Sin duda, sin duda, el ingeniero Carlos Slim
sonrió, socarrón, cuando el licenciado presidente lo citó como ejemplo de los
ricos que no han perdido lana durante lo que va de su gestión.
--¡Ay!, qué Andrés tan ocurrente—habría
pensado el ingeniero al unísono de esa pléyade de ricos, ricos y los no tanto
que, con uñas propias y paciencia --¿a poco no?--, han sorteado la crisis de
credibilidad y seguridad financiera provocada por la 4T.
¡Sí, manito! Pero…
Entonces, en algún lugar de la singular selva
urbana y del vasto territorio nacional asiento de la pobreza y miseria mexicana
los pobres lloraron. Pobres.
Pero. Alzaron los hombros y se resignaron
porque, ¡válgame Dios!, aún creen que Su Alteza Serenísima les cumplirá la
promesa de campaña.
¡Ah!, pero en la mañanera de media semana
retomó el mensaje del pasado domingo 22, escurrido entre miembros de la etnia
Seri en Pitiquito, Sonora, que es un guiño, en tiempos electorales a quienes ha
calificado pirrurris, fifís y machuchones.
“Y felicito a estos empresarios que están
pagando, casi todos están contribuyendo, todos, o sea, no tengo quejas de que
es Slim no esté pagando, estamos hablando de alguien que tiene un poco ¿no?”,
dijo con ironía el licenciado presidente.
Vaya con la estrategia propagandística de Su
Alteza Serenísima. En la comunidad de Desemboque, en el municipio de Pitiquito
fue a prometer y ofrecer justicia social a los seris. Por de pronto les cumplió
el compromiso hecho en Punta Chueca, de celebrar este domingo 22 de mayo en
Desemboque ¡otra reunión! Bueno.
“Y estamos cumpliendo y se está avanzando en
el propósito de que haya justicia para la cultura, para la etnia seri. Se está
avanzando en los Programas de Bienestar que se aplican en todo el país, y se le
da preferencia a la gente humilde, a la gente pobre. Puedo afirmar y demostrar
que en el 70 por ciento de los hogares de México llega cuando menos un programa
de Bienestar”, dijo el Duce Andrés Manuel I, pero...
Resulta que, hoy fue más de lo mismo de otros
gobiernos: la promesa de que el maná caerá del cielo porque el Santo Patrono de
los otros datos lo dice. Lea usted y no se ría, por favor.
“Es atender primero a los de abajo y va
subiendo el apoyo de abajo hacia arriba, no como antes, que se pensaba que, si
llovía fuerte arriba, goteaba abajo y todo el apoyo era para las minorías.
Ahora es de abajo hacia arriba y se empieza con los más pobres, los que están
en la base de la pirámide, que lamentablemente son los pueblos indígenas de
México los más pobres”, recitó por enésima ocasión Su Alteza Serenísima.
No, no, no aludió a la galopante carestía que
implica inflación, no reparó en que los pobres, ya no diga usted los habitantes
de zonas marginadas, los miserables de la montaña y del altiplano, no tienen
acceso a la canasta básica, ¡básica!
Bueno, pero estimó y sólo estimó que “en esta
población más necesitada yo creo que ya estamos cumpliendo el que se atiendan
todas las familias; es decir, no hay una familia indígena pobre que no reciba
cuando menos un apoyo (…)”.
¿En serio? Porque la oferta de, por ejemplo,
pactar con productores del campo llevar agua potable a los seris o dotar a esta
etnia de lanchas para la pesca, desmiente su discurso de que “no hay una familia
indígena pobre que no reciba cuando menos un apoyo”.
Sí, el licenciado presidente anda en campaña y
ahora resulta que “también va subiendo y se ayuda a integrantes de las clases
medias, porque el programa de adultos mayores, por ejemplo, es para todos, es
para ricos y pobres, es universal, son 12 millones de adultos mayores que
reciben una pensión”.
¿Recuerda usted cómo despreció a la clase
media y a la clase acomodada, dígase ricos, porque en la elección del año
pasado le dieron la espalda a los candidatos de Morena, tanto que en la Ciudad
de México el partidazo dejó mal parada a la doctora Claudia Sheinbaum?
Lo dicho, anda quedando bien, aunque sea
gerundio, coquetea: “hay muchas personas de las clases medias que reciben estos
apoyos y muchos maestros, y médicos y enfermeras y servidores públicos.
Entonces, llegamos así hasta el 70 por ciento, y el 30 restante...
“Los que están hasta arriba también reciben
beneficios de manera indirecta porque se está impulsando el desarrollo
económico (…)”. ¡Híjole!
