miércoles, 30 de septiembre de 2020

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias El aspirante mejor calificado del PRI en Guerrero


El gran reto de los priistas guerrerenses en 2021 es, sin lugar a dudas, retener la gubernatura, ganar la mayoría de los 28 distritos locales y recuperar las presidencias municipales que perdieron en la pasada elección.

No será un asunto sencillo, pues se jugará su futuro como instituto político.

De acuerdo a las encuestas que se han publicado en los últimos meses, Morena es el partido que aventaja en Guerrero. Pero lo que no dicen dichas encuestas es que Morena está muy dividido, lo cual es un serio problema para la elección del próximo año.

Un partido desunido muy difícilmente puede ganar una elección. Y en Guerrero ningún personaje de Morena tiene el liderazgo y el arrastre de Andrés Manuel López Obrador. Todos se pelean por el control del partido y por la candidatura a gobernador.

Y lo que es peor: si eligen a un candidato antipático, conflictivo y ambicioso vulgar, los morenistas están condenados a la derrota. Y eso le conviene, desde luego, al PRI y al PRD, que no pierden la esperanza de recuperar la confianza de los electores.

El PRI no está muerto políticamente. Tiene con qué pelear en 2021.

La buena administración del gobernador Héctor Astudillo Flores, es un punto a favor para su partido. Tal vez haya quienes no compartan esta apreciación, pero no debemos olvidar que hasta el mismo presidente López Obrador ha reconocido el papel que ha realizado Héctor Astudillo en los casi cinco años que lleva al frente del gobierno de Guerrero y por coordinarse con el gobierno federal.

Otro punto a favor del PRI es la unidad que prevalece en su interior. Esteban Albarrán Mendoza ha demostrado ser un buen dirigente. Y los resultados de su trabajo están a la vista.

La renovación de los Comités Municipales, por ejemplo, se realizó sin contratiempos.

Esteban Albarrán ha privilegiado mucho la unidad, el trabajo en equipo con todos los integrantes del Comité Directivo Estatal del PRI y el diálogo con las cabezas de los grupos políticos internos. Y lo más importante: mantiene abiertas las puertas del tricolor para todos aquellos que en su momento se fueron.

Mientras los morenistas se pelean como perros y gatos por la candidatura a gobernador, en el PRI prevalece un ambiente de respeto entre los principales aspirantes. Al parecer hay un pacto de no agresión entre Mario Moreno Arcos, Manuel Añorve Baños y Héctor Apreza Patrón.

Los tres personajes en comento también buscaron hace seis años la candidatura de su partido a la gubernatura, pero de último momento se sumaron a Héctor Astudillo, quien resultó ser electo por la dirigencia nacional. Se disciplinaron y contribuyeron al triunfo del actual mandatario estatal.

Luego entonces, es legítima su aspiración. Los tres tienen amplia experiencia política, legislativa y administrativa. Pero solamente uno ha ganado 6 elecciones consecutivas en las urnas.

En efecto, me refiero a Mario Moreno, quien ha sido síndico procurador en el Ayuntamiento de Chilpancingo (1996-1999), diputado local (1999-2002), dos veces alcalde de Chilpancingo (2005-2008/2012-2015) y dos veces diputado federal (2003-2005).

Mario Moreno proviene de cuna humilde. No cuenta con un padrino político en las altas esferas del poder. A él lo respalda mucha gente, tanto dentro como fuera del PRI.

Como servidor público ha entregado buenas cuentas y ha recibido el reconocimiento de la ciudadanía.

El PRI requiere un perfil ganador en la elección del próximo año, alguien que no tenga antecedentes o señalamientos de corrupción y que sea factor de unidad. Y el que garantiza todo eso es Mario Moreno.

La elección está a la vuelta de la esquina, y el tricolor no está para arriesgarse a perder como en 2011. Bueno, salvo que la cúpula priista así lo quiera.

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