Una vez más tenemos que hablar sobre lo que
pasa en el estado de Veracruz con el trabajo que despliegan los periodistas y
que se ha convertido en una tarea peligrosa para la propia vida de los
comunicadores, quienes durante la actual administración estatal, han tenido que
sufrir la pérdida de 9 compañeros y todos sin excepción en forma violenta, a
manos de sicarios que bien pudieron ser enviados por ex funcionarios del
gobierno anterior, de algunos funcionarios del actual gabinete o por los capos
del narcotráfico que han hecho de este territorio veracruzano su lugar
preferido para realizar sus actos ilícitos y criminales de tráfico y trasiego
de drogas.
El gremio periodístico de
aquel estado ha decidido cerrar filas y continuar trabajando por la defensa de
la libertad
de expresión y continuará demandando no solo de las autoridades locales
y federales su participación activa para dar con los culpables de estos
proditorios crímenes en contra de los periodistas sino que ocurrirán también a
las instancias internacionales para alzar la voz y denunciar que en México no
existe la mas mínima voluntad política para dar seguridad y protección a los
periodistas en el ejercicio de su labor informativa.
Una y otra vez se ha dicho
y aquí lo repetimos que cuando se calla la voz de un periodista se calla la voz
de toda la sociedad y por lo mismo se acrecientan los obstáculos para tener
abiertas las vías de acceso a la información pública con lo que se impide a la
comunidad en general tener una información completa de lo que acontece en dicha
entidad.
Pero lo mas triste de todo
esto es que la señal que sale del estado de Veracruz al resto del país impacta de
manera negativa en los comunicadores quienes no solo se oponen a realizar
trabajos que pongan en peligro su vida sino que--y es lo mas lamentable—deciden
imponerse la autocensura.
Muchos ejemplos de lo que
aquí decimos lo tenemos en los medios de comunicación de entidades como Tamaulipas,
Nuevo León, Chihuahua y ahora Veracruz, Sonora y Coahuila.
En Guerrero esta
autocensura se viene ejerciendo desde hace ya varios años y por lo tanto la
sociedad carece de información sobre quiénes son los que están atentando contra
la imagen y el prestigio del estado y de Acapulco en particular y lo que ha
acontecido con el último periodista hasta ahora desaparecido, Marco Antonio
López Ortiz.
La respuesta del gobierno estatal
ante este suceso ha puesto nuevamente en la mesa de discusión la impunidad galopante
que existe y predomina lo cual afecta sensiblemente el ejercicio periodístico
ya que no se informa con puntualidad y amplitud de los sucesos de violencia que
se registran a diario en toda la entidad y solo se circunscriben a dar cuenta
del parte oficial. No van mas allá de esta información escueta y no tan
transparente como hubiésemos deseado tener los ciudadanos.
Sin embargo, creemos que
es mejor perder una buena nota o reportaje a perder a un comunicador más,
aunque esto es a todas luces anormal y no beneficia a nadie mas que a los
propios criminales que desean seguir caminando sin mayores obstáculos y hacer
de las suyas sin que nadie los delate ni los señale como debería ser la función
de una prensa libre, independiente, con seguridad y protección de parte de la
autoridad, lo cual está muy lejos de suceder.
No podemos mas que
condolernos de que la muerte de los periodistas en México sirva solo para
llevar una estadística pero no para poner en alto la demanda de libertad de
expresión, de prensa, de opinión y de difusión de las ideas.
Una vez mas el gremio
periodístico se viste de luto. La demanda sigue siendo la misma JUSTICIA MAS
JUSTICIA Y AUTORIDAD Y MAS AUTORIDAD. .
Periodista/Analista
político* observar@gmail.com