Este es un asunto de
reporteros, de periodistas, del que no puede ser ajena la sociedad entera.
Entera.
Mire usted. La mañanera de
miércoles de Palacio transitó en el mismo sitio, con la misma gente y similar
pretexto para zafarse de la responsabilidad compartida en las amenazas del
crimen organizado a periodistas y medios de comunicación.
Unos desde el privilegiado
púlpito mañanero, de los miércoles del quién es quién, en las mentiras de la
semana; los otros, un día antes, desde un amedrentador tribunal con esbirros
armados para la batalla contra peligrosos reporteros, periodistas y conductores
de medios electrónicos cuya arma es la libertad de expresión, la de prensa.
Usted disculpará. Retomo el
caso de mis colegas porque si no nos hacemos cargo de lo que nos agrede y
ofende, amenaza y juzga, entonces ¿quién nos va a defender?
Desde el gobierno federal se
descarta esa posibilidad, toda vez que el propio depositario del Poder
Ejecutivo Federal nos ha insultado y descalificado un día sí y otro también
desde el inicio de esta administración de la llamada 4T, aunque de pronto diga
que hay “honrosas excepciones” pero no las identifica.
Y nosotros, los reporteros,
los periodistas que somos independientes o free lance, que en cientos de casos
implica decir desempleado, o los asalariados, caemos en ese espacio de tesis
marxista: somos dueños de nuestra fuerza de trabajo pero no de los medios de
producción.
Pero corremos con la misma
suerte del empresario, del patrón y el llamado líder de opinión, al que llaman
conservador y neoliberal dolido porque le retiraron canonjías; en la
generalización salida de Palacio, en voz de Su Alteza Serenísima, el ciudadano
común cree que todos los reporteros viven como quienes ocupan espacios de
primera fila en los medios electrónicos y la prensa impresa.
Cada quien se ha ganado sus
espacios en la prensa mexicana. Cada quien con sus pecados y milagros, porque
así es esta profesión, como en cualquier otra en la que la ruta de ascenso es
de elemental competencia con y sin asideros.
Pero, hoy, ésta libre
competencia es descalificada porque para el licenciado presidente la prensa
ideal es aquella que lo elogia, le aplaude y celebra sus gracejadas, que se
conforma con los miserables cientos de miles de pesos que les reparte Chucho
Ramírez.
No, no, mentira que se
presione a los dueños de medios de comunicación, ya no se paga publicidad como
antes, se repite en el mensaje presidencial, pero la realidad demuestra que la
disciplina editorial se mide con el cese de un colaborador o reportero
incómodo, que tiene singular justificación.
Vaya, cada quien se ha
ganado la chuleta como ha querido en este México que nada en una mar de medios
de comunicación que tiene desde paraísos y hasta zonas infestadas de tiburones,
impostores y mercenarios de la comunicación que sin rubor presumen ser
profesionales.
Al final me quedo con la máxima
que demandaba respeto entre pares del periodismo mexicano: perro no come perro.
Y de aquellos días en los que la solidaridad era en automático: quien le pega a
un periodista le pega a todos los periodistas.
Hoy, en esas oficinas de
prensa donde hay pocos periodistas profesionales, se mantiene esa práctica de
pedir a la dirección de un medio de comunicación la cabeza de un reportero por
incómodo. La 4T respetuosa de la libertad de expresión.
Así, singular mañanera la de
media semana. Miércoles tempranero en Palacio con el formato dispuesto para
repetir la cantaleta demagógica desde el poder público, harto conocido cuando
un periodista es asesinado, perseguido y amenazado, instalándose en la
trinchera del agredido para salvar responsabilidades.
Que no nos confundan, somos
diferentes, ¡zafo!, suele decir Su Alteza Serenísima cuando se repiten casos en
los que el reportero es el personaje, la víctima. Y esa muletilla “con todo
respeto” que es pauta para madrear, descalificar, estigmatizar y luego negar el
hecho.
--Con su permiso, señor
presidente. Buenos días a todas y a todos--, saludó la licenciada Ana Elizabeth
García Vilchis, identificada por la vox populi como la Zarina de la verdad
verdadera.
Y adelantó la justificación
y el pretexto:
“El gobierno que encabeza el
presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, garantiza la libertad
de expresión y está comprometido con la protección de los periodistas que ven
vulnerados sus derechos.
