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domingo, 23 de marzo de 2014

DICEN QUE DIJERON QUE ANDAN DICIENDO QUE… Por Margarito López Ramírez


*… Godofreda, doña Godo como comúnmente la llama la gente, estuvo la mañana del día domingo en mitad del mercado. Se encaramó en un montículo y desde allí empezó su perorata. ¡Sepa Dios si estaba en su santo juicio o si navegaba en uno más de sus desvaríos seniles, lo cierto es que estuvo  despotricando, hablando de medio mundo, y en su decir “no dejó títere con cabeza”… ¡Arrasó con todo y con todos! Principió con la afirmación de siempre:
“… de nacencia traigo ojos y oídos abiertos, y la boca floja. Y he aquí que por decir lo que escucho o veo, la gente diga que soy metiche, argüendera, mitotera, sácale punta y aficionada a meterme en lo que no me importa. Las Juanelas agrupadas en lo que llaman “ Cofradía Celestial” dicen cosas peores de mí porque les “saco sus trapitos al sol”; no me pueden ver ni en pintura nomás porque sé de qué pie cojea cada una de ellas: que si una engañó o engaña al marido, que si la otra lo tiene apersogado con menjunjes y “aguas suyas”, que si fulanita se quedó a la malagueña con la herencia de no sé quién, que si mengana dejó morir a su madre en el abandono, que si zutana  es como juan de la fregada con sus hijos, que si la tal es usurera y prestamista que ha dejado sin vivienda a más de cuatro con sus argucias de aparente benefactora, que si la muy “mátalas callando” es socia mayoritaria de quien maneja “La Casa de la Muchachas”. Para no hacerles el cuento largo, les diré que todas tienen lo “suyo” que las lleva a amontonarse, hermanarse y solaparse para sentir menos sus remordimientos… Pero dado que yo no tengo pelos en la lengua, se los canto, se los digo quedito o a grito abierto, se los restregó en la cara cuantas veces es necesario hacerlo propiciando que me odien.
“Juana Rumbo, la jefa de ellas,  asegura que estoy condenada a consumirme en el fuego eterno destinado a los deslenguados; lo dice al tiempo que se santigua y besa su escapulario; grita que estoy sentenciada a vivir en los avernos. Sepa dios que será eso de “avernos” que me suena a feo…. No se cansa de repetirlo con enojos que le crecen  cuando se percata que su habladuría me vale “una pura y dos con sal”… porque pienso que ella y sus comanches no son nadie ni están en condiciones para juzgarme y sentenciarme, cuando que entre ellas las hay más malosas y deslenguadas que yo. Diga lo que digan,…yo siento muy bonito desahogar mi pecho,  sacar esa sarta de cosas que he escuchado, visto o me han contado…”
Para esa hora del día el mercado estaba lleno, y la más de la gente que no vendía o compraba se divertía con los decires y desplantes protagónicos de Godofreda al tiempo que la vitoreaba. Y he aquí que al escuchar la algarabía le haya dado por desmenuzar sucesos que ni Juana Rumbo pudo acallar con su presencia…  ¡Eso dicen que dijeron…! Y, de paso, después de hablar de Las Juanelas y de una que otra de sus vecinas, Godofreda, se dirigió a un grupo de hombres que parloteaba y se mofaba de ella, y, sin dejar de verlos, con ademanes y hablar desmesurados, les dijo: 
“…tal y como lo he manifestado una y mil veces, siento muy bonito desahogar mi pecho,  sacar de él esa sarta de cosas que he escuchado, visto o me han contado: que si el señorito hace esto…, que si el señor hizo lo otro…, que si al fulano no le amarraron las manos de chiquito y agarra cuanto está a su alcance…, que si el dizque hombre de respeto se dedica a no sé qué negocio…, que si mengano es “come santos y  caga diablos”…, que si Juan Pérez, ahora “Don Señor”, robó esto…, robó lo otro…, que si algún político chicharronero, o cirquero hijo de tal y por cual es anaranjado cuando que ayer fue rojo, anteayer verde y antes amarillo, anda de aquí para allá arrastrándose ante “los poderosos”, y prometiendo el sol y la luna a los pobre, con tal de acomodarse para seguir pegado a la ubre de los dineros del pueblo…
“¿Quieren más o las otras verdades que me falta decir las dejo para otro día?.. Porque, como ustedes saben, “cuando digo la burra es parda es porque traigo los pelos en la mano”. No hablo nomás por hablar…“Y a quien le venga la camisa que se la ponga”… “No se asusten pichoncitos, ya llegó su gavilán”… Se los digo porque, sabido es que “todos se tapan con la misma cobija”…, y porque, “dime con quién andas y te diré quién eres…
“Por este decir y hacer míos les ha dado en expresar que soy, además de chismosa y mitotera, una vieja loca; afirman con caras de sabiondos que mi cabeza funciona mal porque fui jugada por los chaneques; chismorrean que dizque en el amanecer de un día me hallaron despernancada y sin ropa en las inmediaciones del pueblo… Eso dicen… pero no saben que sólo yo y quienes me llevaron a rastras hasta ese lugar, sabemos cómo sucedieron las cosas que me avergüenzan pero no me doblegan... Pero eso es otro cantar que se dio cuando era joven y recientemente habían encontrado muerto a El Canillas, el hombre con quien me había amancebado, eso es algo que no tiene sentido mencionar, es algo que me guardo mientras veo como a mis agresores les caen  males y los apachurra el tiempo, eso lo tendré en resguardo para no dar más qué decir de mí, lo atesoro en mi mente a la par que observo como mis agresores se derrumban con todo su orgullo de hombres que dizque de bien… ¡O qué!, ¿ya se les olvido?... Como al tal Domitilo Saltillo que en sus delirios de viejo achacoso le da por gritar: “Señor, Padre mío, ¿por qué a mí, por qué a mí me mandas tantos males, por qué a mí y no a José Soledad que fue más ladrón y abusivo que yo?..¿Por qué?”… No me digan que como a él, a ustedes también ya se les olvidó lo que me hicieron,… ¡porque lo que respecta a mí, aquí lo tengo presente¡ Lo guardo aquí en la cabeza como si ayer hubiese sucedido…”. 
