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domingo, 23 de noviembre de 2014

Rogelio Faz/Holy guacamoly


Rogelio Faz//CARTAS DESDE CHICAGO. Con la orden ejecutiva del presidente Barack Obama, el jueves pasado, para proteger contra deportaciones a inmigrantes sin documentos legales, en los Estados Unidos surgieron toneladas de opiniones que a estas alturas no quedo espacio para más, por lo que habrá que recurrir a un sentido figurado a las circunstancias para verlo desde otra perspectiva.
Una orden por parte del ejecutivo es mientras se presenta una iniciativa de ley en el Congreso. Y lo podríamos comparar con un “dip” con salsa y guacamole. Para ir abriendo apetito antes de la cena de Thanksgiving Day, Día de Acción de Gracias. El holiday más significante en EU, donde unos nos invitan a sentarnos a la mesa, mientras que otros nos hacen caras.  
La reforma inmigratoria tiene dos interpretaciones que apuntan a lados opuestos.  En ese jaloneo es que esta el impasse para presentar una iniciativa de ley.  Pero para mitigar el apetito de quienes quieren la enchilada completa, nos vamos a tener que conformar con el “appetizer” presidencial, que es la orden ejecutiva.
A una semana del holiday, Obama por fin se animó a llamarnos a la mesa. En respuesta, los republicanos lo están correteando como si fuera él el guajolote para hacerlo pavo al horno.
A pesar del tiempo que se tomó para dar la orden ejecutiva, estuvo acertado en el momento, porque es una semana de reflexión espiritual que se supone deberá estimular los sentimientos de hermandad, y no de oír pleitos políticos.
Quienes lo hagan se verán mal, y se tendrán que dar tiempo para masticar pavo seco y digerirlo. Y si se les atora tendrán que pasárselo a “gravy”, porque es un asunto impostergable, es más, es una invitación del rey de la casa.   
Para algunos activistas en la comunidad inmigrante la orden executiva contamina al platillo fuerte de la reforma, que básicamente debería dar documentación a todo aquel que ya se encuentra en EU. Pero la realidad es que causaría indigestión estomacal y de seguro nos someterían a una purga.
Entre los más conscientes de no comerse el pavo completo, está de pedir solo para aquellos que lo merecen por méritos y réditos: Familia, trabajo, estudios, hipoteca, impuestos, no antecedentes, cosas por el estilo. Y que se sepan comportar en la mesa. Eso podría ser el mejor pepto-bismol contra los indigestos republicanos.
En el Tea Party es un hecho, pero incluso uno que otro demócrata tiene sus reservas más allá de una lógica política o humanitaria. Su rechazo se debe a querer mantener la imagen y semejanza de una nación  democráticamente cerrada con preponderancia anglosajona, que la inmigración sin control –porque no hay que negar existe- los supere en proporción y en determinado momento en dominio.
Y como gran parte de nuestra comunidad tiene una tendencia “grupera”, que en ocasiones pareciera querer imponer costumbres y conductas muy alejada a la de los originales Pilgrim Fathers, así se comparta la fe cristiana y la costumbre de agradecer a Dios. Estos prefieran ser señalados de discriminadores antes que aceptar ver diluida la identidad estadounidense. Que se vale pues.
Pero ya que estamos temporalmente invitados, y viendo caras largas, no hay que ponerle peros al menú, es más, para cooperar con la cena hay que poner en la mesa una botana latina, que tal un guacamole para que sea parte del holiday estadounidense, que de hecho ya lo es. Quien quita y se animen a comerse la enchilada completa y combinarlo con pavo y jamón.
Mientras tanto, la conducta que tengamos y como nos expresemos en el convivio, incluido vestir una ropa de verse y no una camiseta con la imagen de un ateo, será determinante para que la invitación de Obama llegue a buen término, y se extienda a quienes todavía no nos pasan el menú. Y así todos podamos bendecir los sagrados alimentos este próximo jueves ¡“holy guacamoly”!