“Desde este espacio, en el
Quién es Quién en las Mentiras de la Semana nos solidarizamos con los
periodistas amenazados por el crimen organizado con cualquier amenaza o acto de
intimidación”.
Y, en serio, no se ría, la
licenciada García Vilchis aseguró que “el Gobierno de México está comprometido
con la libertad y el derecho a la información. Ya no hay censura ni compra de
consciencias por parte del gobierno y se toman medidas para proteger a los
periodistas que se encuentren en situación de riesgo como consecuencia de su
ejercicio, de su profesión”. No se ría.
Pero, ¿qué cree? Poquito
después, Reyna Haydee Ramírez, quien se identificó como reportera independiente
y para la Alianza de Medios, dio pauta para el lucimiento retórico y falaz del
Duce; de pasada dejó mal parada a la licenciada García Vilchis porque
responsabilizó al señorpresidente de ser factor para agredir a los periodistas.
Lea usted:
--Presidente, una segunda
pregunta y que también tendría que ver con impunidad y seguridad es como lo que
ha pasado recién, como ya vimos que ha escalado las amenazas contra medios y
periodistas. ¿Usted encuentra alguna relación entre estos hechos que no sólo
se…? Bueno, ya lo vimos a una escala de verdad preocupante, pero se dan en
todos los estados, en todos los municipios, por gobernantes y por otro tipo de
funcionarios menores.
¿Usted encuentra alguna
relación de esto que está pasando con el hecho de que desde aquí también usted
y ahora con una nueva sección se estigmatice a los periodistas?
--Bueno, eso es lo que dice
Krauze y Aguilar Camín (¿sólo ellos?), y pues casi todos los medios, eso es lo
que dicen, nos echan la culpa a nosotros de todo.
Está enojado Aguilar Camín y
está enojado Krauze porque también eran los predilectos de los gobiernos
anteriores, recibían muchísimo dinero para sus publicaciones; entonces ya no
reciben y ahora pues nos echan la culpa de todo.
--Pero –atajó Reyna Haydee
Ramírez-- es que justamente ese es el problema, presidente, que esos
personajes, grandes personajes, que siempre han… De ellos o de otros, que han
estado siempre cerca del poder y que hoy no lo están, esos son una parte, pero
también hay periodistas, los de a pie, los que andamos en la calle, que de
alguna manera el hecho de que aquí se hable… Usted ha hecho alguna distinción,
sí.
--Sí, siempre—mintió Su Alteza
Serenísima.
--En algún momento –replicó
Reyna Haydee--, pero no es parejo presidente, porque si usted estigmatiza
-usted es el presidente- si usted estigmatiza a unos con razón o sin razón,
esto permea hasta abajo.
--Con razón—justificó el
Duce.
--Con razón, bueno, con
razón –dijo Reyna Haydee--, y sí es con razón en algunos casos, lo sé yo, llega
hasta abajo y los alcaldes y los gobernadores siguen haciendo lo mismo, y ahora
ya vimos que otros niveles (el crimen organizado) están también entrando a este
tema de cuestionar, de atacar.
De por sí usted sabe que el
periodismo es una de las, pues ahora de las profesiones más riesgosas que hay
en el país y además más impunes, porque los crímenes no se resuelven, o sea, no
hay respuestas.
--Pero –respondió el
licenciado presidente con una mentira piadosa --hay respeto de parte de
nosotros a los periodistas, siempre lo menciono, la diferencia está (o sea) en
los dueños de medios, en los que utilizan la libertad de expresión como
negocio, los que forman parte de los grupos de intereses creados, los que
protegen a corruptos, los que son responsables también en buena medida o tienen
parte de responsabilidad de la descomposición social, de la violencia, porque
ellos se han beneficiado de la corrupción. Entonces, cómo les vamos a aplaudir.
En serio, en serio eso dijo
el Duce López Obrador. Pero, listo como es, compartió responsabilidad:
“Y desde luego la gente sabe
muy bien quién es un periodista honesto, cómo no van a saber”, puntualizó Su
Alteza Serenísima, en esa idea de que todo el mundo reconoce a un periodista en
el Metro, en el transporte público, en la taquería de la esquina, en la fila de
desempleados, en las páginas del jet set… y en las de nota roja como víctima de
quien se siente con autoridad para meterle un plomazo por incómodo. ¿Quién
podrá defendernos de Andrés Manuel? Digo.
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