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Consideradas por unos como un arte, una fiesta, un deporte, una tradición
y una cultura, las corridas de toros no son otra cosa que un espectáculo
bárbaro, digno no de una civilización avanzada ni de los actuales tiempos. Son
un producto de tiempos ancestrales en donde predominaba la barbarie, los
conceptos morales no existían y dominaba la intolerancia, la tortura, la
esclavitud y otras costumbres y culturas que hacían de muchas naciones un
ejemplo de inmoralidad.
Traídos por los españoles, estos crueles inhumanos y denigrantes
espectáculos, se esparcieron por todos los territorios conquistados y por
siglos se arraigaron en las poblaciones latinoamericanas.
Pero echemos un breve vistazo a la “fiesta brava”.
Se trata ni mas ni menos de la tortura
sistematizada y premeditada y el asesinato tumultuario con planeación
alevosía, ventaja en contra de un ser vivo que siente y sufre como cualquiera
de nosotros.
Primeramente, se escoge un toro
de una ganadería y se le arranca de su entorno y de su familia, en donde y con
quien debería estar. Se le transporta en
las peores condiciones. Días antes de la corrida, se le encierra en la
oscuridad, se le limita la alimentación y el agua. Se le mutilan los cuernos en
la punta. Se le golpea continuamente
para “aflojar” los músculos. Al momento de la corrida, se le espanta
hacia el callejón y por fin en el ruedo, desorientado y semisegado por la luz
después de días de oscuridad y por abundante vaselina en los ojos para este
propósito, corre en busca de una salida por donde escapar.
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Ahí es recibido por un
escuadrón de torturadores asesinos bien entrenados para esto. Primero toca el
turno al rejoneador y armado con una
larga lanza , quien montado en un caballo también entrenado, persigue y clava
en múltiples ocasiones la punta de su arma en el lomo del toro, brotando de
inmediato borbotones de sangre bajo el rugido y aplausos de un publico
enajenado por el morbo.
Después de esto, entra al
ruedo, un estúpido abusador, torturador vestido como payaso con tendencias
femeninas y se da a la tarea de cansar y burlar al toro con el capote, para
después armado de banderillas (filosas lanzas de 15 cm.) clavarlas en el lomo
del toro.
Finalmente, llega el momento esperado por todos.
Entra el matador a terminar lo que sus compañeros
iniciaron. En este momento, este cobarde
sujeto se enfrenta a un animal extenuado, gravemente herido y desangrándose
profusamente. Asi con las pocas fuerzas que le quedan al toro, el abusivo se
luce toreando y cansando aun mas a su victima. Finalmente, “el valiente torero”
va por su espada, un filoso y delgado metal de 85 cm. Y así ante su victima ya casi inmóvil, se
encarrera y clava el frio metal hasta la empuñadura. No bastando eso, media
docena mas de abusadores, entran a seguir toreando al agonizante animal hasta
que cae ahogándose con su propia sangre.
Así, aquel enorme animal lleno de energía, fuerza y vitalidad, es
reducido a una masa sanguinolenta que se estremece con los últimos signos de
vida en un gran charco de sangre.
En seguida, y como si hubiera hecho un acto
heroico, el infame asesino, es paseado en hombros por el ruedo y aclamado con
un cumulo de aplausos, arrojándole flores, sombreros, besos, risas y la
emocionante narración de los cronistas en los medios.
Esto sin duda refleja el lado salvaje
de algunos seres humanos. El como los bajos instintos superan a la moralidad,
las buenas costumbres y lo establecido por la ley de Dios, quien nunca en su
mensaje aprueba la violencia, el daño o la muerte por diversión de un ser
inocente. Y al respecto resulta interesante preguntarse cual seria el
diagnostico de un psiquiatra ante una mente que disfruta con la tortura, sangre
y muerte de un animal.
Afortunadamente, los países desarrollados como
E.U., Inglaterra, Alemania, Japón y otros tiene prohibido este tipo de
espectáculos, prohibidos por leyes de protección a los animales.
Afortunadamente, en nuestro país se esta dando un
gran paso para abolir estas infames practicas.
Cristian Vargas y Norberto Solís, Diputados del
Verde Ecologista y de PRI se pronunciaron muy atinadamente por la abolición de
las corridas de toros en el D.F. Y es
que de acuerdo a una
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encuesta hecha por
las empresas Parametra y Mitovski, arrojan entre un 80 y 90 de la población rechaza las corridas en el
D.F. Mientras, El periódico El Universal
reporte un 71.59 al respecto.
A este movimiento, se han unido diversas
organizaciones de protección animal como AMEDEA, META, PETA y otras
internacionales.
Y aunque todo parece favorecer a este movimiento,
tenemos también la contraparte. Aquellos quienes con la mente torcida y
sicópata, pretenden parar este acto de justicia y clemencia con los animales.
Rafael Herrerias, promotor y operador de
la Plaza México y delincuente fiscal con
orden de aprehensión dijo que por sobre su cadáver pasarían para abolir los
toros en el D.F. Pues muérete pinche
viejo carcamán junto con tu espectáculo , porque esto no lo para nadie.
Cabe mencionar que en este aspecto España ya nos
rebaso, pues se han cerrado innumerables plazas de toros y 86 de sus municipios
son anti taurinos. Somos el país más
taurino a nivel mundial, pues no contamos con ningún municipio o estado donde
estén prohibidas las corridas de toros y es de los pocos lugares donde los
niños tienen acceso no solamente a asistir a este tipo de eventos, sino a
torear desde temprana edad, a diferencia de España, donde hay más de 80
municipios antitaurinos y a ningún joven menor de 16 años se le permite torear.
Esperemos
por una sociedad moralmente civilizada y por una juventud con menos violencia y
que este gran proyecto se vea culminado en la realidad. Por lo pronto, le
invito a Ud estimado lector a participar aunque sea entre platicas o comentario
el rechazo hacia el maltrato de los animales.