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viernes, 15 de febrero de 2019

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias Divorcio en Morena-Guerrero



Así como los matrimonios, los amasiatos políticos también corren el riesgo de no ser para siempre. Los malos entendidos o el incumplimiento de acuerdos contribuyen a ello.
Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, dio fin a su relación política con dos partidos en los que militó.
En los años 70s se afilió al PRI y renunció en septiembre de 1988 para ser candidato del Frente Democrático Nacional a la Gubernatura de Tabasco. Un años después fue uno de los principales fundadores del PRD, del que fue dirigente nacional, dos veces candidato presidencial (2006 y 2012) y el que lo hizo Jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) en el año 2000.
En 2012 y luego de 23 años de militancia perredista decide renunciar para crear su propio partido: Morena.
En todos los partidos hay conflictos. De eso nadie se salva. Ni en las mejores familias hay unidad y armonía total.
Pero hay militantes de algunos partidos que lavan la ropa sucia en los medios, que no les importa atacarse ni maldecirse. La intolerancia los distingue.
Y lo vemos en Morena-Guerrero.
Algunos de sus líderes se dan hasta con la cubeta. La causa: el control de la dirigencia estatal.
En un inicio todos se movían en la misma ruta, que consistía en fortalecer el proyecto de López Obrador para llevarlo a la Presidencia de la República. Era entendible, pues no había cargos, prerrogativas millonarias, ni mucho menos programas sociales para hacer clientelismo político-electoral.
Las diferencias empezaron a relucir después de las elecciones del 1 de julio de 2018. Todos se sentían (y se siguen sintiendo) generales y que merecen ser recompensados por su contribución al triunfo del mesías tropical, ése que le perdonó los pecados a la otrora “mafia del poder”.
Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros bloqueó desde la dirigencia estatal de Morena a los grupos de César Núñez Ramos (su antecesor) y al de Marcial Rodríguez Saldaña. Y para ello utilizó a dos de sus peleles: Sergio Montes Carrillo, representante de Morena ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), y Luis Enrique Ríos Saucedo, presidente del Consejo Estatal de Morena.
El nieto del doctor Pablo Sandoval Cruz intentó antes de las elecciones ser candidato a senador de la República, pero se le atravesó en el camino Félix Salgado Macedonio. Después maniobró para ser diputado federal plurinominal, pero también fue vetado. Y finalmente se auto palomeó para entrar en la lista de diputados locales plurinominales.
Para ser integrante de la LXII Legislatura local tuvo que recurrir a los tribunales, ya que algunos militantes lo impugnaron. Tal vez por eso decidió iniciar una lucha intestina contra César Núñez y Marcial Rodríguez.
Cuando fue designado coordinador parlamentario de Morena en el Congreso local y, por ende, presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), emprendió una estrategia errónea contra el PRI y el PRD, a quienes trató de minimizarlos por tener menos diputados. Pero el tiro le salió por la culata.
Su soberbia e ignorancia política y parlamentaria ocasionaron una crisis al interior de su propia bancada. Tres diputados se le revelaron. Teófila Platero Avilés, Marco Antonio Cabada Arias y Carlos Cruz López no se cuadraron a sus intereses y lo exhibieron como un tirano.
Ahora, ya no son 3, sino 11 legisladores (de 24) los que no comparten su forma de hacer política.
Pablo Amílcar está enfermo de poder. Y en su ambición de ser gobernador en 2021 incurre en varios errores. Lo peor de todo es que cada día se gana más adversarios políticos, sobre todo, al interior de su propio partido. Lo suyo es restar y dividir.
Desde la Delegación del gobierno federal en Guerrero, da línea a sus incondicionales para rechazar o aprobar algunas iniciativas que llegan al Congreso del estado. Al actual presidente de la Jucopo, Antonio Helguera Jiménez, lo mangonea a su antojo.
Lo que Pablo Amílcar no analiza es que la elección de 2021 no está decidida aún. Además, la candidatura de Morena a la Gubernatura tampoco la tiene segura, ya que los senadores Félix Salgado Macedonio y Nestora Salgado García, y la alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo, también la buscan.
Se vaticina una fuerte pelea por la candidatura a gobernador en Morena. Y si ninguno de ellos se pone de acuerdo, el dedo de López Obrador puede favorecer al ex alcalde de Acapulco y actual dirigente de Movimiento Ciudadano (MC) en la entidad, Luis Walton Aburto.
El señor “súper delegado” en Guerrero es el rey de la discordia. De eso no hay duda.
En pleno día del amor y la amistad, uno de sus incondicionales decidió abandonarlo.Se trata de Sergio Montes Carrillo, quien en conferencia de prensa dio a conocer que luego de reunirse con los sandovalistas no hubo coincidencias en la estrategia que se tiene que seguir en las próximas elecciones. Y reconoció por primera vez que los resultados de 2018 ya no serán los mismos en 2021.
De acuerdo a unas fuentes consultadas, el rompimiento del amasiato político entre Sergio Montes Carrillo y Pablo Amílcar Sandoval se debe a que éste último lo abandonó en su pretensión de ser presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena.
Montes Carrillo también informó que renunció como asesor del diputado Luis Enrique Ríos Saucedo y puso a disposición su espacio ante el IEPC.
Durante cuatro años fue el más férreo defensor de Pablo Amílcar, su otrora aliado político. Lamentablemente, sólo fue utilizado para atacar con severidad a César Núñez y a Marcial Rodríguez.
Ni pex, dijera un amigo covachero (dícese de aquel individuo que toma café en ‘La Covacha’ de Chilpancingo). ¡Ahí para la otra, don Checo!

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