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martes, 20 de mayo de 2014

LA INSPIRACIÓN, Y “LA PALABRA” Por CESÁREO SUÁREZ NARANJO



“La fortaleza de tu vida, empieza con el poder de las palabras” (slogan de la estación radiofónica XEZS).
Hay una parte del libro “La Rebelión de los Brujos” (que – a manera de consulta - volví a leer, treinta y cinco años después) en el cual sus autores, Louis Pauwels y Jacques Bergier, hacen referencia a la lingüística, ciencia que apasionó al inglés John Wilkins (1614-1672), primer Secretario de la Real Sociedad de Ciencias (rosacruz y alquimista, entre otras cosas), quien, en una reflexión profunda dijo: “Dios habla directamente a los hombres. Les da a conocer, de viva voz (sic) sus órdenes y sus prohibiciones. Después se superpone a esta idea la de un Libro Santo; la de una Sagrada Escritura". Y me sentí movido a llevar a cabo (dentro de la mayor brevedad posible) la siguiente disertación acerca de “la inspiración”, que se manifiesta a través de “la palabra”. Incluso de “palabras profanas”, entendido, por ello, las “que no son sagradas, ni para usos sagrados, sino puramente secular” (referencia de Internet) como las que componen una canción o un poema o un ensayo, provenientes de la inspiración que puede sentir un compositor, o un poeta, o un escritor (Agustín Lara, Consuelito Velázquez; o Amado Nervo, Renato Leduc; o Gabriel García Márquez, y Juan Rulfo, por dar tan sólo unos cuantos ejemplos). Pero debo advertir que, según mi punto de vista, no toda “palabra” es generada por ese algo a lo que llamamos “inspiración”. No, en lo que respecta a la palabra “prosaica”, cuando ésta (según el “tumba-burros”) es la que carece de “idealidad o de elevación”; es la palabra vulgar, ordinaria, insulsa, grosera, necia, e incluso mal intencionada y perversa, la que está llena de dolo, y busca hacer daño. Sin mucho trabajo puedo poner un sólo ejemplo: el caso de Fernando Vallejo, quien desde el principio – y a lo “largo y ancho” - de su libro “La P….de Babilonia”, emplea un montón de palabras soeces, que empañan la magnífica exposición que hizo de ese tema.
Esa "palabra", por lo tanto, no queda incluida en este tema, ya que es la “expresión inútil”, de lo más bajo de los sentimientos. (Como lo encontramos en la fábula de Esopo; y, también, en la Epístola de Santiago - Capítulo 3 -, respecto a la “lengua”, que sirve tanto para el “bien, y para el mal”; y que ustedes han de recordar).
Y aquí, por lo tanto, vamos a dedicar este espacio, a aquella “palabra” que habla de lo sublime, de lo excelso; y, en muchas ocasiones, de lo “sagrado” y de lo “divino”…y hasta, ¡por qué no!, de lo “religioso”; aunque, en esta última instancia, no necesariamente sea de esa “religiosidad” que practican millones de gentes, en todas partes del mundo, y que condiciona ¡lamentablemente! al espíritu, como bien lo han aclarado no pocos pensadores. Pues el “chiste” de la religión es que, en un punto más elevado YA NO ES “RELIGIÓN”; no, al menos tal y como la conocemos y se practica convencionalmente; “allí” sólo existe la unión sublime y exaltada con lo “inefable”. Como lo expresa Krishnamurti: “la religión (“de re-ligare”; volver a unir) es algo que no puede ser expresado en palabras, ni medido por el pensamiento”.
Bien; muchas veces esa “palabra inspirada” refleja el estado de ánimo; o los sentimientos, o la profundidad de pensamientos de una persona, o de una colectividad. Para no ir más lejos (y en primera instancia) usted, cuando ha estado en el ritual de la misa, escucha “la palabra de Dios” (según lo enseña la Iglesia Católica). Pero, dentro de ese mismo ritual, existe un espacio, especial, denominado: “Liturgia de la Palabra” (dividida en tres partes), dentro del cual se leen pasajes contenidos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y en las Epístolas de los Apóstoles. Al terminar la primera y segunda lecturas, se dice, específicamente: “Palabra de Dios”; pero, a la conclusión de la tercera lectura, se dice: “Palabra del Señor” , tal como aparece en las hojitas que reparten a la entrada de la iglesia: “Vida del Alma” (pero, ¡cosa curiosa!, en el misal en francés que “bajé”, los términos aparecen invertidos; esto es: en la primera y segunda lectura se dice “PAROLE du Seignor”, y en la tercera “acclamons la PAROLE de DIEU”. Aunque eso, en verdad, no hace ninguna diferencia.
Y ya que mencionamos al “Antiguo y al Nuevo Testamento” así como las Epístolas (la Biblia, en su totalidad) veamos que dice, de “las Escrituras”, una de las Encíclicas conocidas, escrita por Eugenio Paccelli – PÍO XII – el 30 de Septiembre de 1943, en la conmemoración del cincuenta aniversario de otro documento semejante (Providentissimus, de León XIII), titulada “Divino Afflante Spiritu”, dirigida “a los venerables hermanos patriarcas, primados, arzobispos, obispos y demás ordinarios…”, y que empieza con estdas palabras: “Inspirados por el Divino Espíritu escribieron los escritores sagrados (sic) los libros que Dios, en su amor paternal hacia el género humano quiso dar(le)…y en nuestro tiempo el Concilio Vaticano, para reprobar doctrinas falsas acerca de la INSPIRACIÓN…(y) porque escritos con la INSPIRACIÓN del Espíritu Santo tienen a Dios por autor; y como tales han sido entregados a la Iglesia…”.
