Políticos de nuestro
querido estado de Guerrero culpan a la jettatura tradicional suriana de sus
yerros en las elecciones. Dicen que por equivocarse a la hora de escoger a su
candidato a la Presidencia de México les vienen encima todos los males. Como
una maldición. Sostienen que por el mal
fario pierden los procesos electorales y no asumen lo que les toca de
responsabilidad ante las huérfanas
derrotas.
Tomemos por ejemplo
que hace seis años la causa Andrés Manuel López Obrador tuvo efectos
devastadores para los priístas. Ángel Heladio Aguirre Rivero perdió la elección
de senador frente a dos jóvenes casi desconocidos: David Jiménez Rumbo y Lázaro
Mazón Alonso. Cosas de la vida. Hoy Aguirre es gobernador y fue respaldado por
éstos dignos representantes del PRD en Guerrero. Ángel corrigió el rumbo y hoy
es gobernador.
La contraparte
perredista es el PRI. Las campañas al senado, diputaciones federales y, sobre
todo, a las presidencias municipales no han crecido. Salvo el esfuerzo notable
e impresionante de René Juárez Cisneros, su complemento en la fórmula por un
escaño en la Cámara Alta no creció. Sus respectivos candidatos a diputados
federales, locales y presidentes municipales nomás no hicieron campaña. O si la
hacen debe ser en pleno y absoluto secreto.
Los priístas
sostienen que el efecto del Peje que llevó al triunfo a los perredistas hace
seis años se puede repetir, pero ésta vez en su cancha. Impresionados e
ingenuos aun creen que las cifras de encuestas diarias subidas por Milenio
televisión no son propaganda. Se han tragado la píldora que fue recetada para
la opinión pública. Para ellos el diagnóstico y la receta fue otra que se
niegan a aceptar.
Peña Nieto llevará de
la mano al triunfo a muchos candidatos en todo el país. Pero no a los
candidatos guerrerenses. ¿Cómo puede funcionar el efecto Peña Nieto cuando en Guerrero
el dirigente estatal del PRI no distribuyó los
16 millones de pesos en prerrogativas que le entregó el IEEG para
financiar las campañas? ¿Cómo cuando los recursos que deben llegar a
seccionales y operadores electorales se quedaron en las oficinas del comité
estatal o, en el caso de Acapulco, en la cuenta del propio candidato a Presiden
te Municipal?
El efecto Peña Nieto
aquí no funcionará. Los números debieran quitar la venda de los ingenuos ojos
de los priístas. Los cuatro puntos de ventaja de Andrés Manuel López Obrador sobre Enrique
Peña en Guerrero los ha hecho perder la vertical. Aquí perderán, salvo dos o
tres distritos locales y posiblemente tres federales, de manera impresionante.
NUEVOS GRUPOS
POLÍTICOS
Luego del primer día
de julio habrá un recuento de daños en el PRI y una ola de festejos entres los
partidos que integran la coalición de izquierda. La derrota dejará a un PRI con un nuevo rostro: Héctor
Astudillo será diputado local; René Juárez será Senador y Manuel Añorve
diputado federal. Los derrotados serán el propio dirigente estatal del PRI, el
candidato a presidente municipal de Acapulco y Héctor Vicario, todos del antes
poderoso grupo Figueroa.
Del otro lado la
coalición de izquierda triunfadora tendrá festejos, pero el día siguiente a la
elección darán la voz de arranque para lo que viene. Luis Walton, Armando Ríos
Piter y Sofío Ramírez competirán por lo que será un hecho 24 meses después: la
candidatura al gobierno de Guerrero.
La jettatura de los
priístas es una. La jettatura de los perredistas es otra. En Guerrero la
elección presidencial la ganan las izquierdas, pero en la elección intermedia
el PRI recupera terreno. Veremos si se cumple esa maldición o sucede lo
contrario.