miércoles, 7 de agosto de 2013

MIRADA INTERIOR LA PRIVATIZACIÓN EN MÉXICO Por: Isaías Alanís

Patria: tu superficie es el maíz,
Isaias Alanis 
tus minas el palacio del Rey de Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.

Ramón López Velarde

A partir de 1894 se han privatizado más de 1000 empresas para estatales sin ningún impacto positivo en la economía y el desarrollo social. La fiebre privatizadora inicia en 1982, en ese tramo de tiempo, existían mil doscientas empresas propiedad del estado. Durante el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994), la privatización se convierte en pandemia desnacionalizadora nacional. Bajo el falso argumento salinista coreado por el entonces único partido, el PRI, el presidente del hermano incómodo hoy exonerado de enriquecimiento ilícito, sustentó su actividad privatizadora bajo esta falacia: “Es inaceptable un Estado tan propietario, frente a un pueblo con tantas carencias y necesidades. El Estado vende sus bienes para resolver males sociales y canaliza sus energías para abrir espacio a los particulares, para que aumenten el empleo, la inversión y la patria se fortalezca”.

Mayor engaño burdo y cínico sólo en México es aceptado por la clase política maiceada y la población entumida.  Un estado fuerte es aquel que posee activos o no uno que los entrega con el único afán de crear una dependencia criminal de las grandes potencias económicas. El mundo al revés. Es ese el que ha hecho implosionar la pobreza en México y las inversiones privadas de terciopelo exentas de impuestos por 99 años, y el nacimiento de una clase económica reducida y en pocas manos. Es cierto, se ven dieron empresas quebradas por el pésimo manejo y la corrupción, pero también, sin explicación es al pueblo, las más rentables, estratégicas y exitosas.

La moda privatizadora se inició, como ya lo tratamos en este espacio con Margaret Thatcher en Inglaterra. En México, según el estudioso Emilio Sacristán Roy: “A lo largo de más de treinta años, los gobiernos priístas de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Enrique Peña, así como los gobiernos de la "alternancia" panista de Vicente Fox y Felipe Calderón; han ido desmantelando la infraestructura de servicios paraestatales y han puesto en venta los principales bienes nacionales, al punto que, me atrevo a decir con mucha tristeza, ya casi no queda nada en México por ser vendido…” (memoriayfraude.blogspot.com/2013)
El investigador resume así el impacto de las privatizaciones: “las empresas paraestatales que han sido privatizadas fueron alguna vez organismos estatales constituidos y amparados por las leyes mexicanas, financiadas por el propio pueblo mexicano y que fueron instituidas con la finalidad de otorgar los servicios y satisfacer las demandas que el mismo pueblo requiere. Durante largo años dichas empresas lograron implementar una infraestructura de bienes y servicios a lo largo y ancho del país y que a la postre, simple y sencillamente fueron rematadas al mejor postor sin que el monto de la compra reingresara al gasto público para satisfacer otras demandas del pueblo mexicano; dicho dinero sólo ha servido para engrosar las cuentas de políticos corruptos y empresarios inescrupulosos….”.
Esta medida puso a la baja, el incremento de impuestos provocando un desplome de la infraestructura social de México: “Carencia de servicios públicos, programas sociales más limitados, menores prestaciones sociales, y prácticamente, nula seguridad social. La intención primordial de nuestros impuestos es la de subsanar las deudas por conceptos de rescates financieros a empresas cuyos directivos han defraudado o desfalcado, en vez de sostener las finanzas públicas de organismos gubernamentales de educación, seguridad, salud, previsión social y miles de otros servicios que han ido desapareciendo….”

La historia negra de la privatización es escandalosa. Según Sacristán Roy, “las primeras en ser vendidas a partir del año 1984 fueron Nacional Financiera (Nafinsa) y Sociedad Mexicana de Crédito Industrial (Somex), Dirona, Dicona, Forjamex, Sosa Texcoco. Telégrafos Mexicanos junto con otras 155 empresas de inversión paraestatal. SiderMex que operaba las tres más grandes siderurgias del país: Altos Hornos, S.A., Fundidora Monterrey, S.A. y Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. de C.V.
En “1982 se decreta la nacionalización de la Banca pero en 1990 se declara la privatización de los bancos mexicanos: Banamex, Bancomer, Serfín y Banorte que fueron adquiridas por firmas internacionales, principalmente estadounidenses. Cuatro años más tarde el gobierno implementa un programa de rescate financiero por malos manejos, malversación de fondos, y corrupción y nace el terrible FOBAPROA y posteriormente el IPAB.
Durante la gestión de Vicente Fox la industria azucarera fue vendida a las operadoras de azúcar extranjeras. Le siguen: Fertilizantes Mexicanos (Fertimex S.A. de C.V., filial de PEMEX fue vendida tras ser saqueada y vandalizada por el propio gobierno. Ferrocarriles Nacionales (Ferronales). Se suman; Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) y aerolíneas como Compañía Mexicana de Aviación, y Aeronaves de México (Aeroméxico) en manos de extranjeros. El Canal Trece y toda la Compañía Operadora de Teatros pasa a manos de los Salinas Pliego de manos de los Salinas de Gortari. Igual las comunicaciones satelitales
Se quebró y vendió la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que la  CFE emplea empresas subcontratistas de origen privado. Diésel Nacional (DINA) también fue una empresa ampliamente exitosa con una gran participación financiera por parte del Gobierno Federal,  DINA fue durante más de tres décadas la principal constructora de autobuses y camiones a diésel del país. Y ya chupo faros. Igual que la Ruta 100, y los hospitales también van que vuelan.
Y la joya de la corona para Carlos Slim., la venta “bara, bara” de TELMEX.
Ante este escenario cruel, doloroso y cañón, ¿qué le queda a los mexicanos? 55 millones de pobres, un país que se desangra con miles de muertos, territorios ocupados por el narco, tres partidos de tres colores que caminan al unísono de uno y una clase política ciega y ambiciosa que sólo piensa en sus ganancias personales, dispuestas a finiquitar PEMEX bajo el estamento salinista escrito líneas arriba y con el pacto de los tres partidos de tres colores que en esencia son uno y cavar más profundo el hoyo de la patria.
DE REOJO
El 5 de agosto  cumplió 26 años de  muerto vivo, Salvador Flores Rivera, mejor conocido como Chava Flores. Hablar de Chava Flores es tocar la epidermis de la Ciudad de México y los umbrales del poder. En su trova popular, inteligente y contracultural, el autor de A que le tiras cuando sueñas mexicano, marcó un hito en la historia de la música de México. ¿Qué serían los actuales compositores sin el ejemplo de Chava Flores? Algo o nada o quién sabe.

Los que fuimos compañeros de canto y compartimos su bonhomía, su gran capacidad para la sátira y esa camaradería frugal que solo hombres de la talla del compositor del Metro; El cumpleaños de Aspergencia; La Vecindad, El Gato viudo, etc. Sabemos de su importancia como cronista insustituible de la Ciudad de México. Monsiváis, el “Monsi”, consideraba sin temor a equivocarse que Gabriel Vargas, creador de La familia Burrón, y Chava Flores, son los cronistas de ese monstruo de ciudad que hoy se debate entre desapariciones y centro operador del poder omnímodo, al que Chava flores, siempre cuestionó, y le costó la censura y la persecución del famoso ex regente de la Ciudad de México Ernesto Uruchurtu. Y que nadie se regale la auto censura en este país, donde de seguir trovando, Chava le hubiera dedicado una canción ensangrentada para morirnos de risa.