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lunes, 22 de mayo de 2017

MIRADA INTERIOR Intríngulis del Acamoto Por: Isaías Alanís

Si en otros países existen ralis de autos, caminata y deportes extremos, la llegada del Acamoto a Acapulco impulsado por Félix Salgado Macedonio cuando fue presidente en el periodo 2005-2008, ¿es realmente un nicho a la transgresión? Salgado  Macedonio, que presumía su moto “armadillo”, y se paseaba sobre un caballo de acero durante su gestión. El Acamoto con el paso de diversas administraciones, continúa siendo una reunión de hombres y mujeres que convierten a la costera de Acapulco en un santuario para presumir sus motos y mujeres. Es una ordalía del cuerpo y su fuerza, de la razón de la sin razón y un epinicio del C02 en el que los impulsos reprimidos afloran y la catarsis divina se realiza sobre una moto con un culito mostrando en su pequeña tanga la voluptuosidad de lo sagrado trasladado a una instantaneidad metafórica.

En su momento, el Acamoto fue etiquetado como un imán para atraer recursos frescos a la maltrecha economía porteña. Una cantaleta que no le abona a remplazar los mecanismos turísticos obsoletos y crear estrategias para revertir la mala imagen que tiene Acapulco por la violencia.
El festival de las motos, es un duelo de rugidos, de motocicleta y mota, de peleas callejeras entre rivales de “clubes” de motociclistas. Un tropical Easy Rayder donde el destino a veces los traiciona, y ya sea en el camino o durante el festival, algunos ya no regresan a su casa.
La muerte es un juego. Se la juegan desde que salen de sus cocheras. El grito del macho alfa se conjuga con la potencia del motor y en la chica que lo acompaña.
El rugir de los caballos de fuerza es análogo con el trasero de la acompañante.
Mujer y máquina son elementos subliminales de una percepción de la realidad desde la comodidad de una tacha o de una costera de chelas.
Acapulco donde pasaron su luna de miel, abuelos y padres, personifica el regreso al edén perdido no para insuflarlo de castidad o santidad. El regreso es para subvertir un orden inexistente en una república de cárteles, grupos y de machos alfa que no se someten a la apostasía del buen ciudadano, del burgués inalterable que escoge otros lugares para armar sus desmadres, o del político que instaló su casa chica en Acapulco para esconder su doble moral.

La Perla del Pacífico ha sido un centro de diversiones de todo tipo desde hace siglos. Igual que los puertos más importantes del mundo. ¿Por qué se espantan de los motociclistas? ¿Cuándo protestaron por los excesos de los Springbreakers?
Chicas güeritas en pelotas, fornicando a un costado de la alberca, en el jardín, bailando desnudas sobre mesas de discos y bares. Ah pero como son gringos, no hay pedo. Ellos si dejan dinero, los asistentes al Acamoto, 20 toneladas de basura, heridos, muertos, salvajismo que vienen a alterar la vida inconsútil de los acapulqueños que carecen de memoria histórica.
Las miles de motos que invaden la costera “Miguel Alemán”, que algo supo de sacarle jugo a Acapulco en diversiones de todo tipo, para que fluyan los arrancones hay cierres de vialidades y el espacio de Playa Condesa, se transforma en un escenario de Mad Max, y Truequelandia son las tiendas de convivencia donde los caballeros de la gasolina y del estrés, se nutren de toda clase de golosinas, pan blanco, mayonesa, chiles, atunes y fumarola de cerveza y chupe que sus lenguas de dragón engullen con soberana destreza.
La Condesa es una playa gay icónica donde en diversas épocas del año, se observa a gentes del mismo sexo practicarlo en las aguas de la playa, besándose apasionadamente o intercambiando juegos eróticos.
Entonces ¿por qué la tirria de los acapulqueños contra el Acamoto?
Acaso ignoran que Acapulco, desde la feria de la Nao, fue un centro de intercambios económicos culturales y sexuales
Si el Acamoto es un atentado contra la movilidad ciudadana se debe al nulo ordenamiento urbano. Si las descargas de aguas negras es peor que los estragos del Acamoto, ¿Por qué ningún acapulqueño de nariz respingada lucha por extraerle las toneladas de caca a la Bahía de Santa Lucía? 
Si el ayuntamiento de Acapulco da los permisos correspondientes para el Acamoto, cabalgatas bizarras de caballos que dejan toneladas de pomos vacíos y caca de caballo por la Costera ¿Por qué tanto brinco si el suelo está parejo?

Un paralelismo podría ser lo que ocurre en el Paseo del Pendón en Chilpancingo que no se ha aprovechado como un atractivo turístico cultural. Los cientos de danzantes que durante todo el día circulan por las calles de la capital y que terminan su recorrido en la plaza donde se efectúa la pelea de tigres, es tun festival del mezcal y chelas sin control y convierten a Chilpancingo en una cantina y basurero más pernicioso que la fetidez cotidiana.

El Acamoto es un evento ¿que trastoca la legalidad, se nutre de anarquía, sexo sudor y lágrimas, pero deja una derrama económica al puerto? Una ciudad asolada por cientos de muertos, descabezados, una ciudad donde da miedo salir a las calles, una ciudad infestada de ratas y basura y santuario de prostitución infantil y nido de pedófilos.
Los acapulqueños “bien nacidos” se espantan porque  los visitantes se quedan a dormir en la playa, sobre las bateas de lujosas camionetas con placas de la CdMex, Estado de México, Morelos, Querétaro, Michoacán. Pagan la Autopista del Sol, y aportar ganancias extras al gobierno federal.
¿Deja o no deja dinero el Acamoto al puerto? Tos’por qué se asustan?

DE REOJO
Las XXX Jornadas Alarconinas que cumplen treinta años, iniciaron el sábado 20 y en redes sociales, tuvo más impacto el Acamoto que el concierto inaugural. Fiesta del teatro promovida durante el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu y creada por el dramaturgo mexicano Héctor Azar, pasó casi desapercibida por medios impresos y electrónicos locales en comparación con el Acamoto. Que triste y grave es la indiferencia a la cultura.