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martes, 8 de agosto de 2017

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a Don Héctor) De Julio Ayala Carlos

LA TRANSPARENCIA, LA RENDICIÓN de cuentas y la anticorrupción, no sólo es una cuestión de leyes, pues de lo contrario, con éstas se acabarían estas prácticas, sino de ética, de honestidad, de compromiso, y de moral, conceptos que, hay que decirlo, todos la practican en el discurso, aunque en los hechos, en la realidad, es todo lo contrario.

En este sentido, tiene sobrada razón lo dicho este lunes por el gobernador Héctor Astudillo Flores, quien reconoció que en Guerrero, como en todo el país, uno de los principales problemas, entre otros, como la inseguridad y la pobreza, es la corrupción, por lo que es urgente y necesario, hoy más que nunca, se implementen acciones para combatirla.

Es cierto. Las leyes ayudan a combatirla. Pero si no hay quien les implemente, difícilmente podrá combatirse. No por nada se ha dicho que en Guerrero que no se nombra el Fiscal Anticorrupción, porque no hay en quién recaiga el nombramiento.

Hay que decirlo. No es que en México, y por supuesto en Guerrero, la corrupción sea cultural como alguien lo dijo, sino una cuestión de valores, como ya lo hemos dicho, pero también de aplicación de la ley. ¿Cuántos funcionarios no estarían en la cárcel, por corruptos, ladrones y sinvergüenzas, si se aplicara la ley?

Lo anterior viene a cuento porque este lunes el gobernador del estado presentó  las leyes que dieron origen al Sistema Estatal Anticorrupción, aprobadas por el Congreso, acto en el que el Ejecutivo local demandó a los miembros de su gabinete y a los presidentes municipales, entre otros, un manejo honesto de los recursos públicos, pero también, que haya rendición de cuentas y cero tolerancia a la corrupción, en razón de que la gente quiere funcionarios honestos y no que se enriquezcan en la función pública.

Es indudable que tiene razón el gobernador. Entre la población hay desánimo con los políticos y los gobernantes a los que tachan de ineficientes, corruptos, mentirosos, incumplidos, y por tanto, nadie les cree, a pesar de que algunos no manejan recursos públicos, pues el tráfico de influencias es también una forma de corrupción. Por ello, “hay una gran indisposición con la clase política y la clase gobernante”, reconoció Héctor Astudillo.

Es indudable que el sentir que tiene la gente contra los políticos y la clase gobernante no sólo es en México, sino en el mundo; “es en Guerrero y es en los estados, y ante ello no podemos incomodarnos”, manifestó, tras señalar que como gobernador no se incomoda. “No me incomoda de ninguna manera enterarme y estar consciente de esto, porque no es un asunto contra mí: es un asunto contra todos los gobernantes, pero ojo, si a eso le ponemos el ingrediente de que no somos cuidadosos cuando manejamos recursos públicos, cuando hacemos nuestro trabajo, si actuamos con insensibilidad y con despotismo; si no salimos a la calle y estamos encerrados, y somos incapaces de ir a las regiones y a municipios y caminar por la calle, pues entonces pobre funcionario público y pobre político”, indicó.

Y yo diría: ¡pobre Guerrero! Y es que por más recursos que lleguen al estado, si éstos no se manejan con pulcritud, con honestidad, con ética y con respeto a la ley, difícilmente estos mismos recursos van a llegar a su destino. No es nuevo decir que, por ejemplo, mientras los ayuntamientos municipales crean nuevos ricos cada tres años, los gobernados siguen igual de pobres.

Reitero. No solo es necesario tener las leyes. Lo importante es su aplicación. Por fortuna, hoy por hoy se tiene en Guerrero un gobierno comprometido en combatir la corrupción, no solo entendida como el robo o el mal manejo de los recursos públicos, sino también entendida como la simulación, la omisión, la irresponsabilidad y el tráfico de influencias para aquellos que no manejan dineros del erario público.

Lo decía en un principio. Combatir la corrupción es también de principios, de honestidad, ética, moral, y compromiso. Y en esto, hay que decirlo, el gobernador Héctor Astudillo no solo conoce estos conceptos, sino que los practica. Es también cuestión de formación y valores, y en este sentido, no conozco, hasta ahora, señalamientos, mucho menos pruebas de que el Ejecutivo estatal, en los cargos públicos que ha desempeñado, y menos aún como ciudadano, haya hecho mal uso o haya utilizado los recursos públicos para provecho personal o familiar.

Y eso, sin duda, es garantía de que el combate a la corrupción en Guerrero va en serio. Los guerrerenses, indudablemente se lo agradecerán en gran manera.

Comentarios: julio651220@hotmail.com