“En México, el narco y la corrupción policial
ponen límites a la libertad
de prensa. Con un sueldo ínfimo y una
vocación a prueba de balas los
periodistas se enfrentan a la muerte como en
ningún otro lugar del planeta”.
(El
país/13/mayo/2012)
Luis Prados
En este excelente y negro reportaje publicado
en el País, Luis Prados, hace una
inmersión sin escafandra a la profundidad de las aguas ensangrentadas del
ejercicio del periodismo en México. Las cifras duras las muestra sin ambages y
en directo: “En toda la II Guerra Mundial murieron 68 periodistas, 36 en la
guerra de los Balcanes, y solo en México, un país oficialmente en paz, más de
70 en la última década. La lista se cierra, por ahora, con los cuatro caídos en
Veracruz hace menos de 15 días, últimos periodistas caídos en la guerra contra
el narcotráfico, un combate largo, costoso y asimétrico en el que, como dice
Luz del Carmen Sosa, reportera de El Diario de Juárez, “no se sabe dónde están
los buenos y dónde los malos”. “No somos corresponsales de guerra. Ellos van,
están unos meses y regresan a su casa. Nosotros vivimos permanentemente en zona
de conflicto”, apunta Marcela Turati, fundadora de la organización Periodistas a Pie.”(El
país/13/mayo/2012).
Esta situación crítica del periodismo en
México, se presta a que el propio estado meta su cuchara y le eche la culpa al
crimen organizado, y viejos agravios se cobren a periodistas por los hombres y
mujeres del poder en México. Pese a que como apunta Prados:
“El Estado mexicano garantiza
constitucionalmente la libertad de prensa, y el Congreso acaba de aprobar una
nueva ley para proteger a los periodistas. Periódicos, revistas, emisoras,
televisiones y unas redes sociales en auge —ya son 10 millones los mexicanos
enganchados a Twitter— contribuyen diariamente a un vivo debate público sobre
los problemas del país. Pero si contar la verdad de los poderosos —y el narco
lo es, y mucho— siempre ha sido una operación de alto riesgo, más aún lo es si
se rema en una ciénaga de impunidad. En 2011 fueron asesinados nueve
periodistas, dos desaparecieron y otros dos empleados de prensa murieron
violentamente. Se registraron ocho ataques con armas de fuego o explosivos
contra sedes de medios de información y 172 agresiones relacionadas con el
ejercicio del periodismo, según los datos de Artículo 19, una ONG que lucha por la libertad de expresión. La
mayoría de las víctimas son periodistas locales, con unos sueldos que oscilan
entre los 470 y los 700 euros al mes, de medios modestos, que investigaban
casos de corrupción y sus muertes continúan sin esclarecer…”. En el mismo
reportaje, se especifica las medidas de seguridad que cada periodista de
fuentes críticas como la roja y la de los órganos de justicia, policías, PGR,
tienen que diseñar para su sobrevivencia en este campo de batalla cotidiano,
porque no sólo los narco corridos son fuente de propaganda de los barones de la
droga y sus milicias, también la prensa escrita y uno de los más socorridos es
la red y el periodismo instantáneo y espectacular de las mantas y señales
dejadas en los cuerpos de los ejecutados: “Los narcos conocen el valor de la
propaganda y están atentos a la cobertura que reciben sus crímenes. Obligan a
los medios a entrar en una dinámica perversa porque saben que una decapitación
o un puñado de ahorcados en un puente muy frecuentado tendrán mayor despliegue
en páginas y minutos de televisión que una balacera. Incluso dejan cadáveres en
las calles con mensajes indicando cómo esperan verlo reflejado al día siguiente
en el periódico local… (El país/13/mayo/2012).
Ante este escenario, las autoridades,
cómplices por omisión o complicidad, tienen que darle una respuesta a la
sociedad y frenar, no sólo la guerra callejera entre bandas rivales, sino
patentizar un respeto irrestricto a la actividad profesional de los periodistas
y garantizar su salvaguarda; no sólo de la integridad física del comunicador,
sino también la de su familia.
El reportaje del País, cala en la realidad mexicana vista por otros ojos. Lo
subjetivo del texto es que no hace mención directa en las causas que han
generado que esta actividad se dispare, como es la falta de fuentes de empleo y
el nulo crecimiento económico de México.
