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lunes, 12 de junio de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias AMLO, ¿condenado a perder elecciones?


Andrés Manuel López Obrador lleva 17 años en campaña y sigue igual de testarudo como en los años 90s cuando tomó instalaciones de Pemex en su natal Tabasco al no ganar la gubernatura.

Cree tener la verdad absoluta y ser el salvador del pueblo de México. No acepta que se equivoca y los que le señalan sus errores, los hace a un lado. Es autoritario.

Lo que se le reconoce al Peje es su perseverancia y ser en este momento el dirigente de izquierda más importante del país.

Durante más de una década militó en el PRI, en donde se formó políticamente.
En 1982 fue coordinador de la campaña de Enrique González Pedrero, candidato del tricolor a la gubernatura; y en 1983 fue designado dirigente estatal del PRI, tiempo en que compuso un apasionado himno donde expresa su amor a su partido.

A continuación la letra del himno al PRI:

CORO

Avanzar, avanzar con el PRI/
compañeros, avanzar con el PRI/
Libertad, unidad/
democracia y justicia social eso es el PRI/
I
Somos militantes del mejor partido,/
gotas de agua que formamos un océano de honor,/
somos dirigentes progresistas,/
democráticos y revolucionarios, viva el PRI,/
celosos vigilantes del partido,/
no permitiremos que socaven nuestra fe/
extraños, inconformes y traidores,/
en momentos de crisis, ni en bonanza. Viva el PRI/
CORO
Avanzar, avanzar con el PRI/
compañeros, avanzar con el PRI/
Libertad, unidad/
democracia y justicia social eso es el PRI/
II
Un día derribaremos al tirano extranjero/
ese día con grandeza construiremos/
un país justo, libre y soberano con el PRI/
La unidad nacional es lo primero,/
en las columnas revolucionarias del PRI/
por eso las mujeres y los hombres/
forjamos un partido de vanguardia, todos somos PRI/
CORO
Avanzar, avanzar con el PRI/
compañeros, avanzar con el PRI/
Libertad, unidad /
democracia y justicia social eso es el PRI/
III
Fuerza al PRI, fuerza a México, vota PRI/
Desde cualquier trinchera defenderé al PRI/
Siempre en mi mente, siempre con fuerza, siempre PRI/
La democracia, el valor y la fuerza están en el PRI.
Desde luego que López Obrador no pensaba abandonar en ese momento al partido que ahora tacha de formar parte de la “mafia del poder”.
Se entiende. Le ganó el romanticismo.

Y no es el único político que ahora reniega del PRI. Ahí están los casos de Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett Díaz, Ricardo Monreal Ávila, entre otros personajes que ahora lo acompañan en Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

En 1988, al no contar con el apoyo de la cúpula del PRI, el Frente Democrático Nacional (FDN) lo postuló para contender por la gubernatura, pero perdió ante el priista Salvador Neme Castillo.

El FDN se convirtió en 1989 en partido político, denominándose Partido de la Revolución Democrática (PRD). En 1994, López Obrador se registró nuevamente como candidato a gobernador, pero perdió ante el priista Roberto Madrazo Pintado.

El Peje no aceptó los resultados. Alegó fraude, llamó a la resistencia civil y marchó a la Ciudad de México para denunciar que Madrazo era un tramposo.

Asimismo, demandó la anulación de los comicios y el establecimiento de un gobierno interino, petición a la que se sumaron el PAN y el PT. No logró su objetivo. Y, desde entonces le guarda un gran rencor al partido que un día le dedicó un himno amoroso.

Estaba claro que en Tabasco no tenía futuro político y fue por eso que se refugió en la Ciudad de México para contribuir a las tareas del PRD, instituto político que dirigió en 1996 luego de derrotar en una elección interna a Heberto Castillo y Amalia García.

Su figura política comenzó a posicionarse ante la opinión pública. Durante su periodo como dirigente, el PRD ganó por primera vez la jefatura de Gobierno del Distrito Federal y varios distritos electorales en el país.

En el año 2000 contendió por el gobierno del DF. Ganó por pocos votos, pero se impuso ante el panista Santiago Creel Miranda.

Gobernó la capital del país bajo un esquema populista, el cual fue criticado severamente por el PRI y el PAN.

Luego del desafuero del que fue objeto en 2004, su imagen se fortaleció, ya que optó en victimizarse. Y le funcionó (o sigue funcionando) para darse a conocer en todo el país.

Parecía imparable. Preocupó durante varias semanas a sus adversarios.
Su gran error fue pelearse con el sector productivo del país (empresarios) y el clero.

En julio de 2006 perdió ante el panista Felipe Calderón Hinojosa por 250 mil votos. Alegó que le hicieron fraude, mandó al diablo a las instituciones e instaló por varias semanas un plantón en el Paseo de la Reforma.

El 20 de noviembre de ese año se declaró presidente legítimo y siguió recorriendo el país. No se rindió y se opuso en todo momento a las iniciativas enviadas por Calderón a las Cámaras de Diputados y Senadores.

En 2012 contendió nuevamente por la Presidencia y volvió a perder por 3 millones de diferencia. Ahora fue ante el PRI y su candidato Enrique Peña Nieto. Y, por supuesto, otra vez gritó a los cuatro vientos que le hicieron trampa.

López Obrador sigue tropezando con la misma piedra (soberbia) y parece que no rectificará el rumbo, pues está lleno de rencor.

Desde que fundó su partido (Morena) se ha atrevido a mandar al carajo a sus otrora aliados (PRD y Movimiento Ciudadano), a quienes tacha como paleros de la “mafia del poder”.

Este domingo no fue la excepción. En una convención de Morena dijo NO a una alianza con el PRD, MC, PAN y otros partidos para la elección de 2018.
Así cómo, pues.

Ve la tempestad y no se hinca. Ya le pasó en el Estado de México, en donde fue derrotado por el grupo Atlacomulco.

Luego entonces, que no se queje si pierde nuevamente la elección del año venidero.

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