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lunes, 25 de enero de 2016

LA NETA DEL PLANETA Karmelynda Valverde TRADICIONES MAL ENTENDIDAS


El progreso cuesta, se afirma con conocimiento  de causa, pero no creo que exista un costo muy caro de pagar, para lograr el progreso. Lo que pasa es que hay gente que por un lado celebran el desarrollo y disfrutan de él, pero por el otro, con una incongruencia absoluta, pretenden detener el progreso para sus pueblos.

Verbigracia algunos paisanitos ometepequenses (por suerte no son una penca, sino apenas unos cuantos)que igualitos que Gabino Barrera, aquél ñor que no entendía razones andando  en la borrachera, se instalan en la necia objetando todo beneficio común que conduzca al desarrollo de nuestro Bello Nido, pretextando cualquier tradición obsoleta, para emular al tal Gabino ese.
Sí, sí, sí, aquellas Semanas Santas de mi chincualuda niñez, eran muy bonitas. Pero  claro, también hay que decir, que no abundaban los automóviles y mucho  menos había trasporte público. El puesterío apenas si llegaba al Hotel Rivera, y las fondas que se ponían afuera de la iglesia, tenían la  particularidad de ser enramadas con techos elaborados con una hoja verde y olorosa. Sí, los dulces de Tlaxiaco resultaban indispensables y eran muy esperados, en especial por esta chincualuda chiquitilla, porque ni bien ponían su puesto, mi sacrosanto progenitor don Manuel Valverde López, me mandaba a comprar un kilo de turrón, de ese quiebra muelas , así como  membrillos, higos y duraznos cristalizados.

Ah, pero también eran muy esperados los platanitos pasados, el pan de tapo de las enredadas de Pinotepa, y toooda la vendimia de ‘’varilla’’ que era  como le llamábamos a las chácharas de accesorios de fantasía. Sí, es añeja esta tradición ometepequense, que data de principios de 1900, pero arajo  hermanito  chulo, entonces no imaginábamos que el carrerío se multiplicaría como mochomos, amén de que en ese entonces nuestra feria de Semana Santa apenas si llegaba a la tienda ‘’La Primavera’’ propiedad de don Isaías Quezada y doña Elvira Domínguez.

Digo, si poblaciones mexiquenses y de otros estados de mi tenochca país, más pequeñas que el Bello Nido, sin despojarse de su idiosincracia, ni borrar de sus recuerdos la tradición de montar su feria patronal, de Semana Santa, o cualquier otra dedicada al extenso santoral al que son devotos, se han unido en un mismo  sentir y apoyado a sus autoridades para que sus ferias se lleven a instalaciones fuera del centro de sus ciudades, pensando en el beneficio común ¿por qué hay paisanitos aferrados a seguir apostándole al ‘’santo dismoderment ‘’ que año con año se escenifica desde que inicia la Avenida Cuauhtémoc, hasta donde se termina la Plaza Cívica, teniéndonos que soplar propios y extraños, los consabidos cagaderos y miaderos en los que se convierten las calles laterales a la avenida principal, sin contar con la contaminación auditiva de los merolico ofertando desde cobijas, pomadas milagrosas y hasta pócimas para quitarle lo arrecho al marido?...¡Sepa Judas! Pero de que los hay, los hay.


Pero afortunadamente no son pocos los que sí queremos, pedimos, urgimos a que este maloliente ‘’tianguis de Semana Santa’’ sea chispado en FA, no pa’ la paila, hasta eso que no, sino aquí nomás a un ladito de las instalaciones de la Expoferia, para que los ometepequenses y los puños de visitantes puedan andar libremente por las callen del primer cuadro de la ciudad, sin ruidajo, sin tufos de agüita amarilla, sin los asoleados olores a cuita humana, sin el abochornante calor que se produce por el laberinto de manteados y lonas de los puestos, pero sobre todo sin el riesgo de estar expuestos a vivir una dolorosa experiencia y quedar atrapados en caso de provocarse un incendio, como bien lo expuso e la redes sociales, la guapetona paisana y parienta mía, Lorena Montero Mayrén.