miércoles, 9 de septiembre de 2020

ENTRESEMANA Venganza, temor, abuso de poder MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN


Del tamaño del rencor es el de la venganza.

 

Y el inquilino de Palacio la saboreó el sábado último. Apoltronado bajo la sombra del cedro que debe tener 67 años de haber sido plantado en ese rancho llamado “La Chingada”, sito en el municipio de Palenque, Chiapas, festejó el fracaso político de Felipe Calderón, a quien tiene especial odio y rencor desde 2006.

 

Sí, odio y rencor que se refleja en cada palabra que dedica a Calderón Hinojosa lo mismo en sus homilías de las mañaneras palaciegas que en los mensajes improvisados en actos públicos, en su periplo de campaña permanente que, sin duda, tienen ese condimento del temor de perder el poder.

 

El licenciado López Obrador presume que su pecho no es bodega y dice lo que siente, pero igual sus rencores no tienen dique, por más que insista en asumirse cristiano y comulgar con la palabra del papa Francisco, aunque falaz como ha sido cuando oculta su riqueza y se asume austero juarista, pero sus trajes bien cortados, aunque mal portados, lo denuncian machuchón de lavanda. 

 

Pero, vaya, estaba con el festejo sabatino, desplegado sin rubor porque el Instituto Nacional Electoral negó el registro de partido político a la organización México Libre, comandada por Felipe Calderón Hinojosa y su esposa Margarita Zavala, quien luego puntualizaría que ella y sólo ella encabeza a México Libre.

 

Andrés Manuel y su sonrisa de malicia insultante, aderezada con ironía recomendó a Calderón proceder como él en 2006 y emprender la lucha por el registro de México Libre, incluso que acudiera a la OEA donde tiene amigos de la derecha y, vaya, hasta los empresarios que identificó como sus apoyadores en aquellos comicios de hace 14 años.

 

Pero, la recomendación entraña mucho del voluntarismo del señorpresidente y el alto nivel protagonista y dictatorial con el que se ha conducido desde el mismo momento en que llegó a la conclusión de que la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, lo mismo que la presidencia del PRD le habían quedados chicos y lo suyo, lo suyo, era la Presidencia de la República.

 

Proceder como López Obrador en julio de 2006 con la arenga “voto por voto, casilla por casilla”, sería un despropósito de la pareja Calderón-Zavala. Le platico.

 

Cuando el domingo 30 de julio de 2006 en consulta entre simpatizantes y fundamentalistas, es decir, sin posibilidad de hacerse a un lado y menos perderse entre la muchedumbre que gritaba “¡voto por voto!, ¡casilla por casilla!”,  Andrés Manuel López Obrador logró respaldo a su personal propuesta, no del PRD, el partido que lo había nominado candidato a la Presidencia de la República, para iniciar ahí, en el Zócalo capitalino, un plantón que luego se extendería a Paseo de la Reforma durante 45 días.

 

Mire usted, después del 2 de julio de ese año, con una votación reñida en la que Felipe Calderón logró 35.91 por ciento de la votación, es decir, 14.91 millones de sufragios contra 14.68 millones obtenidos por Andrés Manuel (candidato presidencial de la coalición Por el bien de todos), que implicaban 35.29 por ciento de los votos, la reacción del tabasqueño fue exigir el famoso recuento.

 

Pero, como el entonces Instituto Federal Electoral, el Partido Acción Nacional y por supuesto Felipe Calderón se negaron a la exigencia, entonces la reacción fue una protesta que se disfrazó de resistencia civil y que, durante 47 días puso de cabeza a la capital del país, en perjuicio de todo el mundo, empleados públicos y del sector privado, pero en especial de comerciantes y prestadores de servicios turísticos en el Paseo de la Reforma y la zona perimetral.

 

Y la decisión, reitero, fue apoyada a mano alzada por simpatizantes y seguidores de Andrés Manuel. “Les propongo que nos quedemos aquí, en asamblea permanente (…) que permanezcamos aquí, día y noche, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima que nos merecemos los mexicanos", planteó ese día el licenciado López Obrador.

