Imposible sustraerse de lo ocurrido en Palacio Nacional, con esa
parafernalia de presunta austeridad en el acto de El Día del Presidente. Lunes
de presumir que la 4T va viento en popa; me canso ganso.
Y mire usted, no es que haya mala voluntad o malquerencia respecto
del gobierno del licenciado Andrés Manuel López Obrador.
No. Pero bien vale preguntar si esto que congregó a los
representantes de la crema y nata del poder económico y político de México, sin
pueblo que sonara matracas y echara porras fue acto de campaña, celebración o
simple recordatorio de que hace cien días López Obrador tomó posesión del
máximo control político, económico y social que entraña hacer lo que su
voluntad le plazca porque para eso es Presidente con apoyo de 30 millones de
votos. ¡Ups!
En uso de esa libertad de expresión que dice respetar el señorPresidente aunque todos los días,
tempranito, descalifica a quienes discrepan de sus mensajes y promesas o se
atreven a señalarle yerros bien documentados, no encuentro fundamento alguno
para convocar a esta neo familia revolucionaria a escuchar un largo monólogo
con el que pretendió justificar actos y decisiones unipersonales que han
perjudicado a millones de mexicanos.
¿Se puede presumir lo que es obligatorio como gobernante? ¿Debió
convocar a dizque austera reunión para decir que está trabajando? Porque
precisamente este tipo actividades de los gobiernos a los que descalifica, los
del neoliberalismo que asegura provocó hasta divorcios, es en el que incurrió
como una etapa más de campaña rumbo a esa consulta popular que pretende aplicar
a la mitad de su gestión para que el pueblo sabio decida si continúa por el
resto del sexenio o se va a descansar a su rancho en Palenque.
¿Por qué festejar la aprobación de tres reformas
constitucionales? Ahora resulta que debemos aplaudir a diputados y senadores
porque, en acatamiento de la voluntad presidencial, se pongan de acuerdo y
atiendan su responsabilidad por la que aprobaron la ley de extinción de
dominio; la modificación al Artículo 19 constitucional para tipificar como
delitos graves corrupción y sin derecho a fianza el robo de combustible y
fraude electoral; y la creación de la Guardia Nacional, en espera de las leyes
secundarias.
¿Aplaudimos al licenciado López Obrador que haya
reiterado su compromiso para esclarecer el caso Ayotzinapa, cuando en su
momento se deslindó del caso e hizo mutis de todo lo que tuviera relación con
aquella pareja imperial que controlaba al municipio de Iguala?
El ciudadano presidente pontificó frente a los
invitados, que sabía en buena parte le aplaudirían, porque en la reunión no
hubo un atisbo de oposición o reproche.
Los gobernadores que fueron por supuesto declararían
que todo está a punto de turrón y nadie, absolutamente nadie, le reprochó esa
parte de su discurso en el que ratificó su compromiso para abatir la corrupción
y el fraude electoral, pero hasta el momento todo se ha quedado en lo
enunciativo porque, que se sepa, sólo algunos pillos menores han ido a parar a
chirona, mientras los grandes integrantes de la mafia del poder se carcajean de
los justicieros de la 4T.
Y, bueno, bueno, hubo eso sí aplauso cuando aceptó
que, pues ni modo, los precios de gasolinas y energía eléctrica han aumento
porque, fíjese usted lo que implica haber llegado al poder sin plan de
navegación o de vuelo, ello obedece a “la tardanza en la aplicación del
mecanismo de regulación que utilizaremos”. Pero no hay de qué preocuparse
porque, dijo el señorpresidente, “pronto
se resolverá”. ¿Pronto cuánto tiempo es? En tanto, a apechugar el pago de
combustibles y energía cara.
Un punto relevante en este monólogo de El Día del
Presidente, fue ese en el que el licenciado López Obrador dijo que relación con
los Poderes Legislativo y Judicial ha sido de pocas tuercas, como si la
embestida que emprendió contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya
sido una puntada o broma de mal gusto.
Y qué decir de la instrucción que dio a la bancada
de Morena en el Senado de la República para que enmendara la plana a los
diputados federales morenos que no pudo coordinar bien Mario Delgado y le
fallaron con el dictamen de la Guardia Nacional. ¿Respeto?
Pero, sigamos en este escenario en el que el señorpresidente se atrevió a asegurar
que su partido ahora es México, ya no Morena, aunque fue a Puebla a advertir
que se porten bien y no hagan trampa en la elección extraordinaria de
gobernador, a celebrarse en junio próximo. Y, vaya usted a imaginar la cara que
pusieron los senadores Napoléon Gómez Urrutia y Pedro Haces Barba, que presumen
el apoyo y amistad presidencial, cuando el Presidente sostuvo que no privilegia
a dirigentes de sindicatos.
Sí, sí, en su Día de lucimiento, de presumir y
demostrar que es el dueño del poder y, como tal, puede pasar por encima de
todo, de no respetar amparos ni su promesa de mantener al apoyo a cientos de
miles de niños con las estancias infantiles que, por esencia personal
voluntarista, les despojó.
Fue la contradicción en el mínimo espacio sede del
máximo ejercicio del poder en México. Cuestiona a los gobiernos anteriores,
pero sólo a los del neoliberalismo aunque tiende a imitarlos y nadie se atreve
a cuestionarlo.
Cierto, no hubo toda esa parafernalia de las ceremonias
del Informe Presidencial, pero se usó el tiempo oficial en los medios de
comunicación para hacer saber a los mexicanos que en este país se hace su sacra
voluntad, con mecanismos operados en aquellos tiempos del echeverrismo y del
lópezportillismo.
Sí, cuando el poder económico se ceñía a la
voluntad del Presidente, aunque no le gustara y sus capitanes fuesen llamados
enanos del tapanco y calificados como saqueadores y el señor Presidente se
asumiera un perro para defender al peso que corría rumbo a una fenomenal caída
y de nada serviría porque, carente de reservas internacionales, con Echeverría
se devaluó y con López Portillo se convirtió en bilimbiques frente a la
suspensión de pagos.
Una hojeada a la historia nacional de aquellos
tiempos, de cuyas prácticas bien conoce Nacho Ovalle Fernández, demostrará cómo
se repite la historia con nuestros adalides. Hay copias al carbón de decisiones
de esos días en los que la familia revolucionaria era dueña de todo en México.
¿La oposición? Bueeeno.
¿Había elementos para presumir cien días en el uso
del poder que no en el poder? ¿Usted le cree al presidente López Obrador? Yo
tampoco. Viva la reedición de El Día del Presidente. Digo.
@msanchezlimon