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miércoles, 16 de mayo de 2012

ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN. ¿HACIA DÓNDE EL ESTUDIANTE VA? Por Jorge Luis Falcón Arévalo*




 Vital para que el estudiante se realice y tenga plena convicción de la importancia de su labor en la sociedad. Por consiguiente, en la universidad, las personas aprenden a realizarse y finalmente se realizan, explotando sus mejores habilidades de manera íntegra.
¿Hay lugar aún para la filosofía en la Universidad? ¿En un mundo globalizado con continuos avances científicos, tecnológicos e informáticos aún se busca con inquietud el saber y el sentido de las cosas? ¿De qué manera la universidad influye en esa búsqueda y qué papel cumple en el proceso enseñanza-aprendizaje?
En primer lugar, no se trata de buscar la utilidad de la filosofía para las carreras profesionales, sino de rescatar su aporte para el perfil del estudiante universitario como persona antes que como especialista o mero técnico. Un profesional debe tener una visión filosófica, de lo contrario no sabrá el sentido que tiene su carrera en la totalidad de las cosas y el significado que ésta implica en un puesto social y de acción. El profesional que se pregunta ¿Por qué soy médico, por qué soy ingeniero…y para qué soy ingeniero? Lo hace justamente porque tiene espíritu filosófico. Algunos, claro.
Desde hace más de una década, las estructuras de los planes de estudios han venido sufriendo transformaciones; pero más desmantelando materias importantes que habrán de darle al profesionista un sentido crítico y filosófico de su especialidad.
De importancia vital para la formación de un estudiante, se requiere restituir materias tan esenciales como civismo, lectura y redacción, lógica, ética y filosofía; pues ante ello la falta de pensamiento crítico, es uno de los problemas observados que repercute en el aprendizaje significativo de los educandos. Esto puede ocasionar otros problemas de orden cognitivo y afectivo, como ser: La poca participación de los estudiantes, la falta de análisis entre otros.
Las alianzas que se requieren  son de parte del gobierno con los  padres de familias. Coaliciones en donde permee el interés sano de lograr un mejor educando que sea útil a la sociedad. La acción docente necesita estar vinculada con la finalidad de la educación, en correspondencia con el producto que se quiere obtener, al establecer un modelo que conlleve al perfil del docente deseado, reflejando lo óptimo del ser humano y acorde con las necesidades de la sociedad. A la par poseer una base filosófica, amplia y bien estructurada, que le permita al docente conformar su propia ideología.
Hay dispersión de estudiantes, ante la nula creación de empleos, causado esto por el Tratado de Libre Comercio que en sus partes precisa que las empresas extranjeras habrán de instalarse precisamente como premisa de ese convenio, dándoles quehacer laboral a los “trabajadores mexicanos”. Puestos que no se requiere de una carrera profesional, pues los empleos otorgados son de tercer a quinto nivel.
Es muy conocido el caso del maestro que le señala la luna al discípulo con el dedo y el discípulo en lugar de ver la luna sólo puede ver el dedo. Es necesario restablecer la pedagogía en la educación. Y el pronto retiro de dirigentes que se autonombran vitalicios, pues ello ofende a los mexicanos bien nacidos, bien educados, bien instruidos, cuando con esas actitudes autoritarias se miente en el quehacer de la democracia. El magisterio debe ser asumido por los maestros más preparados, que los hay; no por los gandallas.
¿Qué futuro le espera a los egresados, cuyos padres de familia invierten demasiado dinero en la educación de sus vástagos, para caer en las garras de la corrupción magisterial que como la sarna tiene infectada a nuestras instituciones educativas?
No hay que quedarse viendo al dedo, debemos objetivar más allá, dar el salto a la luna para contemplarla y estudiarla.
consultor en administración, comunicación y educación
www.gradoceropress.com