Acapulco es un territorio
lleno de contrastes; no solo es el símbolo de la belleza natural por sus bahías
y lagunas o por sus playas que en diferentes formas y altitudes ofrecen a
propios y extraños espacios para el disfrute de la naturaleza, la relajación y
la práctica de deportes tradicionales y extremos. Es también, un lugar donde
sus habitantes tienen que enfrentar una serie de inconvenientes para poder
vivir dignamente y en donde la calidad de vida cada día se ve más deteriorada
ante la falta de visión de quienes
tienen y han tenido la responsabilidad de dirigirlo desde los espacios de
poder.
Una vez mas los acapulqueños
estamos viviendo una nueva etapa electoral en donde los diferentes grupos
políticos se disputan la presidencia municipal y para ello no han escatimado
esfuerzos para tratar de ganarse las simpatías de los ciudadanos con derecho al
sufragio. Unos piden el voto como símbolo de la continuidad y otros como la
alternativa viable para mejorar la situación que guarda esta comunidad, que
como hemos dicho, no solo es turística sino que también es urbana, semiurbana y
rural. Los contrastes entre estos segmentos son distintos y variados y sus
problemas van desde lo reciente hasta lo ancestrales e históricos.
Los aspirantes a dirigir la
alcaldía mas importante de los 80 municipios restantes con los que cuenta la
entidad no han dado a conocer hasta el momento un diagnóstico de cómo se
encuentra Acapulco, cómo viven sus habitantes, cuáles son sus principales
demandas y cuáles serían—de llegar a ganar el Ayuntamiento—sus programas
prioritarios y los sobre todo el
descifrar los cómos los llevarían a
cabo.
Han pasado veinte días desde
que los aspirantes a la alcaldía de Acapulco han iniciado su periplo por todo
el municipio, escuchando y ofertando.
Por un lado, está el
candidato del partido oficial (PRI), Fermín
Alvarado Arroyo quien ha querido caminar en busca del sufragio como si nada hubiese pasado o nada estuviera pasando en el
ayuntamiento que todavía presiden las huestes que lo apoyan. Su discurso suena
hueco, sus acompañantes le son una carga en lugar de una ayuda para obtener
simpatías y sus ofrecimientos caen en el vacío ante el descomunal desorden
administrativo, financiero, de operatividad de los servicios públicos
elementales que deben dar a la ciudadanía sin olvidar los escandalosos actos de
corrupción y desvíos de los recursos públicos.
El propio presidente de la
República, Felipe Calderón Hinojosa
ha puesto el dedo en la llaga al señalar la forma tan desaseada con lo que la
administración de Manuel Añorve Baños
manejó las finanzas públicas y cómo el mismo personaje ha sido involucrado en
actos verdaderamente escandalosos que tienen que ver con el crimen organizado.
Los tiempos de elección son
también tiempos de recuento de daños, como es el caso que nos ocupa: Acapulco.
Pero así como sucede en los desastres naturales, donde después del
diluvio sale el sol, así en estos casos del
desastre provocado por el hombre, también los seres humanos y
particularmente los acapulqueños abrigan una pisca de esperanza de que no todo está perdido y que bien podríamos salir
del atolladero en caso de que otro de los postulantes para ser alcalde de este
municipio—Luis Walton Aburto—en
realidad quiera servir y servir bien a su patria chica, a este lugar que lo vio
nacer y que le ha dado no solo fortuna sino también alegrías y oportunidades
para realizarse profesional y políticamente.
Hoy este candidato de la
coalición del movimiento progresista formado por el PRD, PT y PMC, se convierte en una esperanza renovada como sucede en cada elección. Y es muy posible
que Luis Walton bien pueda realizar
un buen gobierno, cuando menos con
seriedad, responsabilidad y honestidad, no solo por el hecho de que no necesita
adjudicarse dinero del erario público sino porque sabe y conoce cuál es la
demanda histórica de este pueblo y que no es otra mas que se trabaje con
eficiencia y eficacia y que este puerto sirva para la convivencia pacífica y
armónica entre nativos, avecindados y visitantes nacionales y extranjeros.
No requiere el aspirante a
alcalde que le digan qué hace falta hacer por Acapulco, lo sabe y lo sabe más
que bien. Por lo tanto la expectativa de lo que haga o deje hacer su
administración será bien calibrada por los acapulqueños y los que desde fuera
lo vigilarán y lo calificarán como ha sucedido en otras épocas con gobiernos
que han mostrado su eficacia y han obtenido el respaldo posterior.
