martes, 3 de junio de 2014

LAS ESTACAS, (JUSTA REFLEXIÓN DE LO QUE SUCEDE EN GUERRERO)

Un día el Diablo dijo: “¿Qué es esto? ¡Qué injusto! Haga lo que haga la gente, siempre que ocurre algo malo me echan la culpa a mí. ¿Qué culpa tengo yo? ¡Soy inocente! Mira, te mostraré como me culpan por todo”.

Había un fuerte carnero sujeto a una cuerda, que a su vez, estaba atada a una estaca. El Diablo aflojó la estaca y dijo: “Esto es todo lo que voy a hacer”.
El carnero dio un tirón y arrancó la estaca del suelo. La puerta de la casa de su propietario estaba abierta y, en la entrada, había un hermoso espejo, enorme y antiguo. El carnero vio su reflejo en el espejo, agachó la cabeza y atacó. La luna quedó destrozada.
La dueña de la casa corrió escaleras abajo y vio su hermoso espejo, que había estado en la familia durante años, completamente destrozado.
Enfurecida, les gritó a los sirvientes: “¡Cortadle la cabeza a ese carnero! ¡Matadlo!”.
Así que los sirvientes mataron al animal.
Pero aquel carnero era una bestia especialmente querida de su marido, que le había dado de comer de su mano cuando era pequeño. Así que al llegar a casa halló a su hermoso carnero muerto. “¿Quién le ha matado? ¿Quién ha podido hacer algo tan terrible?”.
Su mujer gritó: “Yo maté a tu carnero. Lo hice porque había destrozado ese espejo tan hermoso que me habían legado mis padres”.
El marido, airado, replicó: “En ese caso, me divorcio de ti”.
Los chismosos del vecindario les dijeron a los hermanos de la mujer que su marido iba a divorciarse de ella por causa del carnero que había matado.
Los hermanos se pusieron furiosos. Reunieron a sus parientes y salieron  por el marido, armados con fusiles y espadas.
El marido oyó que venían y llamó a sus propios parientes a defenderle.
Las dos familias comenzaron una disputa en la que se quemaron muchas casas y murieron muchas personas.
El Diablo dijo: “¿Ves? ¿Qué he hecho yo? Tan sólo mover la estaca. ¿Por qué voy a ser responsable de todas las cosas terribles que se hicieron los unos a los otros? Yo tan sólo aflojé un poquito la estaca”.
Vigila tus estacas.

Extracto de la obra El amor es el Vino, de Sheij Muzaffer Ozak