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domingo, 3 de febrero de 2013

Entresemana Oportunismo legislativo Por Moisés Sánchez Limón

Salvo contadas excepciones, las comisiones especiales creadas en el Congreso de la Unión al calor de algunos temas de interés social o para atender problemas de alto impacto nacional, como fue el del Fobaproa , han servido sólo para engordar a la burocracia legislativa, viajar y gastar dinero y saliva.
En la naciente LXII Legislatura federal se amplió el número de comisiones a 61 ordinarias y siete especiales en el Senado; en la Cámara de Diputados creció el número de comisiones ordinarias de 44 a 56, además de 27 comisiones especiales.
Indudablemente cada comisión ordinaria, con facultades dictaminadoras tiene un fin específico; no siempre con resultados de impacto social. Las comisiones especiales, suelen pasar inadvertidas, mas no su costo con cargo al presupuesto camaral.
Hay 128 senadores y 500 diputados federales que, debieran ser altamente productivos según su presunta eficiencia laboral a partir de su perfil académico, político y remunerativo. Por lo regular menos de 10 por ciento de los diputados y un porcentaje un poco mayor de los senadores destaca, es participativo y productivo.
Hay senadores y diputados que presumen de alta productividad, pero es hiperactividad que los lleva a presentar iniciativas de imposible procedimiento, o que de plano son copias de otras presentadas en pasadas legislaturas o en la misma pero con otro nombre.
Está el caso de Jorge Kahwagi que, cuando fue diputado federal por el PVEM y luego por el PANAL, presumió altísima productividad, aunque las iniciativas que presentó se quedaron en la congeladora o simplemente desechadas por improcedentes. Martí Batres se fusilaba sus iniciativas de la ALDF. Los diputados y senadores no arrastran el lápiz en el armado de sus iniciativas; se da el caso que luego ni las conocen.
Un grupo de asesores y el secretario técnico de cada diputado elabora esas iniciativas o los famosos puntos de acuerdo que atiborran las órdenes del día de sesión.
Bajo este esquema vale preguntar si estos diputados y senadores tendrán tiempo para echarse la responsabilidad de una comisión especial como la propuesta por el senador perredista Luis Miguel Barbosa Huerta, de crear una integrada por representantes de todas las bancadas para dar seguimiento a las investigaciones del accidente ocurrido en las instalaciones administrativas de Petróleos Mexicanos.
Eso se llama oportunismo legislativo. ¿Barbosa, es abogado o perito? ¿Qué senador es experto en desastres? ¿Una comisión especial más?
Por supuesto hay legisladores vacunados contra el boteprontismo declarativo para quedar bien o para acarrear agua al molino propio en busca del posicionamiento en aras de la gubernatura o el cargo en el gabinete federal o estatal.
Y se reconoce al diputado cuando dice la verdad, se sincera y aparta de rollos como los del senador Barbosa y la pléyade que le aplaude hasta la sonrisa.
El viernes último, al diputado federal panista Juan Bueno Torio se le requirió opinar en torno de la propuesta perredista de crear una comisión especial o grupo de trabajo para atender el caso Pemex. Se le reconoce lo dicho y que muchos, muchos senadores y diputador debieran atender.
“Mira, es la verdad, ante un hecho como éste, qué podemos investigar los legisladores que no tenemos capacidades para conocer a fondo lo que ahí sucedió (…) crear una comisión en la Cámara de Diputados para investigar, pues yo creo que en este momento les vamos a quitar el tiempo y atención a las personas que están haciendo su trabajo (…) doy foto de confianza al personal de Pemex, de la PGR del Distrito Federa (…)
“(…) en este momento considero ocioso e inoportuno tratar de sacar raja política de una desgracia de muchas familias y de una desgracia para el organismo paraestatal de Petróleos Mexicanos”, dijo Bueno Torio y me sumo por la afirmativa. Conste.