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martes, 25 de septiembre de 2012

LOS DOS HOYOS DEL (AÚN) ALCALDE ATOYAC BELLO GÓMEZ

De acuerdo a la Ley en la entrega y recepción de administraciones gubernamentales y recordada por el Contralor del Gobierno de Ángel Aguirre Rivero, en Guerrero, Julio César Hernández Martínez, "Los presidentes municipales tienen la obligación por Ley y porque son presupuestos etiquetados, deben pagar la última quincena y al aguinaldo" Clara y contundente la sentencia del funcionario estatal; agregando que “de no cumplir se procederá a aplicarles la misma Ley.

Carlitos Armandito Bello Gómez, lamentablemente presidente municipal de esta comarca cafetalera, tuvo el incorrecto momento y mal entendió o distorsionó las preliminares clases de contabilidad –y se lo digo como maestro universitario- que son las de guardar ética en los quehaceres laborales. Como son: Ética, Derecho Empresarial y Contabilidad Gubernamental, por nombrar algunas materias específicas. Pues los números no le cuadran; las “etiquetas” presupuestales violadas; el dinero de la sociedad -el de obra social- lo “revuelve o entendió mal el termino “lo mezcla” con el propio-, (para sentirse rico o tal vez millonario seductor), no es la suma de lo aplicado. En fin, que se enredó el contador, pero para sus bienes personales.

El señalado ni ha pagado a los trabajadores sus salarios, menos el aguinaldo, pues como al tramposo, el dinero se le hizo agua y se le diluyó entre las manos. Y eso tiene un nombre en la Ley; pero más, ante las autoridades judiciales. Él lo sabe y debe responder como funcionario. El tiempo se acorta, y las prisas no le alcanzan. Menos a su séquito de personalidades de la contabilidad que al igual que él, la lista de la nómina la escondieron tan bien. . . ¡que no la encuentran! Gajes del oficio. Como maestro, los repruebo, sin derecho a examen extraordinario.
Hoyanco, frente al Cbetis//Foto Grado Cero Press,
Pues resulta que el presidente; bueno, el servidor público, no ha pagado nada; pues el dinero no le aparece. Ni el gobierno federal le ha dado dinero, pues le conocen sus mañas. Lo mismo la entidad federal, que le ha retardado el billete, para “saldar” lo que él dice que debe y no la realidad que debe.

Hombres y mujeres de la libre empresa, negociantes, maestros de obra, profesores de talleres, prestadores de servicios de diversos giros, le demandan pagos de manera y forma inmediata, a quien con labia le solicitó y aquellos de buena fe, le otorgaron enseres y servicios. Hoy, solo requieren saldar esos servicios. ¡Pagar! ¡Cobrar!

Desconociendo los afectados las malas costumbres, los adulterados hábitos y las conductas dispersas que conforman la ética del mencionado, pues son los resultados que hoy exigen y emplazan al pago inmediato de las deudas. Ante el fraude cometido, por Bello Gómez, se espera que haya una autoridad que asuma su creíble papel para avanzar en la democracia.

Distanciado de quien se dijo traicionado, el senador Armando Ríos Piter -uno miente y el otro engaña- ello le cerca y cierra el paso para lograr contactos creíbles que puedan ayudarle en este difícil transitar que lo alejó de una añorada diputación local. Entre la espada y la pared, por el PRD, que hizo como el estómago los alimentos y de una Morena, alejado como bicho raro, por su refrendable traición y deslealtad a quienes les apoyan, lo mantienen alejado, retirado. El primer edil se asemeja a la anécdota del alacrán y el caimán; así es su naturaleza. Hoy enfrenta discordias y apasionamientos.

Ah!, los dos hoyos que nunca pudo cerrar Carlitos Armandito, fueron, el localizado frente al Cbetis 216, sobre el bulevar “Juan Álvarez” del carril para transitar para salir de esta ciudad, mismo que por no contar con la responsabilidad de realizar su trabajo -pues como se observa no vino a trabajar por Atoyac, sino a estabilizar la economía de los Bello y demás familia- para poder apuntalarlo y pavimentarlo. Lo que provocó infinidad de accidentes vehiculares y humanos. El último una unidad de un circo que ya se iban de la ciudad, tuvo la “osadía” de caer en ese hoyanco “pinche chofer, que no se da cuenta” dicen que dijo al enterarse del hecho.

Y el otro hueco, el de su bolsillo, que no tuvo llenadera. . .