La antítesis del nombre del cuento de Fernando
Benítez, “La muerte pide permiso”, es la brutal y tajante realidad de la vida cotidiana en Guerrero,
donde la procuradora en cuestión Martha Elba Garzón Bernal, no sabe, “no
le atina” a conocer que “tipo de
delincuencia” acabo con la vida de la fiscal regional Alicia “Licha”
García, como si existiera delincuencia
de tipo uno, de tipo dos o de tipo tres, cual vil “diabetes”, o será que eso es
lo que padece la funcionaria estatal,
pues no da una, y pese a sus poses para
revistas color de rosa, la delincuencia inunda todo lo que toca, y sin pedir
permiso alguno, mofándose de sus arrebatos frente a la prensa, en tanto la
muerte violenta se erige como la metáfora de la vida en Guerrero.
El homicidio de Margarito Genchi Casiano, líder sindical y
candidato a diputado local perredista por el Distrito 14 Local Electoral, es
otro más de la brutal realidad, de lo que la violencia y la muerte ya cosificada se ha instalado en
Guerrero, pese a los ostentosos e inútiles programas de seguridad pomposamente
instalados en las mesas repletas de oficiosos discursos plenos de oquedad, como
el facturado Programa Guerrero Seguro, cuando la delincuencia de nuevo –o es
que no se ha ido y permanece incólume- ha abierto a raudales su hegemonía de
violencia, odio, coraje y sangre, en tanto el oficioso vocero Arturo Martínez
Núñez, no acaba de dar sus declaraciones semanales cuando la realidad le
abofetea su rostro infantil, y su voz aterciopelada.
Así el blindaje del Programa
Guerrero Seguro, sólo existe en el papel, que como en la novela de Bradbury,
ardera, y son, con patente de políticos los funcionarios
firmantes los que se han convertido en los “bomberos” de la metáfora
bradburyana, al rociar gasolina a la realidad de la inseguridad que les pega en
la cara, como el sol del mediodía en el rostro seco, absorto, con la piel rellena de demagogia, mentiras estériles,
como las vidas tiradas en el suelo,
acribilladas por los discursos, apuñaladas por la soberbia cortesana y abyecta al
tratar de inventar una realidad
que no existe, como el mismísimo gobierno de Ángel Aguirre Rivero, que ya rosa
los límites de la certidumbre sino, es que ya ha rebasado las instancias de la
cordura política y social habiendo
perdido ya la credibilidad de los guerrerenses, sometidos hoy a la barbarie de unas campañas políticas sin
ton ni son, sin propuestas, plenas de baratijas cual piñatas de feria de
pueblo, no importa quién sea el candidato o candidata, quienes siguen empujando
lanza en ristre su fuerza contra los molinos de viento.
Si la violencia somos todos,
luego entonces por qué los candidatos presidenciales tocan el tema como si
fuera, y si lo es, una “misión imposible”
de cumplir en lo que su incansable verborrea nos bombardea, cuando la
inutilidad del movimiento #yo soy 132, como la generación perdida de los
setentas “nació para morir” o el nuevo “Movimiento MX, con toda la simbología
de extrema derecha, aparece más como un “afiche” de tienda de ropa, más que un
mensaje alternativo que tanta falta hace, pero lejos se está de encontrar a un ideólogo de la talla de José
Revueltas, cuando lo aparece es la figura de José Ingenieros, con su libro “El
hombre mediocre”, y como los vemos sean o no 132, procuradores, funcionarios,
estudiantes de la ibero, Itam, candidatos en campaña, o arcabuceros no
deseados, “andan como cucarachas sin saber a dónde ir”, en tanto…la muerte pide
permiso. Email:gernestorivera@gmail.com