¿Recuerda usted el affaire de Purificación Carpinteyro Calderón y Luis Téllez Kuenzler? Ambos son aves de las tempestades y ejemplo de la impunidad que priva en México, beneficiarios de la aplicación selectiva de la Ley. Ella es diputada federal por el PRD y él es presidente de la Bolsa Mexicana de Valores.
Hoy resulta que doña Purificación Carpinteyro está inmersa en un escándalo de tráfico de influencias y conflicto de intereses que se encargó de minimizar con la aceptación de algo así como “¿Y?”, porque al final de cuentas no existe un mecanismo que la sancione. La pillaron en una negociación para beneficiarse y beneficiar a un socio con dividendos de la Reforma en Telecomunicaciones.
Ella que se ha manifestado en contra de las transas entre las televisoras y el gobierno federal y los empresarios del ramo de las telecomunicaciones, acepta que negocia, que trafica influencias, se aprovecha de su fuero y su participación en las comisiones legislativas que discuten las leyes reglamentarias de la Reforma en Telecomunicaciones.
¿Y? En efecto, la diputada federal que protagonizó el escándalo con Luis Téllez en aquellos días de la democracia del sexenio albiazul, hoy integrante de la corriente de Los Chuchos, los meros meros del PRD, es una figura impune. Veamos.
En abril de 2007, el pleno senatorial aprobó un dictamen de reformas al artículo 62 constitucional y la adición de un artículo 13 bis a la Ley Orgánica del Congreso de la Unión, para prohibir a senadores y diputados federales y locales la práctica del deporte por excelencia: tráfico de influencias y conflicto de intereses. La causal había sido el escándalo de tráfico de influencias del entonces senador Diego Fernández de Cevallos. Pero había sido la gota que derramó, en esos días, el vaso de los negocios que legisladores hacían y hacen con el cargo.
Empero, la minuta se atoró en la Cámara de Diputados. El status de impunidad prevalece. Los legisladores se amparan en la vigencia del ordenamiento del artículo 62 constitucional, que sólo prevé: “no podrán desempeñar ninguna otra comisión o empleo de la Federación o de los Estados por los cuales se disfrute sueldo, sin licencia previa de la Cámara respectiva (…)”.
Por ello, Purificación Carpinteyro puede hacer negocios con las reformas que promueve y defiende en materia de Telecomunicaciones. Los millones de pesos, los fierros como ella los llama, son los motivos de la diputada federal que en tribuna suele acusar a los que llama oportunistas negociadores de la reforma impulsada por el gobierno federal, consecuencia del Pacto por México.
Es, Purificación, coincidente en motivos personalísmos como los del también senador, éste por el PAN, Javier Corral Jurado, que denuncia a radiodifusores independientes interesados en favorecerse de la citada reforma en telecomunicaciones, mas él fue exhibido por los intereses que tiene de que se incluyan sus propuestas, porque simple y llanamente trae un litigio de varios millones de pesos radicado contra Televisa.
Y ahora resulta que Carpinteyro quiere llevarse una tajada millonaria y, por ello, convoca a su amigo José “Pepe” Gutiérrez Bernal, para que la ayude a crear una empresa que, sin dinero o “sin fierros”, con el sistema de ventas multinivel pueda comprar a Carlos Slim tiempo aire de Telmex para competir en servicios de Tripleplay.
Porque, refiere a “Pepe”, en la llamada telefónica que trascendió este martes en las redes sociales, que “no nada más para celular, sino todo Telecom, todo, es más, te estoy hablando de televisión de paga, estoy hablando de acceso a Internet, estoy hablando de todo”.
¿Tráfico de influencias y conflicto de interés? Sí, la diputada defiende unas reformas a la Ley de Telecomunicaciones, porque éstas le derivarán beneficios con millones de fierros. ¿El interés general, la sociedad mexicana, los más pobres, las clases medias? Nada, nada, a doña Purificación le interesan sus fierros cobijados por la impunidad.
Pero, ¿qué dice doña Purificación? En su blog respondió la tarde-noche de este martes: “El enemigo no soy yo, el enemigo son los monopolios”. Y, en carta abierta “A la opinión pública, A los medios de comunicación, A mis compañeros legisladores, Al pueblo de México”, se echa un rollo de su tránsito por el sector privado y en el sector público, para luego admitir y justificar el doble discurso, la doble negociación, el objetivo del negocio, la transa. A saber:
“(…) Las conversaciones difundidas por @LaRedEsNuestra_ por twitter y que varios medios de comunicación han retomado subsecuentemente hacen eco de lo que intereses monopólicos y sectarios han intentado siempre hacer: convertir en el centro de atención los asuntos privados de una persona -en este caso yo misma, desviando la atención sobre lo que debe de mantenernos atentos, los debates sobre las Leyes Secundarias de Telecomunicaciones.
“A diferencia de muchos defensores políticos de un sector de comunicaciones sin monopolios, yo si estoy dispuesta a generar competencia en el sector tanto en la ley como en la práctica; de ahí la conversación que escucharon con José Gutiérrez Becerril, colega y gran aliado en esta cruzada.
“No obstante y lo recalco categóricamente, lo que importa en tema de Telecomunicaciones es México y la cruzada para que los monopolios televisivos, de televisión de cable, de telefonía, de telefonía móvil y de internet se erradiquen.
“Aclaro que mi conducta ha sido siempre intachable y que me he conducido en todo momento con apego estricto a la ley. También confirmo que este tipo de ataques solamente me hacen me fortalecen y fortalecen mi postura de rechazo permanente a los monopolios en el sector de telecomunicaciones en México.
“No hay que confundirse, el enemigo no soy yo, el enemigo son los monopolios”. O sea, se vale que negocie como diputada lo que le beneficia como empresaria y se asume intachable. ¿Se vale? O, como reza un promocional de uno de los monopolios a los que dice combatir: “¿le vale?” Conste.
MIÉRCOLES. ¿Honestos, honestos, lo que se dice honestos? Mejor ahí déjelo. Digo.
@msanchezlimon