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martes, 21 de junio de 2022

ENTRESEMANA Andrés, el Jefe Máximo MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN


¿Ricardo Monreal es un peligro para Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I, el Jefe Máximo? ¡Acertó!

 

Y contra el Duce nada ni nadie.

 

Ya lo dijo con todas sus letras José Manuel del Río Virgen, secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.

 

Haber estado encarcelado durante 177 días obedece a la tarea de golpear y descarrilar al proyecto del senador Monreal Ávila, puntualizó Del Río y sostuvo que, ejemplo de ello, es que el primer matraquero de Claudia Sheinbaum es el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez.

 

Y la señora Claudia es, por lo menos públicamente, el proyecto sucesorio personalísimo de Andrés Manuel I.

 

Sí. Muy temprano arrancó la sucesión presidencial, sin duda. Y Andrés Manuel así lo determinó en la idea de desbrozar a tiempo el camino a quien lo relevará en el cargo mas no en el control del máximo poder en México. ¿A la chingada? ¡Nooo!, al poder tras el trono, el Jefe Máximo.

 

Por eso…

 

Quien mucho se despide pocas ganas tiene de irse, reza la conseja popular o como reprocha José Alfredo Jiménez: pero estás que te vas y te vas y te vas y no te has ido.

 

Y hete aquí que bañadito, encorbatado y bien peinado Su Alteza Serenísima irrumpe de lunes a viernes, e incluso fines de semana, en la mañanera con el incumplimiento de lo que millones de mexicanos esperan ocurra. No es deseo perverso e inhumano, él pregona recurrente el adiós anticipado merced a problemas de salud y lo que dicte el Creador.

 

Lo cierto es que la ley es la ley, aunque el licenciado presidente no lo admita porque él es la ley, y debe despedirse de Palacio Nacional, el 1 de octubre de 2024, en caso de que la alianza opositora triunfe en la tarea de echar de la Presidencia, del poder, a la pléyade de nuevos ricos, a la Mafia del Joder.

 

Bueno, bueno, esa es la formalidad legal. Puede ocurrir que la 4T gane los comicios federales del domingo 2 de junio de 2024 y se alce con el triunfo el comodín elegido por Andrés Manuel I, en la reedición del caudillismo entendido en el grupo compacto de amigos, socios y compadres que acuerda prolongarse en el poder, con un líder a la cabeza.

 

Pero la historia patria ha demostrado que esa pretensión ha fracasado más temprano que tarde. Los generales revolucionarios del siglo pasado fueron el mejor ejemplo, desde el fracaso de la hiena Victoriano Huerta y el jefe constitucionalista Venustiano Carranza, traicionado por la ambición de sus generales; Álvaro Obregón asesinado antes de rendir protesta en la reelección y el llamado jefe máximo Plutarco Elías Calles expulsado del país.

 

Los gobiernos civiles a partir de Miguel Alemán buscaron esa continuidad y lo consiguieron integrados en camarillas y, asociados en el interés económico, se mantuvieron en el poder. Los grupos, aunque en ocasiones desamparados, sobrevivieron al cambio de siglas y dieron carta de naturalización a la deslealtad y la traición, el cambio de bando partidista.

 

Esa fue la época del partidazo, del PRI dueño del poder en México. La sucesión presidencial se escribió en una especie de machote que se repetía cada seis años con una oposición política que soñó con la Presidencia de la República y cuando la obtuvo se encontró incapaz para gobernar.

 

Mire usted, la historia nacional no escrita pero que es vox populi refiere a la sucesión presidencial negociada, atada al dedazo por acuerdo de los grupos de poder, que Andrés Manuel López Obrador pretende negar en su sucesión, sobre todo cuando se trata de su permanencia en el poder como Jefe Máximo.

 

¿Por qué sólo es enunciativa la acusación de corrupto contra Enrique Peña Nieto? ¿Por qué insiste en que Felipe Calderón estuvo vinculado al crimen organizado vía Genaro García Luna? ¿Por qué no están en prisión los empresarios corruptos que, asegura, fueron beneficiarios de la era neoliberal?

 

¿Por qué?

