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sábado, 27 de junio de 2015

Rocío Duque/OTRO MUNDO. Nueva York// ¿De qué hablamos cuando decimos género?


>> ¿De qué hablamos cuando decimos raza?
 (SemMéxico) 26 de junio.- “Vivimos en una época en que las ideas, importantes ideas, son como artículos de moda – y precisamente por la misma razón que los artículos de moda, se utilizan para hacer lucir mejor a quienes los usan y sentirse a la moda” Tom Wolfe.
En las últimas semanas dos asuntos ocuparon mayormente la atención de los medios:
Rachel Dolezal, la directora de la sección de Spokane, Washington, de la Asociación Nacional por el Avance de la Gente de Color (NAACP por sus siglas en inglés), la más grande e importante organización contra el racismo y justicia para personas negras en el país, resultó ser blanca.

Bruce Jenner, atleta olímpico, ganador de la medalla de oro en decatlón en 1976 –entre otras muchas proezas deportivas  – y  viril estrella de televisión, divorciado y con hijos, decidió no ser más Bruce sino una mujer transgénero con el nombre de Caitlyn.
No es difícil ver aquí las similitudes y el tema común: identidad. Raza y género.
Pero las aparentes similitudes quizás terminen ahí.
Rachel (37 años) fue sacada del “closet racial” por sus padres (ambos blancos), quienes declararon a los medios que ella no sólo había mentido por años sobre sus orígenes sino que también había modificado su apariencia para parecer una mujer negra. Un retrato de la adolescente Rachel la muestra blanca y con pelo rubio y liso. Nada que ver con la Rachel actual, morena y con pelo rizado.
Las vidas de Rachel, la real y la ficticia, están llenas de contradicciones y mentiras. Ella estudió arte en Howard University, tradicionalmente un centro de estudios para afroamericanos, donde obtuvo una beca completa para estudios de arte afroamericano, destinada también para estudiantes de color exclusivamente. Luego fue profesora de estudios afroamericanos.
Rachel tiene 4 hermanos negros adoptados por sus padres cuando ella era una adolescente pero ella llegó incluso a presentar a un hombre negro como su supuesto padre. Y estuvo casada con un hombre negro (por cierto, Rachel se identifica como bisexual)…
También denunció en diversas ocasiones amenazas contra su vida por supuestos racistas, aunque todo también resultó ser un fiasco; así como muchas otras historias que sería muy largo contar aquí en las que ella, como mujer negra, era la víctima de discriminación y abuso.
Por otro lado, no es posible negar su dedicación absoluta a la causa de la justicia racial y especialmente de las mujeres negras. Entre otros temas, escribió sobre violencia doméstica en la comunidad afroamericana y violencia sexual contra mujeres negras.
El “destape” de Rachel ha levantado algo más que polvareda sobre lo que significa raza en momentos álgidos en el país sobre el tema.
Dentro y fuera de la comunidad afroamericana sus detractores la acusan de robar una identidad histórica para su propio beneficio, aunque nadie puede decir que ella haya ganado algo que no hubiera obtenido bajo su real status privilegiado de mujer blanca, incluso para participar en la NAACP no es necesario ser negro (el director de la rama en Phoenix también es blanco, es decir, abiertamente blanco).
Quizás lo más intrigante del asunto, tanto de Rachel como de Jenner, es el hecho que en ambos casos el “traspaso” racial o de género se dio de un status privilegiado (mujer blanca/ hombre) al de uno subordinado (mujer negra/ mujer).
Pero básicamente la acusación contra Dolenz es la de usar una identidad histórica  y social sin cargar con el peso de realmente haberla vivido. Acusación que también se le ha hecho a Jenner, como veremos más adelante.

