La división de Morena en
Guerrero, es evidente. Algunos de sus actores políticos se están dando con todo por el control de su
dirigencia estatal.
El pasado 20 de octubre no
fueron capaces de llegar acuerdos para elegir a sus consejeros en ocho de los
nueve distritos electorales federales.
Las denuncias por uso
indebido de recursos públicos, acarreo de votantes y la participación de los
llamados “servidores de la Nación” fueron motivos suficientes para que se
suspendieran las asambleas.
O sea, los grupos que
hacen vida política al interior del partido en el que milita el presidente Andrés Manuel López Obrador, reeditaron
las viejas prácticas que tanto le cuestionaron al PRI y al PRD. Y cómo no. La
mayoría de los que dirigen a Morena provienen de dichos institutos políticos.
En Guerrero, por ejemplo,
los generadores de la división interna de Morena son Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, César Núñez Ramos, Marcial
Rodríguez Saldaña y Félix Salgado
Macedonio.
El ex representante de
dicho partido y/o movimiento ante el Instituto Electoral y de Participación
Ciudadana (IEPC), Sergio Montes Carrillo,
aseguró que “ni el sistema viejo y caduco se atrevió a hacer tanta porquería en
sus elecciones internas como lo hicieron algunos actores políticos en las
asambleas distritales donde se elegirían a 90 consejeros que, a su vez, se
encargarían de elegir a sus dirigentes estatales”. (Semanario ¿No que no?, 23-X-2019).
Además, Montes Carrillo
dijo que “no había necesidad de hacer el ridículo ante la sociedad”, porque ya
habían anticipado que los vicios que tanto criticaron al PRI y al PRD se
repetirían en las asambleas distritales convocadas para el domingo 20, pues él
y su grupo de morenistas tienen
impugnado el padrón de militantes de Morena en Guerrero.
En efecto, el partido que
presume encabezar la Cuarta Transformación en el país hizo el ridículo, no
solamente en Guerrero, sino también en otras entidades donde tuvo que suspender
sus asambleas distritales por conatos de violencia y prácticas vergonzosas.
Asimismo, la pugna en
Guerrero tiene mucho que ver con la elección de gobernador. Y Morena tiene más
de cinco tiradores. Para empezar, tenemos a los senadores Nestora Salgado García y Félix
Salgado Macedonio, y el delegado del gobierno federal en la entidad, Pablo Amílcar Sandoval.
Los que no se meten en el
pleito, pero buscan la candidatura de Morena a la gubernatura son los ex
alcaldes de Acapulco, Luis Walton Aburto
y Alberto López Rosas, así como la
actual alcaldesa Adela Román Ocampo.
Es
claro que Walton no necesita meterse en pleitos estériles. Su estrategia es
clara: abonar a la unidad, consolidar su estructura y estar en el ánimo de su
amigo que despacha en Palacio Nacional.
No olvidemos que hace unas
semanas el presidente López Obrador advirtió que si Morena, partido fundado por
él y por el cual se postuló al cargo que hoy ocupa, se echa a perder, renunciaría.
Y sobre advertencia no hay
engaño. López Obrador es capaz de irse de Morena. Es un hombre terco. ¿Y
quiénes saldrían perdiendo? Pues los pleitistas. Sí, aquellos que se creen
dueños de Morena y que desde los cargos públicos que ostentan reeditan viejas
prácticas.
Morena
es de AMLO. Él lo creó y solo él puede disolverlo.
Luego entonces, los
señores del conflicto y la división tendrán que poner sus barbas a remojar.
Y mientras algunos se
pelean por la dirigencia de un partido y por el control de una fracción
parlamentaria, otros –los moderados– se fortalecen observando y moviéndose
silenciosamente en el estado.
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