Más, sin que sea privativa de iglesia alguna, o de un místico que alcanza el éxtasis, veamos hasta dónde puede llegar la “luz” de la inspiración.
¡Y no me pudo venir otro ejemplo tan apropiado - para empezar - que el del irlandés James Joyce, ¡con todo y lo anti-clerical que haya sido (¡sino leánse los versitos, mordaces, en la "Balada del Jesús jocoso", que pone en boca de Buck Mulligan - uno de los personajes de su novela "Ulises"! los que me abstengo de reproducirlos, para no resultar ofensivo). Pues bien, este notable escritor dijo con bastante sinceridad que "sentía que hay una manifestación de algo DIVINO, y que se le permitía una súbita visión íntima de la vida, al escribir sus pequeñas historias de los "Dublineses"; y aplica el término "EPIFANÍAS" a tales revelaciones" (¡Ojo, Martín David del Campo; no hay que andarse "fusilando" las citas ajenas! ¿remember? Coatzacoalcos, 28 de julio de 2012).
Ahora vamos a hablar de RALP'H WALDO EMERSON, un conferencista norteamericano (1803-1882), quien en su libro: "Hombres Representativos" hace el siguiente razonamiento: ""Diríase que una sola persona ha redactado cuantos libros hay en el mundo; tal unidad central hay en ellos que es innegable que son obra de un solo caballero omnisciente". En esto que afirma Emerson, generalizando, respecto a "cuantos (y tantos) libros hay en el mundo" NO ESTOY TAN DE ACUERDO, pues sería como pensar que, dada la época en que vivió, no circularían libros "pecaminosos" o, al menos, con lenguaje procaz. Pero, muchos años antes, los libros del Marqués de Sade (1740-1814) ya habían comenzado a circular. Y no es "creíble" que Emerson no haya tenido conocimiento de su existencia. Pero, ¡en fin! Sigamos.
Mandino (Og), en “El Milagro más Grande del Mundo”, llama a esa intervención divina - a “esa inspiración” - “la Mano de Dios”. Vemos parte del diálogo que sostiene con su personaje principal, Simón Potter (“el trapero”). Este último le dice: “Estoy completamente seguro de que ciertas piezas musicales, determinadas obras de arte y ciertos libros y ensayos fueron creados, no por el compositor, artista, autor o escritor, sino por Dios, y a aquellos a los que hemos reconocido como los creadores de estas obras fueron sólo instrumentos empleados por Dios para comunicarse con nosotros".
Por su parte, Madame Blavatsky dice, en su "ISIS SIN VELO" (Tomo IV): “…Los egipcios creían que su Ritual era de INSPIRACIÓN DIVINA, lo mismo que para los hinduistas lo son los VEDAS; y para los judíos la BIBLIA; porque THOT, la Divinidad en persona, devela a sus elegidos las cosas divinas; y hay pasajes enteros que los egipcios consideran escritos por el mismo DEDO de THOT”.
¡En fin!, ya para terminar veamos lo que es "la fuerza de la palabra", en el concepto en que lo definen los hindúes (tomado de Internet, pero consultando - así mismo - el volumen 4 de "La Historia de las Religiones", de la Enciclopedia de la Pléyade, que dirigió el erudito Henri-Charles Puech): "En el hinduismo, un mantra es una fórmula sonora que se considera sagrada, ya que está compuesta por sílabas, palabras o frases (generalmente en lengua sánscrita) que cargan una milenaria vibración positiva, capaz de transformar la conciencia de quien la canta o, también, la escucha. En la vasta tradición de mantra vidyā (ciencia de los mantras) hay muchos niveles de conocimiento y muchos matices, entre ellos la clasificación de los mantras en diferentes clases. La clase que me interesa hoy es la de los BIJA mantra, que son los mantras más breves, al punto de estar compuestos por apenas una sílaba. El BIJA mantra por antonomasia es la sílaba Om/Aum, que se considera el primer sonido, del cual se origina todo el universo. La palabra BIJA quiere decir “semilla”, y estos mantras se llaman así porque son el ‘simiente’ de “realidades mucho más complejas y de su correspondiente experiencia espiritual” (G. Feuerstein, The Yoga Tradition). Se trata de fonemas que no son traducibles de manera literal pero que invocan ciertas energías o, también se puede decir, “invocan la potencia específica de una deidad”...". Hemos de agregar lo que dice la investigadora Anne-Marie Esnoul: "...la célebre sílaba AUM (contraída en OM) es el caso más típico. Se la ha identificado ya con el Brahamán impersonal; y y cada una de sus letras son la representación simbólica de los dioses de la trimurti:  Visnu es "a"; Siva "u", y Brahma "m"...". Hasta aquí. Que tengan un buen día, y la bendición del Altísimo.