentro con el jefe político del estado mexicano, a quien reconocieron su
“decidido apoyo a la banca”.
Dijeron, entre otras
cosas: “Todos sabemos que el combate al crimen organizado ha implicado enormes
costos para nuestro país”, en referencia a los más de 60 mil muertos y
desaparecidos producidos a lo largo del sexenio calderonista.
Sin embargo, “si bien
es cierto que ha sido doloroso, también es cierto que ha sido necesario hacer
frente a este desafío con toda decisión”, razón por la cual “aplaudimos el
valor y la firmeza con los que el presidente y las fuerzas armadas han
defendido el orden legal, las instituciones y ante todo a las familias
mexicanas”, remató el representante de la élite financiera, industrial y
empresarial de México.
Tras su vehemente
discurso, los banqueros refrendaron sus palabras con una larga ovación de pie a
Calderón, quien recibió con innegable beneplácito la despedida de los ricos de
México, para quienes trabajó arduamente a lo largo de estos seis años en que su
lucha contra el narcotráfico causó más
de 60 mil muertos y desaparecidos, que igualmente están muertos, aunque debemos
decir que algunas fuentes creíbles tasan en 70 mil el número de víctimas.
Ahí, de pie, estaban
Ruiz Sacristán acompañado por personajes como Fernando Solís Soberón, por las
organizaciones de seguros e intermediarios financieros; Claudio X. González,
del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios; Alberto Espinoza de la Coparmex,
Jorge Dávila de la Concanaco y José Méndez Fabre por los intermediarios
bursátiles y casas de bolsa.
Esa actitud hipócrita
de los banqueros y los empresarios equivale a decir: “lo sentimos por quienes
murieron, pero la verdad que buenos negocios hicimos en tu gobierno”.
Para dar una idea del
desastre social causado por Calderón, habrá que mencionar que durante la guerra
de Irak, el gobierno norteamericano ha contabilizado entre 5 y 6 mil infantes
de marina caídos en aquel conflicto armado.
En México llevamos
más de 60 mil muertos, sólo que oficialmente no somos un país en guerra.
El agradecimiento de
los banqueros se explica a partir de información que difícilmente circula al
público, pero que permite dar cuenta de la manera en que, a querer o no, el
crimen organizado se ha venido a transformar en un pilar financiero de la
economía.
Datos filtrados en
abril pasado por la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, así como por
otros organismos financieros, apuntan a que durante 2011 más de 10 mil millones
de dólares circularon por la economía provenientes de negocios ilícitos. Otras
fuentes tasan entre 15 mil y 30 mil millones de dólares los que el crimen
organizado, no sólo el narcotráfico, mueven en el país.
Datos citados
recientemente por el columnista Jorge Medellín, especializado en temas
militares y de seguridad nacional, provenientes de un estudio de noviembre de
2011 del Banco de México, establece que en los últimos gobiernos federales se
lavaron en el país más de 45 mil millones de dólares.
El término “últimos
gobiernos federales” parece referirse precisamente a los gobiernos de Vicente
Fox y de Felipe Calderón.
Y, nos preguntamos,
de qué manera “se mueven” esos miles de millones de dólares de procedencia
ilícita por el país, si no es que a través del sistema financiero. De ese tamaño,
pues, resulta ser el mercado de bancos, intermediarios y grandes negocios inmobiliarios
en el país, incluido el turismo, fachadas que permiten exportar esos capitales,
ya blanqueados, fuera del país para mantener a salvo a sus beneficiarios. Así,
cómo no van a estar agradecidos los banqueros con el gobierno de Calderón.
Hasta el cansancio,
Eduardo Buscaglia ha dicho que si Calderón de veras quería combatir a la
delincuencia organizada, entonces debió comenzar por rastrear sus activos,
tanto flujos de efectivo como en bienes inmuebles, que son la fuente de su
poder corruptor y su poder de fuego.
Pero eso equivaldría
a investigar al sector financiero, al que Calderón no estaría dispuesto a tocar
ni con el pétalo de una averiguación previa. Porque si así fuera, entonces los
verdaderos señores del narco, los de cuello
blanco, estarían obligados a mostrarse como lo que son: mercenarios al
servicio del dinero, al igual que su benefactor, el poder público.
Ante el CCE, Calderón
dijo que durante la última década, es decir, la de los gobiernos panistas, la
economía mexicana ha crecido como nunca en los últimos 50 años.
No es así: durante el
sexenio de Calderón la tasa promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto
(PIB) ha sido de 1.8 por ciento, la más baja desde 1982, cuando Miguel de la
Madrid mantuvo una tasa promedio de 0.18 por ciento, aún más baja que en el
gobierno actual.
Para establecer un
comparativo, habrá que decir que la tasa de crecimiento promedio de la economía
durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari fue de 3.91 por ciento,
mientras que con Ernesto Zedillo alcanzó 3.53 por ciento. Con Vicente Fox la tasa
cayó a 2.15 por ciento.
Así, con 2.15 por
ciento durante el gobierno de Fox y 1.8 con Calderón, en realidad los gobiernos
panistas han sido realmente un desastre económico sólo superados en 1982 por el
mediocre gobierno de De la Madrid.
Entonces ¿cuál
crecimiento record de la economía, cuál economía competitiva, más que para los
grandes empresarios?
Al paso de estos
gobiernos mitómanos y con más de 70 millones de pobres, pronto estaremos al
borde de un estallido social. ¿Alguien lo duda?