 

Pero el plantón se extendió y duró hasta el 15 de septiembre de ese 2006, diez días después de que los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entregaron a Felipe Calderón la constancia de mayoría que lo nombraba Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos.

 

Ese 5 de septiembre, de hace 14 años, cientos de simpatizantes de Andrés Manuel rodearon el edificio sede del TEPJF en la avenida Carlota Armero y, con insultos y una lluvia de huevos, agredieron a los magistrados y reporteros que cubríamos ese acto de unción del candidato del PAN.

 

¿Cuánto costó en dinero contante y sonante esa decisión de Andrés Manuel de presionar y chantajear a la autoridad electoral (al IFE de entonces y al TEPJF)?

 

Las pérdidas que dejó el plantón fueron cuantiosas. Para prestadores de servicios turísticos y alimentarios, se registra que en 16 días el plantón había provocado pérdidas por 3 mil millones de pesos; para el PRD no fue una bicoca la pérdida económica.

 

De acuerdo con la sentencia de un Tribunal Colegiado que ratificó la Suprema Corte de Justicia de la Nación, según consta en archivos, el PRD fue obligado a pagar 25 millones 134 mil 634 pesos por facturas de insumos diversos, logística y prestaciones de servicios otorgados durante el plantón en el Paseo de la Reforma.

 

¿Ustedes estuvieron de acuerdo con ese plantón?, pregunté hace poco a Jesús Zambrano Grijalva, hoy dirigente Nacional del PRD.

 

“No, nunca estuvimos de acuerdo. Le dijimos a Andrés Manuel que era un despropósito realizar ese plantón, que el partido no tenía dinero para sufragar ese gasto. Pero Andrés Manuel impuso su voluntad y ahora arrastramos deudas producto de ese plantón”, respondió Zambrano.

 

Además, Zambrano me recordó hace unos días que quien administraba todos los recursos que recibía el PRD, los oficiales y las donaciones de cientos de millones de pesos, era única y exclusivamente López Obrador. ¡Ah! Andrés Manuel ya no era el dirigente del PRD cuando, en mayo de 2013, la Corte ordenó el pago de la deuda contraída en 2006 por el plantón.

 

¿Calderón tomaría el Paseo de la Reforma? El señorpresidente, en pleno abuso del poder porque lo usa para mofarse del contrincante, insultarlo y estigmatizarlo impunemente, recomendó a Felipe:

 

“Que convoque a sus amigos de antes, de las cámaras empresariales, ahí está Claudio X. González, a las televisoras, a los medios de comunicación, que le ayuden y que salgan a la calle a protestar pacíficamente y que si no hay justicia en México, que vayan al extranjero, a Washington, ahí está la OEA, que no vaya a Nueva York porque aunque ahí está la ONU, allá está (Genaro) García Luna, pero sí puede ir a Washington con sus amigos de la OEA para ver si les ayuda, pero que siga luchando como lo hicimos nosotros, no hay que rendirse”.

 

¿Es un triunfo del pueblo de México la negativa del INE de otorgar registro como partido político a México Libre como argumentó Andrés Manuel? Es una tomadura de pelo; quiso lavarse las manos de este golpe de venganza.

 

El licenciado presidente aludió a aquella convocatoria de 2006 a manifestaciones contra la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación luego de que perdiera la presidencia. Hoy tiene el poder y lo usa para el cobro de facturas y amagar; sin duda influye en el ánimo de los magistrados que habrán de atender las quejas de quienes fueron bateados por los consejeros electorales con la negativa de registro como partido a sus organizaciones políticas.

 

Quizá haya algo en este proceder de los consejeros electorales respecto de lo ocurrido en la votación del sábado último. Declaraciones de la consejera Adriana Favela Herrera, amén de la reunión de Lorenzo Córdova y Mario Delgado generaron suspicacias. Es el sospechosismo que nunca se irá de la praxis política.

 

¿A qué le teme Andrés Manuel? Sí, del tamaño del rencor es el de la venganza pero el miedo a perder el poder lleva a cometer excesos y no son menores en un gobernante perseguido por los fantasmas que pretende exorcizar todas las mañanas después de persignarse frente al espejo. Conste.

 

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