Del otro lado del espejo, la visita de
cortesía de AMLO, al corpus de periodistas de Televisa en el Programa Tercer
Grado, fue de risa. Las caras largas de los comunicadores, su enfermedad
antipejecista por así convenir a los intereses de sus patrones, fue tan
manifiesta como la chafez de sus mediciones en torno al proceso electoral. Mientras
unos periodistas caen por el fuego cruzado o producto de “delaciones”, como lo
han manifestado algunos medios, la élite del periodismo de la telera, viaja en
cómodos autos con chofer y guaruras, vacaciones en el yate de lujo de Emilio
Azcárraga Jaen, y una bien surtida charola de chayotes a lo grande. En tercer
Grado, el ataque se centro parafraseando a la campaña de Josefina Vázquez
Motas, de que AMLO, intenta crear el caos al anunciar la posibilidad de un
nuevo fraude similar al del 2006. Pero veamos que dicen los especialistas: “En
la actual contienda electoral no existen condiciones que garanticen un
ejercicio limpio y equitativo, pues los medios de comunicación de mayor alcance
actúan con base en sus propios intereses, sin que ninguna autoridad les ponga
un alto, (La Jornada, (7 de junio de
2012); esta declaración surgió durante: “el foro Debates Electorales, Medios de
Comunicación y Voto Razonado, organizado por el Instituto de Investigaciones
Jurídicas (IIJ) de la UNAM, expertos como Jaime Cárdenas, legislador; Aleida
Calleja y Javier Corral, de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información,
y Lorenzo Córdova, consejero del IFE, discutieron en torno al poder de los
medios informativos, en particular del "duopolio televisivo", para
informar sobre la coyuntura comicial. Aplaudieron que los jóvenes del
movimiento #YoSoy132 hayan puesto el dedo sobre la llaga a las televisoras en
demanda de mayor apertura informativa. "Las televisoras determinan el
rumbo del país, y ahí los jóvenes dan en el punto esencial. La clase política
no quiere tocar ni con un acto de autoridad a estas empresas (para demandar el debate
en cadena nacional); no lo hizo la Secretaría de Gobernación ni el IFE, pero lo
hicieron los estudiantes y eso hay que reconocerlo", subrayó Calleja.
Para estos “periodistas”, como Ciro Gómez
Leyva, Marlos Marín, la vida si vale, ¿o qué no?
“En México, el narco y la corrupción policial
ponen límites a la libertad
de prensa. Con un sueldo ínfimo y una
vocación a prueba de balas los
periodistas se enfrentan a la muerte como en
ningún otro lugar del planeta”.
(El
país/13/mayo/2012)
Luis Prados
En este excelente y negro reportaje publicado
en el País, Luis Prados, hace una
inmersión sin escafandra a la profundidad de las aguas ensangrentadas del
ejercicio del periodismo en México. Las cifras duras las muestra sin ambages y
en directo: “En toda la II Guerra Mundial murieron 68 periodistas, 36 en la
guerra de los Balcanes, y solo en México, un país oficialmente en paz, más de
70 en la última década. La lista se cierra, por ahora, con los cuatro caídos en
Veracruz hace menos de 15 días, últimos periodistas caídos en la guerra contra
el narcotráfico, un combate largo, costoso y asimétrico en el que, como dice
Luz del Carmen Sosa, reportera de El Diario de Juárez, “no se sabe dónde están
los buenos y dónde los malos”. “No somos corresponsales de guerra. Ellos van,
están unos meses y regresan a su casa. Nosotros vivimos permanentemente en zona
de conflicto”, apunta Marcela Turati, fundadora de la organización Periodistas a Pie.”(El
país/13/mayo/2012).
