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jueves, 2 de febrero de 2012

LA REBELIÓN DE LAS MASAS Ernesto Rivera Rodriguez



Que más prueba contundente se debe de presentar para concluir que la actual  administración de gobierno de Ángel Aguirre Rivero,  no corresponde a la correlación de fuerzas sociales, políticas y productivas de la entidad, que sin duda se encuentra en la protesta callejera que día a día son el componente del panorama urbano de las principales ciudades del estado.
Guerrero está a punto de la parálisis  de la toma de decisiones políticas en relación con las cuestiones de seguridad, gobierno interno, empleo, educación, pese a las repetidas palabras versus demagogia que los voceros oficiales vienen usando día con día, y de la propia voz del primer mandatario del estado que sin tapujo alguno, se arroba todos los signos de la democracia, la tolerancia, y el buen sentido como lo menciono, durante la toma de protesta de la Mesa Directiva del Grupo Acapulco, A.C., el día de ayer, en donde busco cobijo y blindaje, que afuera está lejos de tener dada la rápida perdida de credibilidad y tolerancia, en momentos en que su política continúa girando desvalidamente sobre su eje, incapaz de producir nada que se parezca remotamente a una coherente política  de gobierno,  sometido sin duda a la protesta social callejera que quiere imponer decisiones por la vía de la presión popular.
Las protestas sociales están a punto de conjugar a los más diversos estratos sociales los que se han identificado con los grupos más débiles, los más cuestionados por una sociedad que lejos está de entender el porque de la entelequia que sufren los  altos mandos del gobierno guerrerense, señalando permanentemente  la falta de operatividad y la incompetencia mostrada a pulso por el secretario general de gobierno, el anciano en todos los términos de Humberto Salgado Gómez, político que dejo sus mejores esfuerzos en la anterior administración interina del actual gobernador y que hoy está muy lejos de tener no sólo la capacidad sino el  ritmo que el tono social y político de Guerrero exige.
Este vacío refleja el fracaso del proceso de toma de decisiones, que no es sin embargo, monopolio del propio gobierno, que ofrece ya  efectos desestabilizadores sobre las  otras principales instituciones sociales, las cuales se ven obligadas a actuar en un entorno político tan volátil que no pueden literalmente, saber de un día para otro qué es lo que el gobierno de Ángel Aguirre Rivero espera de ellas, aumentando la dominante sensación de anarquía, en un gobierno que zigzagueando erráticamente día con día, complica en grado sumo la lucha de nuestras instituciones sociales básicas por la supervivencia, cuando su capacidad, -la del gobierno estatal- de gobernabilidad está siendo desafiada, sobrecargada, anegada de datos y situaciones irrelevantes, que pudieron ser contenidas antes de enfrentarlas en las calles y ante los peligros ayer desconocidos y hoy enmarcados  con la muerte de jóvenes ciudadanos y un tercero en llamas todo producto de la anarquía imperante en los más altos mandos de la toma de decisiones políticas. Por lo tanto lo que estamos viviendo son que responsables gubernamentales de primer nivel sean  se vean incapaces de  resolver los problemas de alta prioridad (o tomándolas muy mal), al tiempo que se dedican frenéticamente a decenas de otras menos importantes y, a menudo triviales.
La trivialidad del gobierno de Ángel Aguirre a llegado a ser tal, que no puede predecir los resultados de sus propios  actos, por lo que el estado de Guerrero, está muy cerca de la tesis de Ortega y Gasset, publicada en  1930: las protestas cotidianas, la violencia política y la represión institucional –la muerte de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa-, son parte indudable del agotamiento del actual “frankesteniano”  gobierno aguirrista,  y que exhibe a todo lujo, la necesidad de una nueva estructura institucional que defina nuevas reglas del juego político, canalice las exigencias sociales y perfile un nuevo y necesarísimo mecanismo institucional de relación entre las masas, la sociedad y el gobierno.  Esto no significa –me apresuro a añadir- que el poder perdido por el actual gobierno aguirrista haya pasado al resto de la sociedad. El poder no se transfiere; queda crecientemente sujeto al azar, de tal modo que nadie sabe de un momento a otro quien es el responsable de qué, quién tiene la autoridad real, (distinta de la nominal), ni cuanto tiempo durará la autoridad. Como consecuencia de ello, empieza a perder  su eficacia “el ritual del aseguramiento electoral, en este año ya a la vuelta de la esquina y en esta hirviente circunstancia, las personas corrientes se vuelven amargamente cínicas, no sólo sobre sus propios representantes, sino –más ominosamente- sobre la posibilidad misma de estar representadas en absoluto. No cabe duda que si se continúa por este derrotero, el triunfador del proceso electoral del próximo primero de Julio, será absolutamente el abstencionismo. Email:gernestorivera@gmail.com