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miércoles, 1 de junio de 2016

MÉDULA En el municipio de los ciegos, reina el ego Por Jesús Lépez Ochoa


Dijo Octavio Paz que una nación sin crítica es una nación ciega. Lo cita el politólogo José Antonio Crespo en su libro: Contra la historia oficial.

En esa obra, Crespo derriba algunos mitos de la llamada “historia de bronce” que destaca las virtudes de los héroes y oculta sus muy humanas debilidades, bajo la premisa de que “una visión de la historia que refleje lo que hemos sido, y no lo que hubiéramos querido ser” contribuye a la construcción de un país más democrático y más justo.

Con un caudal de citas de historiadores, pedagogos y politólogos, fundamenta la necesidad de los países, no sólo de México, por convertir a los héroes en figuras morales para promover el nacionalismo como una forma de  generar lealtad hacia el régimen.

Lo que propone es inculcar una visión de la historia que promueva los valores de transparencia y reflexión crítica del ejercicio de la democracia, y por lo tanto –agregaría yo- del ejercicio del poder.

Hasta aquí comento el excelente libro de Crespo y continúo. Los gobernantes con su necesidad de popularidad aspiran a emular a los héroes, no por sus hazañas que difícilmente harían, sino por pasar a la historia con una imagen inmaculada que oculte sus yerros y destaque los logros que dicen tener, aun cuando la mayor parte de las veces estos no existan por ningún lado.

Para lograrlo propagan falacias en los medios de comunicación. ¿Un ejemplo doméstico en Guerrero? La reiterada afirmación de que todo aquel que critique al alcalde perredista Evodio Velázquez Aguirre le hace -según sus replicadores- mucho daño a Acapulco, municipio turístico por excelencia que gobierna desde hace ya siete meses sin haberse dado cuenta.

Ese pretendido blindaje “anticrítica” no es nuevo. Recuerdo haberlo escuchado hace algunos años en la administración del priista Manuel Añorve Baños. Evidencia de la falta de identidad ideológica de Evodio, ya que el PRD promueve los valores democráticos que no se entienden sin la crítica al poder.

En las sesiones de Cabildo la fracción perredista suele reaccionar de manera iracunda cuando a algún regidor se le ocurre mencionar la mínima falla. No es lo mismo señalar a los gobiernos, a que te señalen cuando eres gobierno.

Al interpretar cualquier comentario incómodo  como un ataque, a los ediles perredistas se les olvida que los parlamentos –el Cabildo lo es a nivel municipal- son órganos deliberativos en los que se discuten los asuntos que afectan a los ciudadanos, y que las políticas públicas parten de la identificación de problemas. No de los halagos y los aplausos.

Desde la postura adoptada por este gobierno del sol azteca, no se podría cuestionar tampoco a los 81 alcaldes de Guerrero sin hacerle “daño” al estado.
Ninguno de ellos ha presentado su declaración 3 de 3 para dar a conocer sus bienes, su situación fiscal y sus conflictos de intereses, incluido el propio Velázquez Aguirre que en abril dijo que todo su gabinete la presentaría y no ha puesto el ejemplo. ¿Debemos ocultar su opacidad para no ser catalogados como enemigos de sus municipios si son tocados con el pétalo de una crítica?

Tampoco se podría criticar a Enrique Peña Nieto porque estaríamos afectando la imagen turística de México; mucho menos al secretario general de la ONU porque lastimaríamos la imagen interplanetaria del mundo. ¡Imagine usted! ¡Ya no nos van a visitar los marcianos!

Todo esto por criticones tercos como usted y como yo, que no entendemos que los gobernantes están ahí para ser aplaudidos aunque sean ineficaces, corruptos y mentirosos, para que puedan escribir su propia “historia de bronce”, a modo de su egolatría.

Concluyo con una cita de Tácito: “Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”.

jalepezochoa@gmail.com