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jueves, 23 de julio de 2015

LA NETA DEL PLANETA Karmelynda Valverde. ¡HASTA SIEMPRE, BETO LUNA!

Originario de Tlapa de Comonfort, Gilberto Luna Basurto, (‘’Beto Luna’’ como cariñosamente lo llamaba la paisanada coatachiquenses) llegó a Ometepec, a la edad de aproximadamente 10 años en compañía de sus padres, don Isaac Luna Pantoja y doña Ernestina Basurto Casarrubias y de  sus hermanos menores: José, la finada  Rafaela  y Arturo. Yo aún no aparecía en el mapa, porque mis padres no se habían casado aún., pero a Beto al igual que a sus padres y sus hermanos llegué a conocerlos y a tratarlos.
Recuerdo a don Isaac su padre, un hombre alto y blanco. Un hombre de recia personalidad,  trabajador y muy ocurrente, que fue  amigo de mi padre don Manuel Valverde López.  En cambio doña Ernestina,  su madre, era de pequeña estatura, y la llamábamos familiar y cariñosamente ‘’doña Tinitita’’. Beto y sus hermanos fueron gente de trabajo desde muy temprana edad. Claro no podía haber sido de otra forma teniendo el mejor ejemplo en sus padres. ¡Y vaya que recibieron de ellos el mejor ejemplo de entereza y dedicación!.
Yo tenía 6 añitos y medio, cuando Beto Luna hizo su primer vuelo solo después de haber tomado un curso intensivo en la ‘’Escuela del Aire Villarreal’’, pero mis recuerdos se remontan a cuando yo estaba en sexto de Primaria y al boom que los pilotos del Bello Nido causaban, no solamente por ser el medio obligado en se entonces para viajar, sino por lo que representaba el grupo de arriesgados Pilotos Aviadores en la región, entre los que destacaban Beto Luna, mi tío Domingo Díaz Pamplona, Bode, Eliuth Añorve, Manuel Oliva, José Luna, entre otros.
Recuerdo muy bien a Beto Luna, con esa personalidad imponente, sus lentes de piloto, y todo lo que él representaba. Al igual que mi tío Domingo, despertaban la admiración de las señoritas que en ese tiempo estaban en edad de merecer, pero él se enamoró de una ometepequense muy guapa, Lucía Sandoval Ojeda, perteneciente a una de las familias representativas de la sociedad del Bello Nido. Recuerdo también su boda, y el desfile de toda la sociedad ometepequense desde la la iglesia de Santiago Apóstol.
Beto Luna fue un hombre visionario, por genética. Además de que la aviación fue su profesión representó para él un buen negocio en aquellos años dorados de la cosecha de algodón, en los que decidió invertir en varios aviones para proporcionar el servicio de fumigación.
Sin duda Beto Luna fue un personaje muy conocido y querido en el Bello Nido, a pesar que hace más de 40 años decidió llevarse a su familia a vivir al Distrito Federal, siempre estuvo presente en el corazón de los muchos amigos que supo conquistar.
Hombre carismático, con don de gentes, excelente conversador y a sus 80 años con una memoria privilegiada, que recordaba con exactitud acontecimientos con fechas precisas y detalles. Beto seguía volando aunque ya ocasionalmente, pero eso sí, conservando vigente su licencia de Piloto Aviador, misma que renovaba cada dos años.
El entrañable amigo Beto Luna se nos adelantó en el camino el pasado 12 de julio, coincidentemente cumplía ese día 57 años que había realizado su primer vuelo solo. Le sobreviven su siempre amada esposa Lucía y los seis hijos que juntos procrearon, así como sus nietos.
Aquí en el Bello Nido, se siguen multiplicando las muestras de cariño a su familia, las expresiones solidarias de los incontables amigos que supo cultivar a lo largo de su exitosa y fructífera vida. Beto Luna emprendió el viaje sin retorno, pero seguirá vivo en la mente y los corazones de los que lo conocimos y apreciamos. Esto desde luego no es una despedida, sino un entrañable ¡HASTA SIEMPRE, BETO LUNA!