martes, 14 de enero de 2020

EPÍSTOLAS SURIANAS (Carta a Don Héctor) De Julio Ayala Carlos


TIENE RAZÓN EL ALCALDE JESÚS PARA GARCÍA. Lo ocurrido en una escuela de Torreón, Coahuila, en donde un niño disparó y dio muerte a su maestra y luego se mató con la misma pistola, es un mensaje que de manera inmediata se debe atender por parte de las autoridades, principalmente las que tienen que ver con la educación de la niñez, pero también por parte de los padres de familia, y en suma, por la sociedad en general.

Hay que decirlo, pero además reconocerlo. Todos somos culpables en menor o mayor grado de la descomposición social que afecta hasta a la niñez. Son culpables los padres de familia, hermanos, tíos y hasta abuelos, por no preocuparse por sus hijos, hermanos, sobrinos y nietos, y hacer que los maestros se ocupen de ellos, sin que tengan más responsabilidad que enseñarles. Es culpable el gobierno como tal por no impartir una educación de calidad, fundada en valores humanos, y es culpable la sociedad por permitir que las autoridades dejen de cumplir con su responsabilidad.

No es, hay que decirlo, con el operativo mochila como la violencia va a resolverse en las escuelas. No es revisando las pertenencias de los alumnos cómo van a dejar de suceder hechos como el de Torreón. Tampoco es con vigilancia policiaca en las entradas de las escuelas. El problema es más complejo en el cual deben participar todos.

Sin duda que los maestros hacen su parte en la educación de los niños, aun cuando hay que reconocer que también existen mentores que lo que menos les interesa es fomentar en los alumnos, además de la enseñanza, los valores universales; sin duda que los padres, y la familia en general, tienen la mayor culpa del comportamiento de los niños. Y por supuesto que la sociedad también es culpable por no actuar a tiempo.

Por eso es que tiene razón el alcalde de Chilapa, Jesús Parra García, en el sentido de que hay que educar con principios y valores, no sólo dejándole la responsabilidad a la escuela, sino desde la casa, desde la familia, e incluso inculcar la fe en un ser supremo. Si desde el seno familiar no se inculca a respetar la vida, a los padres, a los abuelos, a los hermanos, y a todos, y si desde la escuela no se enseña a respetar a los demás y a la sana convivencia, significa entonces que como sociedad no se están haciendo las cosas bien.

Es muy cierto. Los niños no nacen con malicia; no actúan con dolo, mala fe, alevosía y ventaja; no discriminan, no se burlan ni humillan a nadie hasta que un adulto les enseña, lo leen en las redes o lo ven en los medios de información. Los niños hacen lo que ven en los adultos como algo normal.

Todos, pues, somos culpables de lo que hacen los niños. En consecuencia, el problema es de todos.

Dice el alcalde de Chilapa al respecto: “Urge inculcar en los niños los principios y valores que a lo largo de la historia han permitido avanzar como humanidad, entre ellos el respeto, tanto a la vida, a la familia y a todos. Se requiere incluso una educación sustentada en los universales. Y es que si el futuro es de ellos, entonces la obligación que se tiene con ellos es de todos”.

Por supuesto, para éste como para muchos problemas no hay recetas, pero sí se quiere resolver el problema hay que empezar por un debate nacional sobre cómo atenderlo y resolverlo. Aquí sí valdría la pena que el presidente de la República convocara a ello; sería importante que los gobiernos estatales y municipales pusieran su parte, y la sociedad en su conjunto participara. Aquí sí la Patria está en peligro.

Tiene razón Jesús Parra García. Urge, pero con hechos concretos, fortalecer el tejido social y fomentar la convivencia familiar. Urgen los buenos principios, los buenos valores. Lo ocurrido en Torreón, Coahuila, como por desgracia también ocurre en otras partes del país, debe convocarnos a la conciencia, a reflexionar qué estamos haciendo mal y qué hemos dejado de hacer para que un niño tome un arma, dispare contra su maestra, la que finalmente muere, y luego también se mate.

Creo que aún se está a tiempo. Ignorar el problema, o pretender solucionarlo con la revisión de las mochilas de los alumnos en las escuelas, sería una gran irresponsabilidad de las autoridades y una grave omisión de la sociedad si no se va más allá.

Por supuesto, la solución tiene que iniciar desde la familia y su entorno social. Mañana, puede ser muy tarde.

Comentarios: julio651220@hotmail.com