“La corrupción del alma es más vergonzosa que la del cuerpo.”
-José María Vargas Vila,
escritor colombiano-
Los distintos partidos
políticos que se han pronunciado por la competencia electoral 2021 no consiguen
construir una marca que convenza a los votantes de que pueden confiar en sus
promesas electorales, como en sus aspirantes-candidatos. No. Hay desconfianza.
¿Saben por qué? Porque son los mismos de siempre. Personajes que, si trabajaran
en un circo se hubieran medio matado porque son malos trapecistas. Solo servirán
de ejemplo del concepto: payasos-cínicos, payasos-hipócritas. Porque de esa ralea
se impone la moda. Y de paso, ofenden al verdadero payaso de profesión.
Los partidos que se
constituyen o constituidos se movilizan ante la expectativa de las elecciones
que se celebrarán en junio. Hay algarabía donde prevalece la unidad. Donde no, se
respira y se siente apatía, desacuerdos, intromisiones, fugas de información,
delatores y un padrinazgo caciquil torpe y bruto. Se respira y huele a pobreza.
Bien dijo el político mexicano, Carlos Hank González: “político pobre es un
pobre político”. Son títeres de ambiciosos políticos de partidos que no tienen
rostro; que solo se aparecen cada tres o seis años.
Las promesas político-sociales-económicas
de campaña entre el pueblo se desquebrajan ante un sistema federal corrupto, escondido
bajo una política incierta e inefable del discurso de López Obrador, el primero
de febrero del 2019, “Si es necesario, iremos de la austeridad republicana a la
pobreza franciscana”. Es decir: no hay dinero. ¿Cómo le harán algunos
candidatos? ¿De dónde vendrá ese dinero para la compra de votos? Pues este
fenómeno es difícil de erradicar. Está enraizado en la conciencia de los
votantes. Y más de los patrocinadores de estas campañas.
El pago de dinero en
efectivo antes de las elecciones es lo único que consiguen de futuros gobiernos
ineficaces. Desde tiempos inmemorables en la antigua Grecia y Atenas el primer
trueque de una dracma por un voto hace más de 2500 años, los políticos han ejercido
y practicado el arte bien perfeccionado y desarrollado bajo artimañas, aunque
rudimentario, de la compra de votos.
La palabra corrupción viene
del latín - com, que significa "con, juntos," y rumpere, que
significa "romper". La corrupción rompe tu honradez, tu buena
reputación con otros. Cuando corrompes algo que es puro o honesto, le quitas
esas cualidades. Es por eso la "corrupción de menores" es un delito
grave en nuestro ordenamiento jurídico.
Es un mundo en el cual la política
está podrida donde permites que te corrompan con la compra de tu voto, no
tienes el mínimo derecho a protestar. Las becas, pensiones y demás programas
sociales, no es más que una compra silenciosa de tu conciencia y dignidad. Eres
un paria, eres un relegado, un excluido, eres lumpen, sin derecho a discutir o
maldecir. No hay ley ni orden, para ti.
Por eso te imponen al
candidato. Por eso te distraen, por eso se asumen en tus decisiones. Los
gobiernos han dejado de ser instituciones para servir a la sociedad; solo son
empresas de capital variable, una parte; la otra, de sociedad anónima. Donde el
90% de los que allí trabajan buscan hacer negocios y el 10% presta de manera
ineficiencia e irregular un servicio a la población. Porque ese 90%, compró su
representatividad, su puesto, su coto de poder. Por ello, no hay marca ni
rostro que convenza.
Por esas grandes
ilegalidades que desvirtúan la voluntad popular, esto se acabó. Vendrán nuevas teorías,
leyes y estructuras para formar ciudadanos conscientes y responsables y con ellos,
la nueva política.
Dijo en una ocasión el
escritor francés Honorato de Balzac: “Detrás de cada gran fortuna hay un delito”.
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