Esta situación crítica del periodismo en
México, se presta a que el propio estado meta su cuchara y le eche la culpa al
crimen organizado, y viejos agravios se cobren a periodistas por los hombres y
mujeres del poder en México. Pese a que como apunta Prados:
“El Estado mexicano garantiza
constitucionalmente la libertad de prensa, y el Congreso acaba de aprobar una
nueva ley para proteger a los periodistas. Periódicos, revistas, emisoras,
televisiones y unas redes sociales en auge —ya son 10 millones los mexicanos
enganchados a Twitter— contribuyen diariamente a un vivo debate público sobre
los problemas del país. Pero si contar la verdad de los poderosos —y el narco
lo es, y mucho— siempre ha sido una operación de alto riesgo, más aún lo es si
se rema en una ciénaga de impunidad. En 2011 fueron asesinados nueve
periodistas, dos desaparecieron y otros dos empleados de prensa murieron
violentamente. Se registraron ocho ataques con armas de fuego o explosivos
contra sedes de medios de información y 172 agresiones relacionadas con el
ejercicio del periodismo, según los datos de Artículo 19, una ONG que lucha por la libertad de expresión. La
mayoría de las víctimas son periodistas locales, con unos sueldos que oscilan
entre los 470 y los 700 euros al mes, de medios modestos, que investigaban
casos de corrupción y sus muertes continúan sin esclarecer…”. En el mismo
reportaje, se especifica las medidas de seguridad que cada periodista de
fuentes críticas como la roja y la de los órganos de justicia, policías, PGR,
tienen que diseñar para su sobrevivencia en este campo de batalla cotidiano,
porque no sólo los narco corridos son fuente de propaganda de los barones de la
droga y sus milicias, también la prensa escrita y uno de los más socorridos es
la red y el periodismo instantáneo y espectacular de las mantas y señales
dejadas en los cuerpos de los ejecutados: “Los narcos conocen el valor de la
propaganda y están atentos a la cobertura que reciben sus crímenes. Obligan a
los medios a entrar en una dinámica perversa porque saben que una decapitación
o un puñado de ahorcados en un puente muy frecuentado tendrán mayor despliegue
en páginas y minutos de televisión que una balacera. Incluso dejan cadáveres en
las calles con mensajes indicando cómo esperan verlo reflejado al día siguiente
en el periódico local… (El país/13/mayo/2012).
Ante este escenario, las autoridades,
cómplices por omisión o complicidad, tienen que darle una respuesta a la
sociedad y frenar, no sólo la guerra callejera entre bandas rivales, sino
patentizar un respeto irrestricto a la actividad profesional de los periodistas
y garantizar su salvaguarda; no sólo de la integridad física del comunicador,
sino también la de su familia.
El reportaje del País, cala en la realidad mexicana vista por otros ojos. Lo
subjetivo del texto es que no hace mención directa en las causas que han
generado que esta actividad se dispare, como es la falta de fuentes de empleo y
el nulo crecimiento económico de México.
Del otro lado del espejo, la visita de
cortesía de AMLO, al corpus de periodistas de Televisa en el Programa Tercer
Grado, fue de risa. Las caras largas de los comunicadores, su enfermedad
antipejecista por así convenir a los intereses de sus patrones, fue tan
manifiesta como la chafez de sus mediciones en torno al proceso electoral. Mientras
unos periodistas caen por el fuego cruzado o producto de “delaciones”, como lo
han manifestado algunos medios, la élite del periodismo de la telera, viaja en
cómodos autos con chofer y guaruras, vacaciones en el yate de lujo de Emilio
Azcárraga Jaen, y una bien surtida charola de chayotes a lo grande. En tercer
Grado, el ataque se centro parafraseando a la campaña de Josefina Vázquez
Motas, de que AMLO, intenta crear el caos al anunciar la posibilidad de un
nuevo fraude similar al del 2006. Pero veamos que dicen los especialistas: “En
la actual contienda electoral no existen condiciones que garanticen un
ejercicio limpio y equitativo, pues los medios de comunicación de mayor alcance
actúan con base en sus propios intereses, sin que ninguna autoridad les ponga
un alto, (La Jornada, (7 de junio de
2012); esta declaración surgió durante: “el foro Debates Electorales, Medios de
Comunicación y Voto Razonado, organizado por el Instituto de Investigaciones
Jurídicas (IIJ) de la UNAM, expertos como Jaime Cárdenas, legislador; Aleida
Calleja y Javier Corral, de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información,
y Lorenzo Córdova, consejero del IFE, discutieron en torno al poder de los
medios informativos, en particular del "duopolio televisivo", para
informar sobre la coyuntura comicial. Aplaudieron que los jóvenes del
movimiento #YoSoy132 hayan puesto el dedo sobre la llaga a las televisoras en
demanda de mayor apertura informativa. "Las televisoras determinan el
rumbo del país, y ahí los jóvenes dan en el punto esencial. La clase política
no quiere tocar ni con un acto de autoridad a estas empresas (para demandar el debate
en cadena nacional); no lo hizo la Secretaría de Gobernación ni el IFE, pero lo
hicieron los estudiantes y eso hay que reconocerlo", subrayó Calleja.
Para estos “periodistas”, como Ciro Gómez
Leyva, Marlos Marín, la vida si vale, ¿o qué no?