martes, 5 de abril de 2016

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a Don Héctor) De Julio Ayala Carlos

TIENE RAZÓN EL GOBERNADOR: “la corrupción, que tiene harta a la población, es un obstáculo para que los servicios más elementales para el desarrollo: como son la salud, educación, seguridad y justicia, lleguen a la gente”. De lo contrario, Guerrero fuera otro.

Y más aún: “Guerrero… no puede ser un estado que viva en la impunidad”.  Lo anterior, durante la presentación del Programa estatal de ética, transparencia y combate a la corrupción, acto realizado en Acapulco y al que asistieron el secretario de la Función Pública, el Auditor Superior de la Federación, y la comisionada presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, y por supuesto, autoridades de los tres niveles de gobierno en el estado.

Es cierto. Guerrero ya no aguanta un día más de funcionarios corruptos, ladrones y sinvergüenzas. Guerrero, y los guerrerenses, ya no aguantan un día más de servidores públicos que utilizan el cargo y el poder para hacerse millonarios, desviando y robando el dinero del pueblo. Guerrero ya no aguanta también un día más de gobernantes cuatreros.

Claro. No será fácil. Será difícil mover inercias y acabar con vicios y costumbres. Y es que para todos, o prácticamente para todos los que llegan al gobierno a ocupar un cargo público, van con la idea de hacerse ricos, y más cuando manejan recursos. “A mí no me des. A mí ponme donde hay”, se escucha decir, o “Ya la hice”, a quienes llegan al poder.

Y es que, hasta ahora, al menos en Guerrero no hay ningún servidor o ex servidor público en la cárcel, y eso que hay denuncias por doquier, muchas de ellas fundadas, de que en el ejercicio del cargo se enriquecieron con los recursos públicos. Hay quienes, hay que decirlo, se han robado hasta los cestos de basura.

Cierto. No hay ninguno de los que han sido señalados de corruptos, de haberse robado el presupuesto, en la cárcel, sencillamente porque las leyes son muy blandas, o porque entre los bandidos se cubren. Ciertamente no es posible que se encuentre en la cárcel alguien que se robó un bolillo para comer, que un sujeto que ocupó un cargo público y se robó millones de pesos.

Cierto. “Guerrero… no puede ser un estado que viva en la impunidad”. No es posible que los recursos destinados a la obra pública se queden entre los servidores públicos. No es posible que por más recursos que lleguen al estado, los problemas y las necesidades de los guerrerenses no se resuelvan. Y no es posible, también, que se tengan gobernantes ricos, viviendo del presupuesto como reyes, y gobernados pobres, muchos de los cuales no tienen ni para comer y mucho menos el día siguiente.

Hay que decirlo. La presentación del Programa estatal de ética, transparencia y combate a la corrupción, por sí sola no acabará con los actos de corrupción, la falta de transparencia y la inmoralidad de los servidores públicos, tanto del gobierno del estado como de los poderes Judicial y Legislativo, así como de los organismos autónomos y desconcentrados, y por supuesto, en los ayuntamientos municipales. Sin embargo, hay que decir que ya se dio el primer paso para ello.
Podrán estar o no de acuerdo conmigo, pero el gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, bien pudo llevársela “de a muertito” en este rubro. Sin embargo, la sola presentación del programa de referencia muestra que hay interés, como lo dijo en su discurso, de actuar con transparencia, responsabilidad y honestidad en los recursos públicos, tras anunciar que “haremos todo lo que nos corresponda para que los actos de corrupción no queden impunes”.

Por supuesto, ya dije, que no será fácil. Y es que combatir la corrupción, la opacidad y hacer mejores gobiernos no es sencillo. Y es que Guerrero, como bien lo dijo el mandatario estatal, “distintos estudios colocan a nuestra entidad en una posición lamentable e indigna en términos de transparencia y corrupción”, sin contar con que quienes vivimos aquí, lo podemos constatar a diario.

Sí. Conocemos casos en que fulano o sutano, quien antes de entrar a ocupar un cargo en el gobierno no tenía ni en qué caerse muerto, a los tres o cuatro meses empezó a construir, a comprarse carro “del año”, y gastar en viajes. Hay incluso casos en que el secretario del secretario del secretario del secretario, es decir, el que hacía los mandados, de la noche a la mañana se convirtió en el nuevo rico de la colonia, o hasta tiene una constructora, y uno se pregunta, ¿pues de dónde diablos?

Ya lo dije. Robarse el dinero del presupuesto prácticamente es una práctica de los gobernantes. Y lo mejor aún, con total impunidad, pues como también ya dije, no hay ninguno de ellos en la cárcel. Y por eso, hay que decirlo, es que las campañas para ocupar cargos públicos son incluso encarnizadas, porque de llegar al poder, se dispondrá de los dineros del pueblo y, adiós pobreza.

Qué bueno que hay interés de combatir la corrupción y poner un freno a los corruptos. Qué bueno que hay el compromiso de acabar con la inmoralidad y los servidores públicos abusivos, sinvergüenzas e inútiles. Y qué bueno que hay la convicción de hacer un gobierno transparente y comprometido con la rendición de cuentas.            

Héctor Astudillo Flores, el gobernador del estado, ya inició con ello. Hay que ayudarle, lo mismo supervisando las acciones de gobierno, que denunciando a los funcionarios corruptos, y por supuesto, exigiendo que se cumpla la ley. Los bandidos, deben estar en la cárcel.


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