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lunes, 30 de julio de 2012

ACAPULCO, SUS PLAYAS… Por: René López Victoria


Nuestras playas, refiriéndonos  exclusivamente a  las  que son  bañadas por    las  cálidas  aguas  de la   mundialmente famosa  Bahía de Acapulco,   son conocidas por  su  mayor o menor  belleza y  por    la calidad  o nivel de  esparcimiento   que mediante prestadores  de servicios turísticos    otorgan  a los miles de    visitantes  durante su estancia en ellas .
Esas playas Porteñas,  donde  crecimos y  aprendimos a nadar  antes que  en una alberca  y donde  sabíamos  con los ojos cerrados en cuál de ellas  nos encontrábamos,   con solo  palpar la arena por sus diferentes texturas al tacto;   porque  la arena  de la“  Condesa”   no es la misma que la de “Hornitos”, “Hornos”  o  “Caletilla”;  donde  tuvimos el privilegio de  vivir, crecer  y disfrutar el Acapulco,  de los años cincuentas, sesentas y los dorados setentas.

 A  partir de los  ochentas,   es cuando   testificamos   cómo las complacientes autoridades  legalizaron lo fraudulento,  y  a partir de esa década se  abusa o cobra exageradamente por   servicios  deficientes,  de mala calidad  o  inadecuados  que   además de dar  una pésima imagen nacional o internacional,    arriesgaría   el futuro de  la industria más  noble  y  que mayores beneficios nos ha dejado,   lesionando  al Acapulco turístico que desde entonces no puede estar peor.

La franja  turística de  playas,   que administración tras administración sin importar los colores  del partido que gobierne,  se encuentra desatendida,  colmada de vendedores ambulantes  y  de basura por doquier, mostrando un rostro muy distinto al ideal,   lleno de estructuras metálicas, oxidadas y bamboleantes,   forradas    con telas decoloradas y rotas en su gran mayoría  junto a un mobiliario plástico tan deteriorado y sucio que de ninguna manera justifica los altos precios que se exigen para su uso.
A mitad de la temporada veraniega  de éste   2012,  seguimos preguntándonos  quienes   se beneficiaron  con el cambio de las  tradicionales sombrillas de palapa con  mobiliario de madera que además de dar trabajo permanente a muchos paisanos,   dieron identidad propia  a nuestras  playas  hasta antes de ser  suplidas por esos actuales esperpentos de lona azul.


Seguimos constatando, también,   los cobros  estratosféricos de restauranteros,  quienes  “no se dan cuenta” que sus meseros,   al margen del precio normal  verificable dentro del negocio,   ya en la playa,  lo duplican o triplican,  aplicando el criterio de “según el sapo es la pedrada”. Consecuentemente,  al abandonar el lugar  y   con cajas destempladas - luego  del abuso-  es posible escuchar al visitante,   jurar  no volver nunca más.
Desde ésta óptica, podemos afirmar que la fama  de Acapulco,  que comenzó en sus playas con la nobleza honrada  como práctica cotidiana   de prestadores de servicios  y autoridades,  quienes    atrajeron  en su momento no solo  a las personalidades más importantes del horizonte mundial  artístico, intelectual, político, etc.  sino que Influyeron  favorablemente en los flujos de turismo  internacional  convirtiendo a Acapulco y  a sus playas  en un  inmenso  polo de atracción mundial.

Por lo tanto,   es en esas playas,  a salvo de  la inseguridad  y violencia desatadas, hasta hoy,  en donde podría  darse el principio de la solución a la problemática actual,  mediante  un  programa permanente, tendiente a recuperar  aquellas características originales y por ende el prestigio perdido.
Sin ninguna duda,  municipalizar la dependencia encargada de operar en esa franja,  reponer las palapas y sillas de antaño,  con su mantenimiento puntual,  el mejoramiento del saneamiento integral  y  así como sancionar a los abusivos prestadores de servicios, podrían ser nuevamente un  buen principio…

renelopezvictoria@yahoo.com.mx