Acapulco, Guerrero.- “Somos la parte africana de México que nadie quiere reconocer. Claro que hay discriminación, la principal que ni siquiera se nos reconoce como pueblos afro descendientes, afro mexicanos. Somos el México negro desaparecido de los mapas, de la historia, de los programas sociales”.
Belisario, tiene 22 años, es egresado de la carrera de hotelería del Conalep y es originario de Punta Maldonado, municipio Cuajinicuilapa, en la Costa Chica de Guerrero. Trabaja como mesero en un hotel gran turismo de Punta Diamante. Cualquier otro con sus estudios sería por lo menos supervisor o recepcionista o subgerente.
Aquí nadie se acuerda o no me dice por mi nombre a pesar de que lo tengo pegado en la camisa. “Negro, negrito, mulato, prieto. No importa soy orgulloso de mi piel negra, de mis raíces, de mi historia, de mi pueblo”, comenta mientras va y viene con una jarra de café, jugos y otros alimentos para los comensales del restaurante.
“Nosotros llegamos desde Africa en calidad de esclavos. Pero al llegar a la entonces Nueva España nos convertimos en libres. Cuentan nuestros abuelos que el galeón que trajo a nuestros ancestros naufragó frente a Punta Maldonado. Muchos murieron. Los que se salvaron, mis antepasados, al tocar tierra escaparon. Ya nunca trabajaron como esclavos y desde hace 500 años ahí estamos esperando el reconocimiento de que somos mexicanos”, dijo a The Exodo Belisario.
El antropólogo e investigador de la UNAM, Jesús María Serna quienes llegaron en calidad de esclavos, venían prácticamente desnudos, no traían nada material, su cultura material no la pudieron trasladar desde Africa. Pero no vinieron en cero, traían cosmovisiones, cultura, tradiciones, que aun persisten en los pueblos y costas de Guerrero y Oaxaca.
Según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en México hay aproximadamente 400 mil afromexicanos. Sin embargo, no hay censos o estudios precisos. El INEGI ha informado que incluirá en sus próximos estudios un apartado sobre los afro descendientes en México.
“Cuajinicuilapa, considerada como la perla de los negros y la pequeña África, fue fundada por indígenas y su nombre proviene del vocablo náhuatl Cuauhxonecuilli, que significa en el río de los cuajinicuiles, que son una especie de árboles”, señala la periodista Adriana Covarrubias.
La mala llamada por la historia oficial “raza de bronce” nunca reparó en esta migración y aportación de Africa a nuestro país. A pesar de ellos danzas, fiestas, comida, cultura, lenguaje y varios próceres nacionales son parte de ese éxodo que conforma la hoy aún desconocida Africa Mexicana.
Las costas de Oaxaca, Guerrero, Veracruz, pero también otros estados como Coahuila en donde se concentra la mayor parte de la población afromexicana y que por más de 500 años han sobrevivido bajo el racismo, discriminación, apodos y todo tipo de exclusiones en el ámbito social, laboral y escolar.
“Es nuestra Ninel Conde negra y lo mejor es esta no nos cobra nada” se jactó micrófono en mano en un mitin del 2012 en la Costera de Acapulco el entonces candidato y depuesto gobernador por el caso Iguala, Angel Aguirre Rivero, cuando mulata bailaba ritmos costeños en el templete de uno de sus mítines.
Daniel Ponce Vázquez, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), menciona que es esta discriminación social, política y cultural tiene su origen en el manejo de la historia oficial.
“En ningún libro de texto, podemos decir que se reivindique el origen afro del pueblo mexicano; por lo menos la parte indígena la tenemos viva y presente en el Museo de Antropología, en las pirámides, el pasado histórico, y todavía en los pueblos vivos”.