 

¡Ay, Andrés Manuel!, no niegues tu propia esencia, la escuela priista en la que abrevaste, la insistente negación de imitar los tiempos echeverristas y lopezportillistas, tu sociedad por ejemplo con Ignacio Ovalle Fernández, tu mecenas desde aquellos días en que te llevó a la dirección del Instituto Nacional Indigenista y los apoyos que te dio cuando dirigió al Coplamar y al SAM y a la Conasupo.

 

Por eso ordenaste ponerlo a salvo desligándolo de la escandalosa corrupción de la que fue responsable, ¡faltaba más!, desde antes de tomar posesión como director general de Seguridad Alimentaria Mexicana, organismo descentralizado dependiente de la Secretaría de Agricultura.

 

Miles de millones de pesos danzaron en esta trama de corrupción en la 4T que hasta involucró al maíz con gorgojo, pero imposible enviar a prisión a Ovalle Fernández.

 

Por eso, Su Alteza Serenísima, le diste la salida de la impunidad hacia la coordinación del Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal, dependiente de la Secretaría de Gobernación.

 

Vaya, vaya.

 

El licenciado presidente puso bajo el amparo de su amigo Adán Augusto López Hernández, a su amigazo Ovalle Fernández, ex distinguido priista que fue sustituido en el cargo al frente de Segalmex por otro comprometido ex priista, Leonel Cota Montaño.

 

Este es el juego que todos jugamos. Y, le decía, la sucesión presidencial negociada no exenta de su práctica al licenciado López Obrador, cuyo primer círculo de colaboradores tiene a ex priistas y a nuevos confesos morenistas como el general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González.

 

¿Alguna pregunta?

 

¿Ricardo Monreal un peligro para los planes del Maximato?

 

Ricardo fue víctima de las intrigas palaciegas que lo responsabilizaron de la debacle morenista en la elección intermedia en la Ciudad de México, el coto electoral responsabilidad de la señora Claudia Sheinbaum.

 

Y está visto que la jefa de Gobierno de la capital del país tiene el manto de la impunidad. Exculpada desde Palacio de cualquier responsabilidad en la tragedia de la Línea 12 del Metro, se desempeña mimética del proceder del licenciado presidente y desprecia a la ley, hace campaña personal y de los alfiles morenistas. La ley no es la ley para doña Claudia.

 

Y Andrés Manuel la arropa, la disculpa, la presume como presume al impresentable Cuitláhuac García como el mejor gobernador.

 

En la mañanera de inicio de semana quien preguntó por asuntos veracruzanos tocó el caso de José Manuel del Río Virgen que, evidente, está vinculado a la aspiración de Ricardo Monreal por la candidatura de Morena a la Presidencia de la República.

 

La reportera aludió al caso de Pasiano Palomino, alcalde electo del municipio de Jesús Carranza que no pudo rendir protesta en el cargo porque fue encarcelado por la presunta comisión de ultrajes a la autoridad, delito que ya fue derogado mas no aplicado con Pasiano.

 

“Familiares y pobladores lo consideran preso político; de hecho, lo comparan con (…) José Manuel del Río Virgen, que ya logró su libertad a través de confirmar un tribunal su amparo. Y si usted considera que esto (caso Palomino) tiene una connotación política y qué instancias deberán analizar este caso y otros que existen en Veracruz”, planteó la reportera al licenciado presidente.

 

¿Y qué cree que respondió Andrés Manuel I? ¡Exacto!

 

--Sí, primero, le tenemos confianza al gobernador de Veracruz, no es como los otros, él es incapaz de fabricar delitos para castigar a adversarios—dijo el licenciado López Obrador y procedió en la protección de uno de los suyos. ¡Faltaba más!

 

Dicharachero, disculpa y encubre tropelías de sus amigazos #CuitlahuacGoberJusticiero e #IgnacioOvalleSegalmex. Cuida su ruta y ¡ay de aquel que se le atraviese!

 

Hasta se despachó con La pollera colorá en voz de Margarita, la diosa de la cumbia, porque ganó su amigo colombiano Gustavo Petro, en un proceso del que se asume precursor. ¿Simón Bolívar redivivo? ¿El Jefe Máximo? ¡Sopas! Digo.

 

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