Además, en esta ponderación electorera, en el
mensaje ante seris, el Santo Patrono de los otros datos sostuvo que “está
creciendo la inversión que viene de otras partes del mundo y esto significa
empleos, significa bienestar en nuestro país. ¿Y quiénes se ayudan? Pues
profesionales mexicanos, que trabajan en estas empresas”. ¡Gracias!, magnánimo
Andrés Manuel, habrían estallado en coro dominical los beneficiados por el
Duce.
Encarrerado, el licenciado presidente
presumió:
“Entonces, se ayuda también a los de arriba.
Yo les puedo decir que no hay un rico de México que en el tiempo que llevamos
gobernando haya perdido dinero, y a las pruebas me remito; al contrario, les ha
ido bien.
“¿Y qué es lo que queremos? Pues convencerlos
de que todos tenemos derecho a vivir con justicia y dignidad; que, por el bien
de todos, primero los pobres”. ¿Por qué no primero los pobres y los ricos?
Total, anda en campaña y por primera ocasión pondera a la comunidad fifí, a los
pirrurris y machuchones que usan camionetotas y autos de lujo y tienen más de
dos pares de zapatos.
Y a media semana… Uno de esos aplaudidores que
le siembran preguntas a modo, aunque llamó Miguel al general y presidente
Manuel Ávila Camacho, le recordó aquellas administraciones de Adolfo López
Mateos y de Gustavo Díaz Ordaz que, no lo citó, bordaron con el desarrollo
estabilizador en el periodo 1958-1970 que desmadró el populismo echeverrista y
enterró la fallida solución somos todos lópezportillista.
Andrés Manuel I quiso comparar a su
administración con aquellas de López Mateos y Díaz Ordaz pero, ¿qué cree?, le
ganó el protagonismo y sostuvo: “En lo que sí le ganamos a otros gobiernos es
en justicia social, ahí sí y lo puedo probar”.
¿Y sabe usted por qué?, porque, dijo el
licenciado presidente, “nunca se había distribuido el ingreso, la riqueza como
ahora, con justicia. Ahora le está llegando presupuesto a quienes no les
llegaba nada. En eso sí estamos mejor que en la época del milagro mexicano y del
desarrollo estabilizador, porque en ese entonces sí, crecimiento, pero
crecimiento no significa bienestar, no es sinónimo de bienestar, no significa
desarrollo”. ¿Qué le parece? No, pos sí.
Lo bueno, si puede considerarse positivo, es
que reconoció, que “hay que combatir la inflación, porque no se trata sólo de
aumentar salario mínimo. Por ejemplo, en eso, ahí llevaba más de 40 años que no
había incrementos al salario como ahora, ahí también estamos en primer lugar.
“Pero con inflación, aunque aumente el
salario, aunque aumente el monto de las pensiones, se reduce el poder
adquisitivo, la capacidad de compra, o sea, no hay bienestar. Entonces, en eso
estamos”. ¡Caray!, no le quedaba de otra y menos en vísperas de la elección del
domingo 5 de junio en la que Morena y socios van por seis de seis gubernaturas.
Seguramente por eso, emocionado hasta las
lágrimas reiteró su mensaje del domingo último;
“Siempre digo lo que siento, lo que me sale de
mi corazón, de mi alma y allá en Desemboque, allá con los seris, dije que desde
que estoy en el gobierno no sólo le ha ido bien a los pobres, a la gente más
humilde, sino que ningún rico ha perdido dinero, de los de arriba, puede ser
que los medianos”. No se ría, porfis.
Es más, por si había alguna duda, dijo que cuando
se reúne “con los que tienen más y están invirtiendo en México y confiando en
México, les pregunto cómo les va (…) Le pregunto a otros y les va bien. Y luego
veo publicaciones y estoy informado, no hay nadie que se queje”. ¡En campaña!
No cuestionó a los periódicos. Y resumió con esta perla:
“Y felicito a estos empresarios que están
pagando, casi todos están contribuyendo, todos, o sea, no tengo quejas de que
es Slim no esté pagando, estamos hablando de alguien que tiene un poco ¿no?”
¿Y los pobres, los jodidos? También lloran.
POR CIERTO. Está visto que no quiere pleito
con Ricardo Monreal cuyo nivel político lo distingue de las corcholatas. Ya
sabe usted.
La colega Diana Benítez, reportera de El
Financiero, recordó que Ricardo Monreal refirió que México no está en la
posición de condicionar su asistencia, a la Cumbre de las Américas. “¿Coincide
con ello?”, preguntó Diana.
--Vamos a esperarnos, porque todavía no hay
una definición, se está conversando, dialogando—respondió Andrés Manuel I y se
echó un rollo pero no aludió a lo dicho por Monreal. Para eso me gustaba,
alburea el clásico. Digo.
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