Rachel ha dicho que ella se identifica como una mujer negra y punto. Y las preguntas que realmente están en juego son ¿Y, qué es una persona negra? ¿Qué hace a una persona negra (o de cualquier otro color) , cuando raza es una construcción básicamente social e histórica, no biológica como científicamente se sabe? Después de todo, Dolenz no simplemente se hizo un afro y se obscureció la piel artificialmente, ella ha estado “en la lucha”. Aunque tampoco necesitaba hacerse el afro para estar ahí, de todos modos.
La salida del closet de Jenner, por otro lado, no pudo ser más diferente.
Largamente anunciada, su transformación física apareció en toda su gloria en la portada de la revista Vanity Fair. Elretrato sexy y elegante  –  hecho ni más ni menos que por la famosísima fotógrafa  Annie Leibovtz  – de una mujer de 65 años (Que por supuesto no aparenta. Nota de furiosa envidia aquí)-  luciendo un corset de satín, pelo “salvaje” y maquillaje exhaustivo. ¡El paquete completo!
Un despliegue de sexismo, lo llamaron algunas escritoras feministas y aun transgénero, como Meredith Talusan, quien en su artículo Do you applaud Caitlyn Jenner because she is brave, or because she’s pretty? (¿Aplaudes a Caitlyn Jenner porque es valiente o porque es bonita? ) cita lo que una amiga suya, también transgénero, escribió en Facebook al respecto:
“Lo siento pero es difícil estar orgullosa de alguien que tiene los medios económicos para cumplir objetivos inalcanzables para chicas como nosotras.’ Pero notemos también si pensamos en ella como ‘más mujer’ porque se representa a si misma de acuerdo a los estándares convencionales de belleza…y pensar en ella como más mujer porque es más convencionalmente femenina por fuera,  excluye a muchas mujeres transgénero que no tienen el dinero para verse como ella.”
Y no fue únicamente  la foto lo que enfureció a muchas feministas sino sus declaraciones en el artículo de Vanity Fair. “ Mi cerebro es mucho más femenino que masculino” dijo Jenner en su entrevista a esa revista, al explicar cómo ella se dio cuenta de su transgenerismo. Con eso ella tocó un punto sensible al feminismo, ¿Entonces, Jenner considera realmente que hay diferencias innatas, no socialmente impuestas, sobre cómo piensan y sienten hombres y mujeres,  en las cuales el lado “maternal y sensible”( y superficial, sin duda)  corresponde a las mujeres mientras que la “acción y la reflexión” son masculinas? Junto con eso, ella se congratuló que ahora ella podía pintarse las uñas sin sentirse culpable. Es decir, ¿Pintarse las uñas, ser sexy y deseable es una “actitud femenina”? ¿Es eso lo que nos hace mujeres?
Algunas opinaron  que la “salida del closet” de Jenner habría sido más bienvenida  si ella no hubiera salido como “la nena sexy “de los medios. Por cierto, ahora ella tendrá su propio programa de televisión.
Quizás quienes mejor  expresaron esta contradicción fueron los comediantes. “Ahora – dijo alguno- ella ganará algo así como el 70% de su salario como hombre”.  Jon Stewart bromeó, que ahora que Jenner es una mujer podemos concentrarnos en “…cosas más  importantes,  como su apariencia física en lugar de sus triunfos como atleta. “
No sorprende pues que algunas feministas se sintieran ofendidas y enfurecidas. Feministas que por toda una vida han luchado contra el estereotipo que Jenner encarna en Vanity Fair. ¿Qué hace a una mujer, mujer?  O como en el caso de Rachel Dolenz,  ¿Qué hace a una persona negra, negra?  ¿Qué es identidad?
Considerando que raza y género son construcciones históricas y sociales – aunque ambas se construyan sobre rasgos físicos o biológicos –  entonces (en el caso género) si categorías como femenino y masculino  son inoperantes,
¿También lo es cualquier otra, como transgénero, lesbianismo u homosexualidad? ¿Por qué el “transracialismo “ de Rachel Dolenz fue condenado como una mentira y una traición a la experiencia afroamericana mientras que el “trasgenerismo” de Jenner fue mayormente aplaudido en los medios como un avance para la gente transgénero?
No por todo mundo, por cierto. Artículos de dos feministas de prosapia, Elinor Burkett en The New York Times (“What Makes a Woman?) y Michelle  Goldberg en The New Yorker (What Is a Woman?) (Quien ha escrito, en mi opinión, uno de los mejores libros sobre derechos reproductivos “ The means of reproduction”. “Los medios de reproducción”) tienen algo que decir al respecto.
Goldberg recuerda cómo la controversia (por no llamarla, bronca) entre feministas y transgénero empezó hace muchos años y que ésta no está basada en meras definiciones sino en cómo ambos grupos definen el ser mujer, es decir, la experiencia femenina. No un asunto menor.
El enfrentamiento ha escalado a niveles absurdos. Por ejemplo:
Una presentación de los “Monólogos de la Vagina en Mount Holyoke College (una institución dedicada a asuntos de género) fue cancelada porque “ …Ofrece una muy limitada visión de lo que es ser mujer”…Erin Murphy del consejo de estudiantes dijo al respecto que esto “… ofrece una perspectiva muy limitada de lo que es ser mujer” Y que “ derecho al aborto y justicia reproductiva no es un asunto de mujeres” sino un asunto de quienes poseen un útero.
Hay muchos otros ejemplos de cómo derechos de mujeres transgénero y derechos de las mujeres cisgender ( -No sé si existe una traducción para esta nueva categoría- cisgender son aquellas personas que se identifican con su género biológico y genital de nacimiento tanto como al asignado social y culturalmente, es decir, quizás lo que tradicionalmente llamamos heterosexuales en un mundo binario) chocan.
Ser heterosexual y cisgender en estos días es un poco complicado.
Nuevas categorías, como bisexual, poliamoroso, transgénero, queer y otras parecen poblar un mundo que luce abierto maravillosamente a opciones nunca antes contempladas ¡Bien por eso!
Y todo parece magnífico en cuanto a  elecciones individuales (estoy totalmente a favor de que cada persona haga de su culo un papalote, si quiere), el problema aparece cuando se trata de políticas públicas. ¿Cuánto dinero de los contribuyentes, cuánto tiempo de los congresos y representantes deben gastarse en esto cuando asuntos más urgentes, como pobreza y violencia, deben ser atendidos? ¿Es lo mismo la controversia sobre género que sobre raza?
¿Es el privilegio de unos cuantos (como Jenner) determinar lo que es “normal” y aceptable? ¿Qué hay cuando esas libertades chocan contra otras libertades como el caso de “Los monólogos de la vagina”? ¿Son estos “problemas de primer mundo” para nosotras, las que bregamos día a día con asuntos urgentes de brutal violencia y discriminación contra mujeres y niñas? Etc.
Y todo esto pasa unos días después de que una chica negra de 14 años fue sometida brutalmente por un policía blanco en una alberca pública en Texas por ninguna razón. Y todo esto pasa unos días antes de que nueve personas (la mayoría mujeres) fueran asesinadas por un supremacista blanco en una iglesia en Charlestone, Carolina del Norte.
Llámenme anticuada (soy heterosexual y cisgender, ¡No cool! Y también feminista), pero para mí,  quizás es en estos casos que raza y género realmente importan. ¿O no?