Su Alteza Serenísima dedica el tiempo del Presidente de la República a todo menos a ser Presidente de la República pero, ¿se camuca y camuca?, ¿sufre el síndrome del ladrillo y levita?
Veamos.
En las mañaneras aparece
practicante del oficio de todo y nada, de chile, de dulce y de manteca, lo
mismo es jefe de Oficialía de Partes de Palacio Nacional que atiende peticiones
personales de asuntos incumbencia de su
florido cuanto ejemplar y dócil gabinete , digamos de la Semarnat o la Sagarpa
e incluso la Secretaría de Gobernación.
Dígame si me equivoco, pero
con esa destreza de sabiondo los domingos hasta podría vender tamales de
chipilín o pejelagarto a las brasas en Corregidora, pero le gusta viajar al
interior del país dizque para inspeccionar obras de carreteras vecinales y
reunirse con los simpatizantes de la 4T, gobernadores y alcaldes que suelen
hablar lindezas de su administración, aprobar avances en programas
asistencialistas y ofrecer conferencias mañaneras para remachar que México está
de primer mundo pero…
Por cierto, ¿ya se percató
de que el licenciado presidente las mañaneras las dicta en instalaciones
militares y que en éstas suele pernoctar? ¿Por qué será?
Bueno, bueno, en los días en
que dizque ordenó desaparecer al Estado Mayor Presidencial, dijo que no lo
necesitaba porque, presumió, el pueblo bueno lo cuidaba. Sólo que el pueblo
bueno ya hasta le mienta la madre en las giras de fin de semana y le hace
plantones frente a Palacio Nacional y en los lugares por donde anda de gira.
Aunque, así es esto del
veleidoso ciudadano, en los comicios intermedios en once entidades y buena
parte de los 300 distritos federales –aún por definirse el número, porque hay
litigios ante los tribunales electorales locales y de la Federación—le dio el
voto a los candidatos del partido propiedad del licenciado López Obrador y de
sus aliados del PT y el Verde, ése verde al que le importó un pito la veda
electoral.
Lo cierto es que Andrés
Manuel trae al chamaco atravesado y no oculta el encabronamiento que le provocó
la derrota en la Ciudad de México y buena parte de los municipios conurbados
del Estado de México. Le echó la culpa a la clase media –aunque ahora dice que
no toda—de que el Corporativo Morena mordiera el polvo.
Así, desde el mismo lunes 7
de junio suplantó a Lorenzo Córdova Vianello y empezó a desgranar el cómputo
del resultado comicial al margen del Programa de Resultados Electorales
Preliminares (PREP). Incluso, todavía al inicio de esta semana explicó cómo
quedaría la Cámara de Diputados con todo y legisladores plurinominales.
¿La idea? Básico: demostrar
que el Corporativo Morena y Asociados tiene la mayoría simple para aprobar el
Presupuesto de Egresos de la Federación del año próximo, el factor y objetivo
toral para la sobrevivencia de sus programas asistencialistas, dinero para su
voto duro y las obras voluntaristas.
¿Esa es tarea del Presidente
de la República?
Recordemos que, defender a
la democracia como garante de su desarrollo y práctica es, verdad de
Perogrullo, del organismo creado constitucionalmente para ello y que es el
Instituto Nacional Electoral, el mismo al que Andrés Manuel López Obrador
descalificó en la preparación del terreno que avistaba para la tarde-noche del
domingo 6 de junio cuando cerraran las casillas en los 300 distritos federales
y se desgranara el voto con los primeros resultados.
Por supuesto, Lorenzo es un
ciudadano decente y ha evitado recordar a Su Alteza Serenísima la máxima:
zapatero a tus zapatos. Pero, fíjese usted, el licenciado Carlo Pozos Soto, a
quien la vox populi conoce como Lord Molécula, sin comillas porque ya es nombre
propio, sin querer queriendo –el Chavo del Ocho dixit—evidenció la malquerencia
que tiene el licenciado presidente del académico Lorenzo Córdova Vianello,
aunque a su padre, Arnaldo Córdova, le profesa respeto.
Por favor, no se ría. Pero
así es esto del folclórico ejercicio político de Andrés Manuel y sus rencores y
atavismos, al mejor estilo de la Chimoltrufia, o como suele citar mi amigo y
maestro Francisco Cárdenas Cruz con aquello del síndrome del Aquimichú. Lea
usted.
Presidente de México
–planteó Carlos Pozos--, mi segunda pregunta es un ejercicio periodístico, ya
lo hicimos alguna vez, es una pregunta con varios incisos, sólo requiero un sí
o un no. Inicio:
--¿Puede felicitar al INE
por la organización --del proceso electoral que culminó el pasado 6 de este
mes--?
--Sí—respondió el licenciado
presidente.
--¿Puede felicitar al INE
por la imparcialidad?
--No.
--¿Tiene la fórmula para
romper la alianza legislativa?
--No.
--El Ejecutivo propone y el
Legislativo…
--Además, no lo quiero,
ojalá y… Porque es fuera máscaras. Durante mucho tiempo se simuló. ¿Se acuerdan
cómo se peleaba el PRI y el PAN, y yo decía: son lo mismo, es el Prian, y me
tiraban a loco?
--¿El Ejecutivo propone y el
Legislativo dispone?—insistió Pozos Soto.
--Sí.
--¿Ya las encuestas no
participan en las elecciones y se acabó el gran negocio?
--Ni sí, ni no.
--¿Hasta el momento logró
todas las reformas fundamentales que necesita la Cuarta Transformación?
--Casi todas.