Si bien es cierto que el
gobierno que está por finalizar en Acapulco ha mostrado su ineficacia, su inoperancia, su falta de honestidad y su desdén
por la población que votó por ellos hace más de tres años, no se puede
olvidar que éste ganó por la forma como la anterior administración manejó el
Ayuntamiento y no solo lo sacó del orden institucional sino que hizo crisis el
sistema de captación y distribución del agua potable, sin dejar de señalar la
falta de probidad en el manejo de los recursos públicos y sus nexos con
personajes impresentables que le valieron una serie de atentados.
Este cúmulo de errores de administraciones
priistas y perredistas deben ser
corregidos por este empresario surgido de las filas del Partido Convergencia hoy Partido Movimiento Ciudadano. Su biografía
y su historia le valen el voto de confianza como opción de cambio.
En veinte días de caminar
por calles, avenidas, callejones y puentes rotos, así como por poblaciones
rurales, Walton Aburto ha reconocido que Acapulco está hecho un desastre y que hay mucho quehacer.
Los ciudadanos que lo contactan
le urgen a realizar una administración de puertas abiertas, pero sobre todo
honesta, eficiente y eficaz. Las demandas son las mismas de siempre: agua
potable, alumbrado público, recolección de basura, pero sobre todo, seguridad
pública.
En este último rubro, el
candidato se ha pronunciado por ponerlo como una prioridad, pero hay que
decirlo ahora, que aún y cuando el interés de ofertar seguridad pública a los
acapulqueños por parte del alcalde este renglón tiene que ver con las
posibilidades para ajustar a la
corporación policiaca a las circunstancias actuales que son altamente adversas.
La seguridad pública es un
tema central, prioritario, pero que está lejos de poder ser resuelto por la
autoridad municipal. Podrá avanzar en la certificación de los elementos de la
policía preventiva a su cargo, aunque para ello pueda llevarse más de la mitad del
trienio y aún así el problema no estará de todo resuelto.
En este municipio, si bien
es cierto que existen infinidad de problemas, también se sabe que existen
demasiados recursos que bien empleados y escrupulosamente aplicados pueden dar
máximos dividendos. Esto ya se ha comprobado en pasadas administraciones por lo
que no será una novedad sino la confirmación de que quien desee gobernar este
municipio con visión de estadista podrá obtener la mayor ganancia que un
político pueda apreciar y que es el de
recibir el total respaldo de la sociedad a la que ha servido.
Luis Walton Aburto puede
ser, si así lo deciden los acapulqueños, el próximo primero de Julio quien logre renovar la esperanza de tener un
Acapulco diferente y con la imagen e identidad de un puerto turístico del Siglo
XXI.
No le estará permitido al
empresario fallar. No se lo perdonarían los acapulqueños y menos las nuevas
generaciones que se identifican con este novel movimiento #YoSoy132.
Por cierto que no puede
olvidarse que también están por ahí, haciendo su trabajo político, dos
personajes no muy conocidos por los ciudadanos de este municipio y que
abanderan los postulados de los partidos de Acción Nacional (PAN) y Nueva
Alianza (PANAL), ellos son: Digna Marroquín Cisneros y Carlos Reyes Paris,
respectivamente.
¿Novedad al frente? ninguna.
Sus postulados y sus
discursos son los de cualquier hijo de vecino: paz y seguridad, cuando deberían haber apostado, la primera por la continuidad de la guerra contra el
narcotráfico que enarbola el presidente Calderón (caso panista) o el de elevar
la calidad de la educación en Guerrero y en Acapulco en particular por aquello
de ser el partido del SNTE y de la maestra Elba Esther Gordillo Morales (caso
panal). Inexplicablemente no ocurre así pues lo que persiguen es únicamente
obtener algunos votos para no perder el registro, pero totalmente insuficientes
para aspirar a ganar la elección de alcalde para lo que se están postulando,
son en sí, los tradicionales ‘’nacidos
para perder’’.
La disyuntiva en esta
elección estará en votar por más de lo mismo o por renovar la esperanza.
Dicen
que soñar no cuesta.
Lo
cierto es que los acapulqueños no quieren más demagogia, corrupción,
intolerancia, ineficiencia y autoritarismo, viejas prácticas en el ejercicio
del poder que representa el viejo régimen y que bien lo encarna en esta ocasión
el inefable Fermín Alvarado Arroyo como abanderado del priato.
Periodista/Analista
político*