Cuando Godofreda dejó lo suyo y empezó a desmenuzar otros aconteceres se agrandó el mitote en el ámbito del mercado pueblerino. Y dado que la gente hacía señalamientos con brotes de indignación en torno a los aludidos, éstos se alejaron uno a uno, se escabulleron,  se fueron con la cola entre las piernas… “Eso dicen que dijeron…, que dizque porque tienen cola que les pisen”.
…  después de hablar de Las Juanelas y de una que otra de sus vecinas, doña Godofreda, se dirigió a un grupo de hombres que parloteaba y se mofaba de ella, y, sin dejar de verlos, con ademanes y hablar desmesurados, les dijo: 
“…tal y como lo he manifestado una y mil veces, siento muy bonito desahogar mi pecho,  sacar de él esa sarta de cosas que he escuchado, visto o me han contado: que si el señorito hace esto…, que si el señor hizo lo otro…, que si al fulano no le amarraron las manos de chiquito y agarra cuanto está a su alcance…, que si el dizque hombre de respeto se dedica a no sé qué negocio…, que si mengano es “come santos y  caga diablos”…, que si Juan Pérez, ahora “Don Señor”, robó esto…, robó lo otro…, que si algún político chicharronero o cirquero hijo de tal y por cual es anaranjado cuando que ayer fue rojo, anteayer verde y antes amarillo, anda de aquí para allá arrastrándose ante “los poderosos”, y prometiendo el sol y la luna a los pobre, con tal de acomodarse para seguir pegado a la ubre de los dineros del pueblo…
“¿Quieren más o las otras verdades que me falta decir las dejo para otro día?.. Porque, como ustedes saben, “cuando digo la burra es parda es porque traigo los pelos en la mano”. No hablo nomás por hablar…“Y a quien le venga la camisa que se la ponga”… “No se asusten pichoncitos, ya llegó su gavilán”… Se los digo porque, sabido es que “todos se tapan con la misma cobija”…, y porque, “dime con quién andas y te diré quién eres…
“Por este decir y hacer míos les ha dado en expresar que soy, además de chismosa y mitotera, una vieja loca; afirman con caras de sabiondos que mi cabeza funciona mal porque fui jugada por los chaneques; chismorrean que dizque en el amanecer de un día me hallaron despernancada y sin ropa en las inmediaciones del pueblo… Eso dicen… pero no saben que sólo yo y quienes me llevaron a rastras hasta ese lugar, sabemos cómo sucedieron las cosas que me avergüenzan pero no me doblegan... Pero eso es otro cantar que se dio cuando era joven y recientemente habían encontrado muerto a El Canillas, el hombre con quien me había amancebado, eso es algo que no tiene sentido mencionar, es algo que me guardo mientras veo como a mis agresores les caen  males y los apachurra el tiempo, eso lo tendré en resguardo para no dar más qué decir de mí, lo atesoro en mi mente a la par que observo como mis agresores se derrumban con todo su orgullo de hombres que dizque de bien… ¡O qué!, ¿ya se les olvido?... Como al tal Domitilo Saltillo que en sus delirios de viejo achacoso le da por gritar: “Señor, Padre mío, ¿por qué a mí, por qué a mí me mandas tantos males, por qué a mí y no a José Soledad que fue más ladrón y abusivo que yo?..¿Por qué?”… No me digan que como a él, a ustedes también ya se les olvidó lo que me hicieron,… ¡porque lo que respecta a mí, aquí lo tengo presente¡ Lo guardo aquí en la cabeza como si ayer hubiese sucedido…”. 
Cuando Godofreda dejó lo suyo y empezó a desmenuzar otros aconteceres se agrandó el mitote en el ámbito del mercado pueblerino. Y dado que la gente hacía señalamientos con brotes de indignación en torno a los aludidos, éstos se alejaron uno a uno, se escabulleron,  se fueron con la cola entre las piernas… “Eso dicen que dijeron…, que dizque porque tienen cola que les pisen”.