--¿Es sospechoso que el New
York Times tome el tema de la Línea 12 cuando guardó silencio durante mucho
tiempo cuando Enrique Horcasitas dio a conocer su libro?
--Ya he hablado de la prensa
extranjera. No se caracteriza en los tiempos actuales por la objetividad y a
veces se alejan mucho de la ética, pero eso no sólo para el caso de México, es
mundial.
En otro tema, Carlos Pozos
planteó y preguntó a Su Alteza Serenísima:
--Han pasado 911 días de
gobierno. ¿Ha sentido en algunos de ellos mareo de poder?
--¿Cómo? No te escuché.
--Han pasado 911 días de
gobierno ¿Ha sentido en alguno de esos 911 días algún mareo de poder?
--No, tengo los pies en la
tierra, no levito.
Y luego, el prócer aludió a
la máxima popular:
“Dicen que el poder atonta a
los inteligentes y a los tontos los vuelve locos, y suele pasar cuando no hay
ideales, cuando no hay principios. Cuando se entiende que el poder sólo tiene
sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás,
cuando siempre está presente el pueblo, el país, México, la nación, para eso es
el poder, lo demás no sirve de nada, es vanidad, es parafernalia, es
acumulación de fama, de dinero, pero eso no es importante”.
¿Le cree al licenciado
presidente? Pero, la máxima, sin eufemismos reza: “el poder, a los inteligentes
envanece, a los pendejos enloquece”.
Más adelante, Carlos Pozos
preguntó:
--¿Tiene el pegamento para
unir a la sociedad de México?
--Sí, y lo estamos logrando,
siempre y cuando se entienda como sociedad a todo el pueblo, porque antes, ¿se
acuerdan que hasta se decía: ‘Es de la sociedad’? y había esa expresión, la
sociedad eran los de arriba, habían secciones y todavía hay en los periódicos
de sociedad. ¿Y qué?, ¿no es sociedad el indígena, el campesino, el obrero, el
maestro, el comerciante, el tianguista?, ¿no es sociedad? Entonces, todos somos
sociedad, todos.
El síndrome del Aquimichú.
Descalifica a la clase media y pondera a quienes votaron por los candidatos de
Morena. Divide al país y se asume jefe de campaña y dirigente de Morena. ¿A qué
hora ocupa el tiempo del Presidente de la República para ser Presidente de la
República, es decir, ejercer el cargo para el que fue elegido por 30 millones
de mexicanos?
El caso es que, se niega a
aceptar que su partido y aliados no logran mayoría calificada, es decir, 334 de
los 500 diputados federales y, por ende, no podrá lograr reformas
constitucionales como se requiere para desaparecer al Instituto Nacional
Electoral, como amenazó el gerente de Morena, Mario Delgado Carrillo.
“Bueno, en efecto, no hubo
problemas en los cómputos, lo cual demuestra que las elecciones fueron limpias,
libres, no fueron elecciones de Estado, como era la mala costumbre. Debemos de
celebrarlo, porque logramos nuestro propósito: el de establecer en México una
auténtica, una verdadera democracia”, dijo el licenciado presidente mas no
quiso felicitar al INE.
Sin ánimo de sabiondo, le
refiero, en alcance de la explicación al “me camuqué”, que Su Alteza Serenísima
dio respecto del lapsus que tuvo cuando, el martes de la semana pasada, recibió
en la Puerta de Honor de Palacio Nacional a la vicepresidenta de Estados
Unidos, Kamala Harris, puede entenderse como “me equivoqué” o “me confundí”.
Por tanto, a partir de sus
disertaciones mañaneras vale saber cuál de los tres significado de la palabra
“camucar”, aplica el licenciado presidente al pueblo bueno y a la vilipendiada
clase media.
“Camucar”, de acuerdo con el
Diccionario de México, cuyo autor es Juan Palomar:
1.- Embaucar: 2.- Cuando no
se acomodan bien las cartas en un juego de naipes. Y, 3.- Señalar a dos
personas que no congenian.
Sin duda, todos los días,
incluidos fines de semana, Andrés Manuel nos camuca, camuca y, aunque lo niega,
sufre el síndrome del ladrillo y levita. Aunque con la timba que se carga, es
difícil levitar. ¿A poco no?
Por cierto, la carrera
presidencial se topó con el New York Times. La doctora Claudia Sheinbaum niega
que se haya filtrado información al cotidiano neoyorkino, pero el licenciado
López Obrador dice lo contrario, niega exista fuego amigo pese a que Marcelo
Ebrard lo resiente al grado de enviar al NYT una carta de 15 cuartillas para
defenderse.
El licenciado presidente
anda en campaña y, lejos de gobernar, abrió el abanico de presidenciables:
“(…) quieren poner a pelear
a Marcelo con Claudia, ellos quisieran eso, quisieran que se peleara Marcelo,
Claudia, Tatiana, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, etcétera,
etcétera, etcétera (…)”, refirió.
Pregunta al calce: ¿Entonces
por qué la insistencia de culpar al senador Ricardo Monreal de la derrota
electoral en la Ciudad de México?
Pero Monreal no se quedó
callado. Desde el Senado sostuvo que no traicionó a Morena en la elección
intermedia ni es dirigente de partido y menos tuvo responsabilidad partidista
alguna en la Ciudad de México ni en otra región del país. “No estoy dispuesto a
ser chivo expiatorio de nadie. Soy un hombre serio, respetable y responsable de
lo que hago”, puntualizó.
¿Quién dijo miedo? ¡Si
levita no camuque! Digo.
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