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martes, 24 de septiembre de 2013

Médula El Tzompantli de Manuel Por Jesús Lépez Ochoa

Si hubiesen de rodar cabezas de los responsables de los daños ocasionados por la  tormenta Manuel, necesitaríamos mínimo  un Tzompantli para lucirlo  en el Templo Mayor de la Ciudad de México, aunque sea a un costado de la Catedral porteña en Acapulco, en el zócalo de Chilpancingo o Tixtla.

En la cultura azteca, como sabemos, se acostumbraba sacrificar a los  cautivos para honrar a los dioses. No era cualquier prisionero. Los capturados de las tribus enemigas debían pelear entre sí a muerte, y el vencedor, el mejor guerrero, era el elegido para extraerle el corazón a través de un corte que desde el vientre se le hacía con cuchillo de pedernal por donde el sacerdote metía su brazo hasta arrancarle dicho órgano.

La ofrenda no terminaba ahí. El cadáver sin corazón era arrojado por las escalinatas de la pirámide del Templo Mayor y al llegar abajo, era decapitado. Las cabezas de los sacrificados eran colocadas en varas y éstas formadas en hileras que integraban un altar. Tzompantli viene de “Tzontli” que significa cabeza o cráneo y “Pantli” que es hilera, por lo que la palabra quiere decir “fila de cráneos”.

Fray Bernardino de Sahagún dio cuenta de al menos siete Tzompantlis nada más en Tenochtitlán. ¿Cuántos necesitaríamos en Acapulco, Chilpancingo y cada uno de los municipios y estados afectados por los meteoros Manuel e Ingrid?.

De entrada, presidentes municipales, síndicos, regidores, secretarios de Obras Públicas que durante varias administraciones concedieron permisos para  construir en Llano Largo, Colosio y hasta cambiaron usos de suelo y dieron ampliaciones a los desarrollos en zona de humedales. Las constructoras que realizaron los trabajos y las compañías que vendieron casas y departamentos en esos lugares.

Incluyamos, claro, a cientos de líderes seccionales de partidos políticos que a lo largo de la historia fomentaron colonias irregulares en zonas de alto riesgo.

Funcionarios  federales, estatales y municipales que han realizado obras de infraestructura de pésima calidad o no hicieron las adecuadas. Caso de Conagua en el hoy desbordado río de La Sabana.

En el aquí y el ahora. El Sistema Nacional de Protección Civil ha sido denunciado en medios nacionales de no haber implementado medidas. Conagua envió su alerta a las  16:00 horas del viernes, cuando ya la tormenta estaba encima. Las direcciones estatal y municipales de Protección Civil están siendo investigadas por negligencia, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Hagamos cuentas. Si tan sólo en Acapulco  los cabildos eran de 28 regidores (hoy es de 20), tenemos en las últimas cinco administraciones más de 100 cabezas para nuestro Tzompantli, si sumamos los demás municipios y niveles de gobierno, seremos la envidia de los aztecas.
Hay quienes con una visión reducida, obnubilada  por intereses políticos o sus odios personales, demandan solamente una o dos cabezas. Que el hilo se rompa por lo más delgado, alegan, exhibiendo su pobre concepto de justicia, conformista y tendiente a fomentar la impunidad y la simulación.
La miopía les lleva a creer y a querer hacer creer, que la solución es arrojarle carne a los leones, hacer de la tragedia un circo romano que nadie, salvo la gente políticamente interesada ha estado pidiendo. Efectivamente, son los colmilludos leones los que piden sangre porque los damnificados ahorita están demandando víveres y ayuda.
Uno de los principios establecidos por el liberal John Rawls en su Teoría de la Justicia, es precisamente el de la igualdad. Si ha de caer una cabeza que rueden igualmente todas las que tengan responsabilidad.

La justicia  mexicana difícilmente nos daría un Tzompantli, menos una sanción justa, empezando porque solamente uno o dos saldrían sancionados, mientras cientos o quizá miles de quienes aportaron a la desgracia se mantendrían impunes.

Por tanto, más que gritar ¡a los leones!, deberíamos aprovechar la coyuntura solidaria para demandar a la federación una reserva territorial y a las autoridades locales la reubicación de quienes viven en zonas de alto riesgo.

¿Ahogado el niño tapado el pozo? Sí ¿Alguien prefiere dejarlo abierto?