La
semana pasada, tuve la necesidad de viajar a la Capital Mundial del Pozole, no
sin cierto temor de toparme con alguna de las socorridas manifestaciones delos
cetegovándalos. Y sí, el medio día del martes 24 del mes de los enamorados,
estos atufados compitas marchaban por la
lateral del boulevard, cuando hice triunfal arribo a la capirucha de mi
chilenero estado.
Para
el jueves, había quedado con la Maestra María Inés Huerta Pegueros, (number one
de la Coordinación estatal del Registro Civil y amiga entrañable de mi familia),
en desayunar juntas; pero por exceso de
chincuales no me fijé bien en su mensaje de texto. Bueno, me quedó claro que
quería que nos viéramos en el Restaurant
Citrus, ahí a un costado del Palacio de
Gobierno, para desayunar. Y según yo, la cita era a las 7:30 de la fría
mañanita chilpancingueña, por lo que más que desmañanada llegué al centro de
Chilpo y atravesé el zócalo a paso veloz.
Pasaban
ya de las siete y media de la mañana, y rayando el caballo llegué al Citrus,
donde al intentar subir a la parte de arriba un mesero me lo impidió
exclamando:
-No
hay servicio todavía señora, abrimos a las ocho-
-¡¿Que
quéee¡¡ le dije, con aspavientos…debe
haber un error… A mí me citaron a las siete y media aquí en este lugar.
-Pues
sí pero nuestro servicio comienza a las ocho de la mañana-
Segura
de que María Inés se había equivocado releo el mensaje y ¡oh cielos! La equivocada
era yo, pues la cita era para las ocho y media de la mañana.
Ni modo, a sentarme en una banca del zócalo como hice tantas veces en aquellos
años cuando, escribía el guion para el documental de GUERRERO, que se exhibiría
en la sala de rayos lasser en el Museo
de La Avispa, y me reunía cada dos semanas, con el grupo de asesores históricos
que había designado el Gobierno del Estado, que presidía mi ometepequense
paisano como Gobernador sustituto.
No
tuve más que exclamar ‘’Okela’’ cuando me percaté del plantón de casas de
campañas, sembradas en el zócalo de la capital, en lugar de rosales o
gladiolas. Neta que eran un ‘’tintotonal’’ o sease, muchas, muchas. Todas ellas igualitas, parecían
catarinas, aunque de diferentes colores. Y todos ellos, hombres y mujeres, comenzaban a despertarse e iban saliendo de
sus cuevitas plastificadas. Algunas mujeres se disponían a poner café.
Y
a estos quien los patrocina, me dije, mientras avanzaba entre el sembradío de
casas de campaña, cuando me encontré de
frente con un letrero que decía ‘’ZONA OO5’’. Unos pasos adelante, otro letrero
‘’ Zona Centro Presente’’…luego una especie de mural con fotos delos
desaparecidos y las trilladas consignas de ‘’Vivos se los llevaron y vivos los
queremos’’.
-Ya
compraste El Sur- escuché decir a un hombre de mediana edad, con rasgos de indígena
mixteco, a dos de sus vecinitos que se estiraba uno y se quitaba las chinguinas
el otro.
Muebles
de oficina, dispuesto como si fueran pequeñas salas de estar afuera de las
cuevitas plastificadas. Escritorios y sillas giratorias. No hay que quebrarse
mucho la cabeza saber el origen de ese mobiliario. ¡Pero y qué! Ellos, son más
canijos que bonitos.
Otro
ñor de mediana edad se lavaba los dientes a los pies de la estatua de José
María Morelos y Pavón. Los olores del
aromático café y de orines se mezclan a la altura del palacio municipal. Entre
los ‘’protestantes’’ también hay ‘’bisne’’. Una caja con plantas y un letrero
publicita la ‘’milagrosa’’planta de moringa a solamente 30 morlacos. Primero me
miran con curiosidad, pero luego, en cuanto comienzo a tomar fotos con mi
celular, sus miradas se tornan desconfiadas.
Miro
la hora y son ya las ocho y diez de la mañana, entonces me encamino rumbo al
Citrus con intención de esperar ahí a María Inés Huerta Pegueros cuando me
percato que alguien viene caminando detrás de mi, casi pisándome los talones, y
al volverme un poco descubro a un animalón con cara de malandro que portando
una sudadera se acomoda la capucha, al tiempo que me inquiere en un tono nada
amigable:
-¿Es
usted reportera?...
A
punto estuve de contestar afirmativa, pero hubo algo que me impidió hacerlo y
apenas si balbucee.
-No…mentí-
unos segundos antes me había llegado como un flash, la noticia aquella del
secuestro de los 120 periodistas hace unos tres meses. Claro los responsable de
tan gandalla acción fue la Policía Comunitaria, pero pues con eso de que Dios
los hace y ellos solitos se arrejuntan… y me dije…perdóname papá Dios pero por
si las dudas…
El
hombresote con cara de malandro me ‘’Interrogó’’ durante unos minutos. Luego
dijo que en las redes sociales los habían perjudicado mucho y por eso ya no
permitían nada de fotos. No fue grosero pero su actitud era sumamente
intimidante.
-La
próxima vez que sea usted sorprendida tomando fotos, la vamos a llevar a
nuestra concentración general para que nuestros líderes, la interroguen y le
quiten el celular. ¡Ah, qué eggs! Encima de que mean a los pies del
Generalísimo, y dejan sin clases a miles
de niños, todavía me quieren dar matanga con mi cel. ¡Qué eggs!.
Alegó
y alegó. Ah, pero yo también, aunque de forma suavecita. Le dije que sus
derechos terminaban donde comenzaban los derechos de los demás. Sin cambiar un
ápice la malandrez de su expresión, dijo que ellos solamente protestaban por
sus derechos laborales. Admitió que ‘’Desgraciadamente hay compañeros que han
cometido actos de ‘’corrucción’’ pero todos los demás andamos en la lucha en
defensa del pan de nuestros hijos.
Con
esa cara de malandro, pensé. Y bueno, casi se me chispan los blumers cuando el
animalón ese me dice que es maestro de Preescolar. ¡¡¡Cristo de la Gloria!!!.
Segurito
que papá Dios envió a sus ángeles, para que me protegieran y no dudo de que si el
malandrón se hubiera querido agandallar conmigo, le hubieran aplicado en FA la
Wilson celestial.
Antes
de entrar al Citrus, me repitió la amenaza de llevarme ante los meros, meros,
del movimiento, si volvía a tomarles fotos. Enterada cambio y fuera. No pasó
del susto. Lo malo es que ni una coquita en todo Chilpo pa’ reponerme del bajón
de azúcar.
Quiero
pensar que el multimencionado animalón es de lo más tierno con sus alumnos de
preescolar, y que la cara de malandro nomás la usa en caso de que intrusos
mequenques – como yo comprenderé- tomen fotos a su protestante plantón.